lunes, 14 de julio de 2014
El Enigma de las ciudades subterráneas de Capadocia, Turquía.
Capadocia (en turco: Kapadokya; griego Καππαδοκία; en armenio Կապադովկիա) es una región histórica de Anatolia central, en Turquía, que abarca partes de las provincias de Kayseri, Aksaray, Niğde y Nevşehir.
Capadocia se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo, y por su patrimonio histórico y cultural. En el año 1985, fue incluida por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad, con una zona protegida de 9.576 ha.
Hasta hace relativamente poco tiempo la Capadocia era una región de Turquía situada en una meseta al sureste de Ankara conocida principalmente por sus paisajes modelados por el agua y el viento y siglos de erosión, que han transformado la roca volcánica creando figuras inusitadas. Las erupciones del monte Erciyes y el monte Hasan -antiguos volcanes ya extintos- cubrieron de lava vastas extensiones del paisaje de la zona con finas capas de ceniza volcánica, que se solidificó formando la roca conocida como toba calcárea. A lo largo de millones de años, la erosión excavó valles y desfiladeros y modeló las famosas “chimeneas de hadas” que dan a la región su aspecto único. Sí, la Capadocia es una tierra de paisajes increíbles, pero es mucho más que eso. La toba posee la característica de poder ser fácilmente excavada y modelada, y una vez expuesta al aire, se endurece lo suficiente como para soportar el peso de estancias, bóvedas y túneles. Los habitantes que durante miles de años han poblado la Capadocia conocían bien esta particularidad del paisaje de la región, y durante cientos, miles de años quizás, excavaron la roca creando una compleja red de cuevas y túneles, hasta crear auténticas ciudades bajo el subsuelo de toda la región con capacidad para albergar a cientos de miles de personas durante varios meses.
Desde hace miles de años han existido asentamientos humanos en la Capadocia. Algunas de las civilizaciones más antiguas del mundo tuvieron su origen y florecieron aquí, como por ejemplo los hititas, mientras que otras supieron ver en la región un lugar estratégico que permitía el control de la meseta anatolia y de las rutas de paso entre Asia y Europa. Todas esas civilizaciones -desde los hititas a los persas, desde los griegos a los bizantinos pasando por los romanos- han dejado su huella cultural en Capadocia.
La situación geográfica de la Capadocia la convirtió irremediablemente durante muchos siglos en lugar de paso y en encrucijada de numerosas rutas comerciales, y por tanto, también en objeto de continuas invasiones. Ya fuera para escapar del duro clima de la región, de los animales salvajes o de los ataques de bandidos e invasores, el caso es que los pobladores de la Capadocia comenzaron a excavar la blanda roca y a crear primero cuevas, y más tarde auténticas ciudades subterráneas de decenas de metros de profundidad. Conectadas por decenas de túneles que forman auténticos laberintos en los que resulta fácil perderse, construyeron viviendas, establos, cuarteles, cocinas, baños, salones e incluso iglesias distribuidas en varios niveles que se adentran en el subsuelo de la Capadocia. Dotadas con sistemas de ventilación, chimeneas y depósitos de agua, los habitantes de estas increíbles ciudades subterráneas podían permanecer meses y meses en el subsuelo aislados del mundo exterior situado varias decenas de metros más arriba, a salvo de cualquier peligro.
Los descubrimientos hechos hasta ahora en algunas de estas ciudades han revelado la existencia de numerosas cocinas, bodegas, almacenes de comida, depósitos de agua, zonas de reunión, baños y centros de oración, entre otras estancias. Todas ellas excavadas a mano en la roca. La relativa facilidad para modelar la roca permitió esculpir hasta los mínimos detalles, desde huecos en los que calentar la comida hasta canales para la circulación del agua, pasando por asideros para atar los caballos o agujeros para colocar las lámparas de aceite con las que se iluminaban. Se ha descubierto incluso que muchas de estas ciudades poseían un complejo sistema de conductos que permitían la comunicación entre distintas estancias situadas a niveles diferentes. Debido además a la especial textura de la roca en la que se excavaban, las estancias permanecían a una temperatura agradable y estable a lo largo de todo el año, ni demasiado calurosas en verano ni demasiado frías en invierno.
Uno de los detalles que más destaca ante el visitante es no obstante el sistema que utilizaban para cerrar las entradas de los principales túneles de acceso en caso de peligro, formado por enormes piedras de pesada roca en forma de rueda que hacían desplazarse a lo largo de una especie de rail excavado en la roca, de forma que una vez cerrado sólo podían girarse desde el interior para volver a permitir el paso. Había otros ingeniosos sistemas defensivos que permitían coger a los enemigos por sorpresa o incluso desorientarlos, y que posibilitaban que unos pocos defensores pudieran resistir largo tiempo incluso ante grandes ejércitos.
La fecha en que fueron construidas estas fabulosas ciudades subterráneas de la Capadocia continúa siendo de hecho un misterio. Son mencionadas por primera vez en el siglo V a.C por Herodoto, si bien algunos expertos consideran que fueron los hititas quienes comenzaron a excavarlas al menos 1.500 años antes de nuestra era, siendo usadas posteriormente por los primeros cristianos que huían de la persecución de los romanos. Otros estudiosos opinan que las ciudades subterráneas fueron excavadas por los frigios -quienes invadieron precisamente los territorios hititas- en torno al año 1.000 antes de Cristo como medio de defensa contra los asirios, o que incluso fueron construidas mucho después, en tiempos romanos o bizantinos. Hay quien piensa también, sin embargo, que todos ellos se limitaron a utilizar algo que ya había sido construido desde tiempos inmemoriales y que la antiguedad de las ciudades subterráneas es tal que seguramente nunca podamos conocerla con certeza.
El uso de las ciudades subterráneas se prolongó durante la llegada del cristianismo a la región, en los siglos II y III de nuestra era. En esa época inicial del cristianismo proliferaron los anacoretas, que buscaban un estilo de vida ascético y privado de comodidades creyendo que así se acercaban más a Dios. Posteriormente a partir del siglo IV se crearon varias comunidades monásticas en la región, siguiendo la tradición de los primeros cristianos. Cuando los invasores árabes comenzaron a hacer incursiones en la región durante los siglos VII y VIII, las comunidades cristianas y monásticas que habitaban la Capadocia utilizaron la red de túneles y cuevas de las ciudades subterráneas para sobrevivir y escapar a los invasores, igual que antes que ellos lo habían hecho otros habitantes de la zona durante siglos. Posteriormente, tras la pérdida de la región por parte de los bizantinos a manos de los turcos selyúcidas y con la llegada posterior del Imperio Otomano, la región se estabilizó y el peligro de invasión desapareció durante siglos, y los habitantes de la Capadocia comenzaron a olvidarse de las ciudades subterráneas a medida que continuaban su vida normal en la superficie. La llegada del Islam a la región terminó por abandonar también el uso de los monasterios e iglesias construidos en la roca, y poco a poco las cuevas y túneles fueron abandonados hasta que únicamente las estancias más cercanas a la superficie continuaron siendo utilizadas por los pobladores de la región como almacén o lugar de refugio para los animales, cosa que aún sigue ocurriendo en la actualidad.
El conocimiento de la existencia de las ciudades subterráneas se perdió, y durante prácticamente mil años quedó como una simple leyenda en la memoria de los más ancianos. Y así siguió hasta que a mediados de los años 60 fueron descubiertas de nuevo casi por casualidad; primero Kaymaklı, luego Derinkuyu, y así hasta llegar a nuestros días, en los que se conocen 40 ciudades subterráneas en Capadocia, si bien se cree que podría haber unas 200. De esa cuarentena de ciudades descubiertas hasta la fecha, sólo unas pocas están abiertas al público y sólo parcialmente, ya que su extensión y complejidad hace demasiado peligroso adentrarse en profundidad para cualquiera que no esté debidamente preparado; otras han sufrido derrumbes de sus túneles y cavidades con el paso de siglos y siglos de abandono; y en general se puede decir que se muestra sólo una mínima parte porque es tanto lo que se desconoce de ellas que ni siquiera se sabe hasta dónde se extienden… Dicho lo cual, el visitante empleará no menos de hora y media en recorrer las estancias y galerías de la mayoría de ellas, no sin dificultades y siempre procurando no perderse en el laberinto de túneles y pasadizos que las recorren.
Una de las ciudades más conocidas para los turistas, aunque no es desde luego la más grande, es la ciudad subterránea de Derinkuyu. Situada a unos 30 km al sur de Nevşehir, la ciudad fue abierta al público en 1969, aunque sólo el 10% puede ser visitada. Por lo que sabemos posee ocho niveles subterráneos que alcanzan una profundidad de 85 metros bajo tierra, y podía albergar unos 20.000 habitantes. Kaymaklı, abierta en 1964 y localizada a unos 10 km al norte de Derinkuyu, es otra conocida ciudad subterránea; si bien algo más pequeña que la anterior -con “sólo” cinco niveles subterráneos- posee aun así más de 100 túneles diferentes que la recorren, la mayoría de ellos lo suficientemente estrechos e inclinados como para hacer desistir al más valiente, o al menos a cualquiera que sufra de cierto grado de claustrofobia. Estas no son las ciudades subterráneas más grandes que se conocen, ni muchísimo menos: sabemos que algunas de estas ciudades poseen hasta 20 niveles o pisos subterráneos, superando los 500 metros de profundidad y pudiendo albergar entre 60.000 y 80.000 personas cada una. En total se estima que bajo el subsuelo de la Capadocia hay una red de ciudades capaces de albergar hasta un millón de personas durante varios meses, una población que ni siquiera existe en la actualidad en la región… Lo cual nos devuelve de nuevo a la pregunta, ¿quién y para qué construyó estas inmensas ciudades bajo tierra?.
La ciudad subterránea más recientemente descubierta abierta al público es Gaziemir, situada a unos 40 km al este de Aksaray. Abierta en junio de 2007, aún no son muchos los turistas que la visitan, si bien se cree que es una de las ciudades más grandes de la zona. Los expertos creen que se remonta al menos a la época bizantina, y al contrario de lo que suele ser habitual sus túneles y pasadizos no están construidos de forma que apenas permiten el paso de una persona sino que son anchos y espaciosos, seguramente para permitir el paso de camellos usados como medio de transporte en las caravanas de mercaderes que atravesaban la región. Para aquellos que padezcan de claustrofobia pero que no puedan resistirse a la tentación de descubrir los misterios de las ciudades subterráneas de la Capadocia, seguramente Gaziemir sea el lugar ideal. Por ahora las excavaciones han permitido sacar a la luz baños, iglesias, establos, almacenes, cocinas, bodegas y habitaciones.
Uno de los más sorprendentes y recientes descubrimientos es que las ciudades subterráneas de la Capadocia no estaban aisladas entre sí, sino que estaban unidas por túneles de decenas de km de longitud formando una inmensa red que permitían comunicarlas entre sí. Actualmente hay un proyecto en marcha que pretende abrir alguno de estos túneles -de entre 15 y 20 km de longitud- al público, aunque aún no está claro cuándo ni cómo se podrá realizar un recorrido que sin duda pondrá a prueba al más atrevido.
A pesar de que el número de turistas que optan por ver las ciudades subterráneas sigue siendo pequeño en comparación con los que visitan las peculiares “chimeneas de hadas” que decoran el paisaje de la Capadocia o lugares tan emblemáticos como Göreme, poco a poco se va conociendo este peculiar tesoro -aún por descubrir en su totalidad- que se extiende bajo el subsuelo de una de las regiones más conocidas de Turquía. Muchos son los misterios que rodean aún a esta inmensa red de ciudades construidas hace miles de años bajo el subsuelo de Capadocia. La extensión y complejidad de las construcciones, unido a que seguimos sin saber a ciencia cierta quién ni para qué construyó esta inmensa red de ciudades bajo tierra, hace que aún hoy las ciudades subterráneas de la Capadocia constituyan uno de los grandes misterios no sólo de Turquía, sino de todo el mundo, y un lugar que sin duda alguna merece la pena visitar.
Cómo llegar:
Hay servicios de autobús con destino a Capadocia desde muchas ciudades de Turquía, incluyendo Estambul y Ankara. La mayoría de ellos suelen llegar hasta Nevşehir, principal ciudad de la región, donde podemos tomar un minibus (llamados “dolmuş”) o un taxi que nos lleve hasta donde queramos. Los mejores alojamientos se encuentran en Göreme y Ürgüp, localidades por otro lado bastante bien situadas para visitar la región.
La mayoría de los hoteles de la zona ofrecen a muy buen precio tours guiados por la Capadocia que incluyen -si lo deseamos- visitas a algunas de las principales ciudades subterráneas. También podemos recurrir a una agencia de viajes turca, una opción más cara pero en cualquier caso seguramente más barata que un viaje organizado con un touroperador europeo. Otra posibilidad para los más “aventureros” es alquilar un coche y visitar la Capadocia por nuestra cuenta, provistos de un buen mapa.
Si queremos llegar en avión, hay que tener en cuenta que el aeropuerto más cercano se encuentra en Kayseri. Hay vuelos regulares desde Estambul con Turkish Airlines (THY). Desde el Aeropuerto de Kayseri parten autobuses a Göreme y Ürgüp.
Dónde alojarse:
Hotel Cappadocia Palace (http://www.hotel-cappadocia.com)
Kayadam Cave Hotel (http://www.kayadam.com)
Yunak Evleri Cave Hotel (http://www.yunak.com/index.php)
Hotel Selçuklu Evi (www.selcukluevi.com/es)
Melekler Evi (http://www.meleklerevi.com.tr)
fuente del texto/arqueoastronomia.wordpress.com
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