domingo, 15 de mayo de 2016

LOS DIEZ MANDAMIENTOS Y EL LIBRO DE LOS MUERTOS

Los Diez Mandamientos son un decálogo ético/religioso que de acuerdo a la Torá son las instrucciones directas de Dios sobre la conducta a seguir por el pueblo hebreo. Este relato bíblico es bien conocido, pero tal vez no lo sea tanto el Libro de los Muertos, una guía para atravesar el inframundo en la antigua tradición egipcia, la cual según algunos, es la base conceptual del decálogo bíblico.

Los mandamientos del libro del Éxodo

Los Diez Mandamientos aparecen dos veces en la Biblia: en los libros de Éxodo y Deuteronomio. De acuerdo a la historia narrada en el libro de Éxodo, Dios escribió estos mandatos en dos tablas de piedra, las que dio a Moisés en el Monte Sinaí; según el relato, cuando bajaba del monte, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y enfurecido las rompió. Posteriormente, pidió a Dios que perdonase al pueblo y sellase con él un «convenio» (pacto o alianza); entonces, el Señor ordenó a Moisés que tomara dos lajas de piedra y en ellas quedaron escritos los Diez Mandamientos del pacto.
El libro del Éxodo (Éxodo 20:1-17) dice lo siguiente:
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yahveh al que tomare su nombre en vano.
8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo
9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra,
10 mas el séptimo día es reposo para Yahveh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yahveh bendijo el día de reposo y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No hurtarás.
16 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
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Arte sefardí. Decálogo de Jekuthiel Sofer, 1768, que imita la distribución en dos tablas. Bibliotheca Rosenthaliana, Ámsterdam.
Resumidamente, según el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, los Diez Mandamientos son:
  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  2. No dirás el nombre de Dios en vano.
  3. Santificarás las fiestas.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
  5. No matarás.
  6. No cometerás actos impuros.
  7. No robarás.
  8. No darás falsos testimonios.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  10. No codiciarás los bienes ajenos.

El Libro de los Muertos

El texto consiste en una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida. También incluye una confesión en la que el confesante declaraba no haber llevado una vida indigna, explicitando todo lo que no había hecho.
El Libro de los muertos, que era parte de una tradición de textos funerarios iniciada por los más antiguos Textos de las Pirámides y Textos de los sarcófagos que se inscribían sobre muros de tumbas o en los ataúdes, se introducía en el sarcófago o en la cámara sepulcral del fallecido. No existía un único y canónico Libro de los muertos. Los papiros supervivientes contienen una variada selección de textos religiosos y mágicos y difieren notablemente en sus ilustraciones. Algunas personas encargaban sus propias copias del libro, tal vez con una selección de los sortilegios que consideraban más importantes para su propia progresión en la otra vida. El primer ejemplar del libro de los muertos data del 3.150 AEC y pertenece a un faraón enterrado en Abidos.
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El Juicio de Osiris representado en el Papiro de Hunefer (ca. 1275 AEC). Anubis, con cabeza de chacal, pesa el corazón del escriba Hunefer contra la pluma de la verdad en la balanza de Maat. Tot, con cabeza de ibis, anota el resultado. Si su corazón es más ligero que la pluma, a Hunefer se le permite pasar a la otra vida. Si no es así, es devorado por la expectante criatura quimérica Ammyt, compuesta por partes de cocodrilo, león e hipopótamo. Viñetas como esta eran muy comunes en los libros de los muertos egipcios.
El Papiro de Ani es la versión más conocida del Libro de los Muertos. Se calcula que fue escrito durante la dinastía XVIII, hacia el año 1300 AEC y, entre todos los textos del Libro que se han encontrado, es el que tiene el mayor número de capítulos, todos decorados con dibujos que explican cada paso del juicio de Osiris.
En el texto aparece quién es Ani: «Escriba real verdadero, escriba y administrador de las ofrendas divinas de todos los dioses», «Gobernador del granero de los señores de Abidos y escriba de las ofrendas divinas de los señores de Tebas» y «Amado del señor del Norte y del Sur».
Su texto, que para algunos es la fuente de origen de los Diez Mandamientos, dice:
  1. En verdad, vine a ti y te traigo la Justicia y la Verdad. Por ti rechacé la iniquidad.
  2. –No herí a hombre alguno, ni hice daño a las bestias.
  3. No cometí delito en el lugar de la Justicia y la Verdad.
  4. No conocí mal: No actué perversamente.
  5. Cada día trabajé más de lo que se me pedía.
  6. Mi nombre no llegó a la barca del príncipe.
  7. No desprecié a Dios.
  8. No causé aflicción, ni ejercí aflicción.
  9. No hice lo que Dios abomina.
  10. No hice que su amo obrara mal con su siervo.
  11. A nadie le hice sentir dolor.
  12. A ningún hombre hice llorar.
  13. No cometí homicidio; ni jamás ordené a nadie que matara por mí.
  14. No perjudiqué a la gente.
  15. No hurté lo ofrendado en los templos; ni robé las tortas de los dioses.
  16. No me llevé las ofrendas efectuadas a los bienaventurados difuntos.
  17. No forniqué, ni mancillé mi cuerpo.
  18. Ni acrecenté, ni disminuí las ofrendas debidas.
  19. No robé de los huertos; ni pisoteé los campos.
  20. No hice agregados al peso de la balanza; ni aligeré el peso de los platillos.
  21. No quité la leche de la boca del infante.
  22. No aparté el ganado de sus apacentadores.
  23. No tendí trampas al ave acuática de los dioses.
  24. No pesqué peces con carnada de sus propios cuerpos.
  25. No hice regresar el agua en su marea alta.
  26. No interrumpí el cauce del agua corriente.
  27. No extinguí la llama en su plenitud.
  28. No descuidé las estaciones para las ofrendas asignadas.
  29. No alejé el ganado separado para el sacrificio.
  30. No impedí las procesiones del Dios.
Los sortilegios del Libro de los muertos reflejan las creencias egipcias sobre la naturaleza de la muerte y el más allá, exponiendo las creencias egipcias sobre esta materia. Según estas, el fallecido era guiado por el dios Anubis ante la presencia de Osiris, donde debía jurar que no había cometido ningún pecado de una lista de 42, mediante la recitación de un texto conocido como la «Confesión Negativa». Entonces el corazón del difunto era pesado en una balanza contra la diosa Maat, que encarnaba la verdad y la justicia.
Si la balanza permanecía en equilibrio significaba que el fallecido había llevado una vida ejemplar, tras lo que Anubis lo llevaría hasta Osiris y podría encontrar su sitio en el más allá, convirtiéndose en maa-kheru, que significa «reivindicado», o «justo de voz». Si el corazón no estaba en equilibrio con Maat, lo esperaba la temible bestia Ammyt, la Devoradora, lista para engullirlo y mandar la vida de la persona en el más allá a un cercano y poco placentero final.
Esta escena no es solo remarcable por su intensidad, sino porque también es uno de los pocos pasajes del Libro de los muertos con un contenido moral explícito. El juicio del difunto y la Confesión Negativa eran una representación del código moral convencional que rigió la sociedad egipcia.
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Ritual del Pesado del Corazón por parte de Anubis, Sortilegio 125 del Papiro de Ani (Libro de los Muertos).

Oración del Ciego

En el Papiro de Ani también se encuentra la “Oración del Ciego” que para algunos se trataría de una versión primigenia del Padre Nuestro:
Oración del Ciego (aprox. 1300 AEC):
El Dios de esta Tierra es el gobernante del horizonte,
Dios es para hacer gran su nombre,
lo Dedica a la adoración de su nombre,
Da su existencia de Dios,
El hará tu negocio,
Su semejanza está sobre la Tierra,
Dios es dado incienso y alimento ofrendas diarias,
El Dios juzgará el verdadero y honesto y perdonará a nuestros deudores,
Guarda contra la cosa que Dios abomina, me Preserva del mal,
Dios es el rey del horizonte,
de El poder, y de la gloria,
Él aumenta, él quienquiera que lo aumenta,
Permíteme que sea mañana como hoy.
Padre Nuestro (aprox. 33):
Padre nuestro,
que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino;
efectúese tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos nuestro pan de cada día;
y perdona nuestras ofensas,
así como nosotros hemos perdonado a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal.

Esta serie de interrelaciones brinda alguna pista, para quien no cree en respuestas divinas, sobre los orígenes y conexiones de los textos, y para quien sí cree, no dice nada en absoluto. En definitiva, cada uno le dará el uso que prefiera, respetuosamente y a conciencia.

Fuente:
articulo publicado en...https://reydekish.com/2016/05/15/los-diez-mandamientos-y-el-libro-de-los-muertos/

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