La magnífica catedral del siglo XII de la ciudad de Chartres, al norte de Francia, es un antiguo enigma. Aún en épocas pre cristianas, los druidas (sacerdotes celtas de la Galia y Britania) fundaron en Chartres una universidad para difundir sus enseñanzas. Obedeciendo a una visión profética, esculpieron en madera la estatua de una virgen y un niño, a la que llamaron la Virgen bajo la tierra.
Descubierta por los cristianos en el siglo III, la veneraron como la Virgen Negra, pues se había oscurecido con el tiempo. Se inició así la tradición de erigir en ese lugar sagrado iglesias en honor de Nuestra Señora; la obra maestra gótica que conocemos es la culminación de todas ellas.
Abundan las teorías sobre la inspiración de la catedral. Según la leyenda, los caballeros templarios originales obtuvieron en Oriente avanzados conocimientos arquitectónicos, con los que fue posible construir el templo. Persuadidos por Bernardo de Clairvaux, fundador de la orden monástica cisterciense, nueve caballeros franceses abandonaron sus posesiones materiales para ir en busca de los “secretos” supuestamente ocultos en el Sagrado Santuario bajo las ruinas del templo de Salomón, en Jerusalén. Durante su búsqueda de nueve años, se sospechó que los caballeros se habían iniciado en el ocultismo.
A su vuelta a Francia en 1128, se rumoreó que habían encontrado el arca de la Alianza, cofre que contenía los secretos de la ley divina referentes a números, pesas y medidas, entre ellos el Número Dorado, 1,618. La escala 1:1,618, Sección o Proporción Dorada, era considerada de especial valor estético y rigió en gran medida el arte y la arquitectura del Renacimiento, así como las de periodos posteriores. El retorno de los caballeros coincidió con el florecimiento de la arquitectura gótica en Europa, de modo que la construcción de la primera catedral de Chartres comenzó seis años más tarde. En tres décadas, mamposteros, vidrieros, escultores, geómetras, astrónomos y otros artesanos crearon un templo inmenso, cuyas proporciones, orientación, posición y simbolismo han estimulado desde entonces la imaginación de sus visitantes, y confortado su espíritu.
El “centro sagrado” de la catedral descansa entre el segundo y el tercer vano del coro. Allí se alzaba originalmente el altar. A unos 37 m debajo se sitúa el nivel del agua en el pozo de los druidas. El pináculo de la bóveda gótica de la catedral se levanta exactamente a la misma distancia sobre el centro sagrado. A partir de 1130, en Europa irrumpe el estilo gótico. El gótico no es una evolución del románico, aparece de repente y casi siempre en las abadías cistercienses. Si el románico llega a su plenitud después de múltiples mejoramientos a partir del estilo romano y bizantino, el gótico surge de golpe, completo y total.
Aparece después de la primera cruzada y especialmente tras el retorno de los Caballeros Templarios con su secreto. ¿Un secreto concerniente a la utilización sagrada, y por así decirlo mágica, de la arquitectura? Ya hemos mencionado antes lo que contenían las Piedras de la Ley. La misma clave numérica que fue utilizada en la construcción de la Gran Pirámide y del Templo de Salomón. No hace falta recordar que Moisés vino de Egipto. Toda la cultura egipcia estaba concentrada en los sacerdotes y él era uno de ellos, así que fue instruido en toda la ciencia de los faraones.
En la Europa medieval, y durante aproximadamente ciento cincuenta años, la aplicación de este conocimiento arquitectónico va a manifestarse en la construcción de las grandes catedrales. Y en la catedral de Chartres encontramos una nueva referencia al Arca de la Alianza. Ni que decir tiene que la catedral de Chartres es de estilo gótico, y de origen, evidentemente, templario. El pórtico norte de dicha catedral se llama “pórtico de los iniciados”, en él se hallan dos columnas esculpidas: en una de ellas se observa un arca que es transportada por una carreta de bueyes y en la otra podemos ver como un hombre cubre el arca con un velo, rodeado por un montón de cadáveres entre los que destaca un caballero en cota de malla. Las dos columnas, justo debajo de las representaciones, conforman una controvertida leyenda “Hic amititur Archa cederis”, decimos controvertida porque la expresión tal y como está grabada no existe en latín, lo cual es realmente extraño, pero sorprendentemente el único texto plausible, que sería “Hic amittitur Archa foederis”, se traduce como “En este lugar se oculta el arca de la alianza”. Parece mucha casualidad como para pensar que no hay algo de verdad en todo esto.
En la nave mayor de la catedral de Chartres aparece trazado un célebre “laberinto”, cuyos 13 metros de diámetro lo convierten en el mayor de los conservados para la época gótica. A diferencia de los laberintos de la Antigüedad (empezando por el del Minotauro en Creta), el de Chartres sólo ofrece una ruta posible a través de una línea continua trazada a lo largo de 262 metros y 11 círculos concéntricos hasta llegar al centro. No existe ninguna referencia documental sobre su significado y nadie sabe qué pretendieron representar con él sus constructores, tal vez servía para que los peregrinos alcanzaran un estado de trance, dando gran cantidad de giros hasta llegar al centro, donde según algunas noticias hubo hasta 1828 una escena del héroe griego Teseo luchando contra el Minotauro.
En la obra de Louis Carpentier, “El enigma de la catedral de Chartres’ publicado en España en 1969 “, se comenta la curiosa disposición arquitectónica de la catedral, coincidente en ciertos aspectos con el desaparecido Templo de Salomón, y con las grandes construcciones egipcias. Todos estos conocimientos se habrían aprendido al encontrar durante la excavación los libros de Toth, que desvelaban secretos ancestrales de los egipcios. Por otra parte, en el interior de la gran pirámide, concretamente en la cámara del rey, se puede ver hoy en día un sarcófago de granito del cual los historiadores dudan mucho que fuese el recipiente de la momia del faraón Keops, pero que sorprendentemente tiene las medidas interiores exactas a las del Arca de la Alianza que Yavhé mandó construir a Moisés, quien sin duda había sido formado en la corte de los faraones y participe de las ciencias y secretos más ocultos de esta antigua y enigmática civilización.
Por otro lado, Louis Carpentier, continúa diciendo que en Chartres hay una losa rectangular, cuya blancura resalta sobre el color grisáceo del enlosado, y que está marcada por una espiga de metal brillante, ligeramente dorado. Pues bien, nos dice que cada año, el 21 de junio, un rayo de sol cae exactamente sobre la blanca piedra, ¿casualidad o ciencia?, para algunos esta piedra podría esconder sino el arca, si algún mensaje del lugar donde podría estar oculta la verdadera Arca de la Alianza…
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