lunes, 28 de septiembre de 2015

Antiguos Egipcios en Australia….

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Jeroglífico egipcio hallado en Australia
La imagen más extendida de la navegación de los antiguos egipcios se ha asociado siempre a sus viajes a través del Río Nilo, sin embargo existen gran cantidad de indicios que señalan inequívocamente su presencia sobre los mares.
En pinturas murales de más de 3.000 años de antigüedad, aparecen escenas de marineros que desde sus embarcaciones comprueban las profundidades del mar próximas a la costa con una pesa atada a una larga cuerda.
Los barcos egipcios más antiguos que se conocen estaban construidos sobre un armazón de madera y eran lo suficientemente grandes para albergar como mínimo a 20 remeros. Iban equipados con un solo mástil dotado de una vela rectangular y uno o dos grandes remos situados en popa que realizaban la función de timón, siendo capaces de transportar varias cabezas de ganado o el peso equivalente en mercancías.
Su actividad comercial se extendía a varios puntos geográficos del Mediterráneo y Mar Rojo.
En la Piedra de Palermo aparecen datos de tiempos del Faraón Snefru (IV Dinastía), en los que se narra una expedición comercial de cuarenta barcos a la ciudad de Biblos en tierras de Canaán para cargar madera de cedro, un material muy apreciado por los antiguos egipcios, así como de la construcción de un barco de 52 metros de longitud.
En uno de los papiros que se guardan en el British Museum aparece el nombre de un gran puerto comercial, “Per Neferu” (Buen Viaje), punto estratégico para la llegada y salida de las rutas marítimas comerciales hacia tierras asiáticas. Del mismo modo también aparecen distintas relaciones del material necesario para la construcción de diferentes clases de barcos.
En el templo funerario del Faraón Sahure (V Dinastía), existen distintos relieves de barcos egipcios que regresan después de una expedición por tierras asiáticas cargados de esclavos y prisioneros.

LAS GRANDES EXPEDICIONES MARÍTIMAS
Existe una leyenda que incluso llegó a ser recogida por el historiador griego Herodoto, en la que se relata que, durante el reinado de Necao II (616 a.C.) se emprendió una expedición por mandato del propio faraón, y en la que se empleó a los más expertos marineros de aquellos tiempos, los fenicios.
Durante un periodo de dos años, una flota fenicia armada por Necao II realizó un viaje de más de 20.000 kilómetros alrededor del continente africano.
Los griegos recogieron también historias de otros de los mejores navegantes del mundo antiguo junto a los fenicios, los
Reproducción pictórica de un barco egipcio de altura procedente del templo mortuorio del Faraón Sahure
cartagineses. El caudillo cartaginés Hannon recorrió en numerosas ocasiones la costa occidental africana, fundando diferentes colonias como, Karikon, Teichos, Gytte, Akra, Thymiaterión, etc…
En una de las ocasiones organizó una expedición desde Cartago en la que participaron unos 60 barcos y en la que a lo largo de su recorrido se llegaron a fundar siete colonias.
No se sabe con exactitud hasta donde llegaron en su aventura, pero las descripciones nos hablan de una montaña muy alta que arrojaba fuego y que denominaron “el trono de los dioses”, que ha hecho sospechar a los expertos que la expedición Hannon llegó a alcanzar el Camerún.
En el año 330 a.C., Piteas organizó una expedición rumbo al Círculo Ártico, surcando el Mar Báltico a través de los peligrosos témpanos flotantes de hielo.
En la narración de sus aventuras aparecen aspectos que confirman completamente la veracidad de esta expedición, como la descripción con todo rigor de las interminables noches polares, un fenómeno desconocido en el mundo mediterráneo.
Egipto fue en su momento toda una potencia política, económica y militar, y dispuso de todo tipo de recursos, bien propios o de pueblos satélites como los fenicios, cartagineses o griegos para realizar grandes expediciones a distintos puntos geográficos del planeta.
Pero, ¿hasta dónde llegaron sus límites?
AUSTRALIA DESTINO FINAL
Una de las obras maestras de la literatura egipcia que ha llegado hasta nosotros es la conocida como “Relato del náufrago”.
En ella aparecen las aventuras de un desafortunado marinero que naufragó cuando se dirigía en su barco a recoger minerales de territorio nubio. El barco lo formaba una tripulación de 120 marineros y sus medidas eran 60 metros de eslora por 20 de manga.
Sucumbió en medio de una fuerte tempestad y ante el empuje de olas de 4 metros de altura.
A la izquierda imagen del dios egipcio Anubis del Parque Nacional del Valle del Cazador en Australia. A la derecha recopilación de algunos de los más de 250 jeroglíficos egipcios localizados en este mismo lugar,y que nos narra la llegada accidental de una expedición egipcia en tiempos de la IV Dinastía.
Algo parecido tuvo que suceder en la narración que nos hace un conjunto de jeroglíficos ubicado en un lugar un tanto extraño y alejado de las correrías de los antiguos egipcios.
Nos referimos a Australia, y más exactamente al Parque Nacional del Valle del Cazador, al norte de Sidney.
Sobre las rocas de un monte aparecen más de 250 jeroglíficos egipcios, entre los que destaca en un cartucho el nombre de Djedf-Ra (Diodefre), hijo de Keops y nieto de Snefru, lo que sitúa este hecho histórico dentro del Antiguo Imperio y más exactamente durante la IV Dinastía.
En estos jeroglíficos se narra la aventura de una expedición al mando de Djes-Djes-Eb, un noble egipcio que junto a su tripulación naufraga en tierras extrañas, y en las que después de pasar muchas calamidades fallece por la mordedura de una serpiente venenosa.
A la izquierda la conocida como una “Piedra Tjurunga“, localizada en Australia Occidental, un símbolo clásico del arte egipcio durante el reinado de Akenatón, donde los rayos solares eran siempre representados con “pequeñas manos” que tocaban a la humanidad.A la derecha la familia de Akenatón es envuelta por los rayos de Atón (el Sol). Obsérvense las pequeñas manos al final de los rayos del Sol en ambas representaciones 
En Queensland, otra zona de Australia, fueron encontrados varios escarabajos sagrados egipcios y la estatua de un babuino, un animal desconocido en estos parajes y al que los egipcios usaban al igual que al pájaro ibis, para representar al dios de la ciencia, Thot.
Otra de estas curiosas estatuas fue localizada en Leura, en las Montañas Azules de Nueva Gales del Sur.
En este mismo lugar, cerca de la localidad de Kyogle, la hija de un agricultor encontró en el campo un amuleto de ámbar
con forma de obelisco y extrañas inscripciones. Expertos del Museo de Departamentos de Minas dictaminaron que el amuleto era egipcio y que su antigüedad alcanzaba los 5.000 años.
En una cueva de Tierra de Arnhem existe el dibujo de un Ojo de Horus, e incluso en el Museo de Katoomba se pueden ver diferentes monedas localizadas en distintos punto de Australia de origen egipcio y romano.
Dos estatuas fueron halladas junto al Río Hawkesbury en Nueva Gales del Sur, y en ellas aparecen las cabezas de dos hombres con unos claros rasgos faciales semíticos. En el Museo de Perth se puede ver un plato descubierto en 1972 de origen fenicio, donde aparece una estrella de David junto a caracteres fenicios y egipcios.
La conocida como “Piedra Tjuringa”, encontrada en Australia central, es una copia idéntica de como los antiguos egipcios representaban el símbolo de Aton (el Sol) allá sobre el año 1.000 a.C.
Estatua de un babuino. Este animal representaba al dios de la ciencia egipcia Thot.
HUELLAS EN EGIPTO
Pero no sólo existen vestigios de la visita de antiguos egipcios a Australia.
También en el propio Egipto podemos hallar huellas que nos indican que en algún momento de la historia los pobladores de Egipto y Australia cruzaron sus destinos.
En 1.984 el periódico “Cairo Times” publicó la noticia del hallazgo de fósiles de canguros cerca del Oasis de Siwa. (Ver “Lost cities of ancient Lemuria & the Pacific” por David Hatcher Childress).
En la necrópolis de Sakkara, en el conjunto funerario del Faraón Unas (VI Dinastía), se han localizado escenas de caza de distintos animales, entre los que increíblemente aparecían canguros. También en Tell al-Amarna, la capital que mando construir Akhenatón se han encontrado dibujos de estos animales.
La presencia de “boomerang” en relieves egipcios que ya en su momento aparecieron en la tumba de Tutankamon constituye uno de los mayores misterios, ya no sólo por su presencia en tierras del Nilo, sino incluso por su utilización por parte de los aborígenes australianos.
A la izquierda imagen de un canguro aparecido en el complejo funerario del Faraón Unas en Sakkara (VI Dinastía) entre otras escenas de animales. A la derecha, la misma imagen pintada de negro para resaltar las formas de este animal típicamente australiano.
A finales del siglo XVIII fue descubierta la existencia de este extraño artilugio con increíbles capacidades aerodinámicas producto de muchos años de estudio y que no deja de representar todo un anacronismo histórico dentro de estos pueblos primitivos.
Sin embargo no todos los “boomerang” utilizados por los aborígenes tienen la propiedad de regresar a su punto de partida una vez lanzados, e incluso esta característica era desconocida para muchos de ellos. Sólo algunas tribus eran poseedoras de introducir esta capacidad en la construcción de los “boomerang” que fue heredada en tiempos remotos.
Esta circunstancia nos ha hecho pensar que, la fabricación de los “boomerang” estaba en pleno proceso involutivo a la llegada de los descubridores europeos a Australia, y que sólo algunas tribus de aborígenes conservaban una técnica, una estética y una calidad de acabado capaces de obtener la forma aerodinámica perfecta para ser dotados de la capacidad de regresar de nuevo una vez lanzados.
El uso que hicieron los egipcios de los “boomerang” parece que fue el de arma de mano, y ocasionalmente como arma arrojadiza para la caza.
A pesar de ello se han encontrado “boomerang” perfectos, capaces de volver de nuevo al punto de lanzamiento, una característica que desconocían y que es sinónimo del origen exterior de esto artefactos.
A la izquierda colección de boomerang del Museo Egipcio en El Cairo. A la derecha un aborigen australiano prepara su boomerang para ir de caza.
A la izquierda escena de caza de aves en el antiguo Egipto con boomerang. A la derecha boomerangs encontrados por Howard Carter e la Tumba de Tutankamon

OTROS JEROGLÍFICOS ENCONTRADOS
Fuente: Biblioteca Pleyades y FC

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