¿Qué fue lo que encontraron los Templarios en Tierra Santa que los hizo tan peligrosos para la iglesia? Esa es una pregunta, que por desgracia, nadie puede responder, un misterio que lleva vivo siglos y aún continúa.
El antropólogo Keith Laidler, autor de ‘The Head of God: the Lost Treasure of The Templars’ (1998), afirma que en Rosslyn Chapel bajo el “Pilar del Aprendiz” se encuentra la cabeza momificada de Cristo, rescatada por los templarios durante su estancia en Jerusalén y trasladada a Escocia durante los acontecimientos de 1307. La base de su teoría estaría en una inscripción de dicho pilar que dice “Here beneath this pillar lies the head of God” (“Tras este pilar se encuentra la cabeza de Dios”).
Escenas bíblicas como la expulsión del Jardín del Edén, el ángel caído o la crucifixión se dan la mano con esculturas paganas, relacionados con tradiciones templarias y masónicas como el mítico “Pilar del Aprendiz”, uno de los tres pilares que separan el coro del ala central de la capilla. Es de una belleza tal que atrae instantáneamente la mirada del visitante. Según la leyenda, se dice que el maestro constructor recibió de su patrón el modelo de un pilar de exquisita hechura. Dudó en llevarlo a cabo al momento, pues tenía que trasladarse a Roma. En su ausencia, uno de sus aprendices comenzó a trabajar sobre ese pilar cuyo diseño había soñado y lo llevó a cabo tal y como se puede observar en la actualidad. A su regreso, el maestro se sintió apoderado por la envidia y le preguntó cómo había osado desafiarle de semejante forma. Su furia fue tal, que le golpeó con un mazo, matándolo en el acto. Para unos, el “Pilar del Aprendiz” simboliza el Ygdrasil, el árbol de los mitos nórdicos que sustentaba los cielos sobre la tierra. Para otros, es el árbol de la vida o el árbol de la ciencia del bien y del mal, situado en el Jardín del Edén.
Su rica simbología ha dado origen a todo tipo de conjeturas sobre lo que alberga en su interior. Casi todas ellas apuntan a la posibilidad de que sea el mítico Grial, la copa en la que bebió Jesucristo durante la Última Cena. Todas estas teorías han dado lugar a una rica producción escrita en los últimos años que ha desembocado en el celebre ‘El Código da Vinci’, un best-seller que llevó a las portadas de los principales periódicos mundiales hipótesis, que hasta hace apenas unos años, sólo circulaban en ambientes reducidos.
La hipótesis de Laidler sugiere un culto a la cabeza, propio de Canaán, que perduró durante siglos entre el pueblo judío. Así, tras la pasión de Jesucristo, su cabeza habría sido separada del tronco y embalsamada, encontrándose siglos después por los templarios que excavaron en el templo de Jerusalén. Esta cabeza embalsamada sería, según Laidier, el famoso Baphomet, supuesto ídolo que los templarios adoraban, según las declaraciones que ellos mismos hicieron al ser torturados tras su caída en desgracia.
Christopher Knight y Robert Lomas, autores de best-sellers relacionados con los orígenes de la masonería y sus conexiones templarias, apuntaban la posibilidad de que en el “Pilar del Aprendiz” no sólo se encontrase el Santo Grial, sino también determinados manuscritos, llegando incluso a afirmar que Rosslyn había sido construida como lugar sagrado para preservar los Evangelios Apócrifos. Estas teorías fueron el argumento de sus dos obras más conocidas, ‘The Hiram Key’ (1996) y ‘The Second Messiah’ (1998). ¿Dónde se encontraban ocultos esos manuscritos? Knight y Lomas son contundentes al respecto: “Los manuscritos se encuentran bajo la capilla de Rosslyn y en los subterráneos de determinadas construcciones anteriores a la edificación de la capilla. La intención de William St. Clair era distribuir los manuscritos tal y como los encontraron los templarios al extraerlos del Templo de Salomón, entre 1118 y 1128″.
Si bien ellos nunca los buscaron, sí que despertaron el interés de otros aficionados. Así, en abril de 1996, coincidiendo con la publicación de ‘The Hiram Key’, uno de los administradores de Rosslyn aceptó iniciar las excavaciones pertinentes, siempre y cuando se contase con el asesoramiento de especialistas apropiados. En octubre de ese mismo año, Knight y Lomas contactaron con el doctor Jack Miller, un geólogo de gran reputación, perteneciente a la Universidad británica de Cambridge y con el doctor Fernando Neves, de la Escuela de Minas de Colorado, probablemente el mejor instituto geológico del mundo. Se acordó realizar una excavación no invasiva en los alrededores de la capilla.
Pero una semana antes de la cita, los administradores de Rosslyn denegaron el permiso si no se firmaba un pacto de silencio. Los investigadores decidieron negarse a tal contrato, por considerarlo antiacadémico. Pese a las dificultades, Knight y Lomas no cejaron en su empeño de conseguir demostrar las teorías que mantenían en sus obras. Así, a principios de 1998, llevaron a Rosslyn al profesor James Charlesworth, jefe del proyecto de los manuscritos del Mar Muerto en la universidad de Príncetown. Se celebraron dos reuniones con los administradores de Rosslyn, pero la propuesta de excavación arqueológica quedó, una vez más, en el olvido…
fuente/veritasboss.com
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