lunes, 23 de septiembre de 2013
EL HOMBRE DE TOLLUND
El 6 de mayo de 1950, Viggo y Emil Hojgaard, dos campesinos que trabajaban en la extracción de la turba del pantano de la pequeña localidad de Tolland en la península de Jutlandia (Dinamarca), se quedaron petrificados ante la visión de una pequeña cabeza semienterrada en la ciénaga.Se hallaba en una explanada de unos 60 metros de tierra y el cuerpo apenas era visible entre la oscura turba. Cuando se acercaron tímidamente para comprobar la identidad del sujeto, se toparon de lleno con un rostro de extraño aspecto cuya piel tersa y reluciente parecía pertenecer a alguien fallecido recientemente. Nerviosos y excitados, observaron que una cuerda rodeaba el cuello del fallecido y, alertados por la posibilidad de que se tratase de un joven perteneciente a la escuela de Copenhaguen desaparecido hacía poco tiempo en la región y del cual no se había vuelto a tener noticias, decidieron avisar de inmediato a las autoridades competentes que se personaron en el lugar dos días después, justo el sábado 8 de mayo. Cuando la policía llegó rápidamente se percataron de que el hombre no había fallecido recientemente sino todo lo contrario. El cuerpo mostraba claros indicios de no pertenecer a la época y, posiblemente, llevase sumergido en la turba de la ciénaga muchos años, más de los que ninguno de los presentes podía imaginar. Cuando Peter Vilheim Glob, Director General de Museos y Antigüedades y también director del Museo Nacional de Copenhagen se presentó en el lugar del macabro descubrimiento avisado por las autoridades, se topó de lleno con un cuerpo momificado en espléndido estado de conservación. Se trataba de un hombre que reposaba tumbado de costado, con las rodillas dobladas y pegadas al estómago y uno de sus brazos bajo la barbilla. El hombre parecía dormido en el tiempo. Parecía reposar plácidamente en el pantano y hasta el rictus mortuorio de su boca, dejaba entrever una leve mueca de satisfacción.
La piel estaba en perfecto estado y lucia barba de pocos días. Lo que llamó poderosamente la atención de los especialistas, fue comprobar como una cuerda de dos tiras de piel trenzada rodeaba el cuello del cadáver señalando la posibilidad de que hubiese muerto de forma violenta. La cabeza estaba cubierta por una boina de piel de ocho piezas cosidas a mano. La edad del individuo se estimó entre 30 y 40 años y su estatura era de 1,6 m de altura, datándose su antigüedad en unos 2300 años, en plena época Del Hierro Prerromana. De inmediato se procedió a rescatar el cuerpo del pantano. Para ello se utilizó una caja de madera que se colocó alrededor del cuerpo, logrando con ello extraerlo conjuntamente con el terreno que lo cubría en un único bloque minimizando al máximo cualquier deterioro o daño a su estado natural de conservación.Una vez el individuo se halló en el laboratorio nacional se procedió a practicarle todo tipo de pruebas. Lo primero fue comprobar el estado interno de sus órganos con resultado más que satisfactorio. De su estómago, sin ir más lejos, se pudo extraer residuos que indicaban qué había ingerido en su última cena. El resultado era una especie de papilla de verduras y semillas. Había semillas de lino, manzanilla, cebada y centeno. El centeno contenía hongos con cornezuelo, elemento que produce alucinaciones y alteraciones de la mente.A raíz de éste descubrimiento se analizó en profundidad las posibles causas de la muerte del hombre de Tollund, (nombre por el que se le conoce desde su descubrimiento en la pequeña localidad de Tolland). Antiguos ritos prehispánicos, posiblemente como ofrenda a la diosa Nerthus, son relatados y referidos en la obra “Germania Magna” de Cornelio Tácito en el cual, el autor narra cómo se sacrificaban humanos ahogándolos en un ritual mortal. Tácito menciona también la costumbre que tenían los antiguos pobladores de colgar en los árboles a los delincuentes, desertores, o los que eran considerados unos cobardes. Historiadores y arqueólogos se preguntan si el hombre de Tollund podría pertenecer a esta clase de hombres repudiados y sentenciados a muerte. Lo que sí se sabe, es que probablemente pertenecía a una clase alta, debido al cuidado estado de sus uñas y piel así como la indumentaria que vestía. Ya en la edad del Hierro la zona de Jutlandia en la que apareció el cuerpo momificado, era señalada como lugar predilecto para la extracción de la turba, por su gran calidad y abundancia en la región. Por los vestigios descubiertos en la zona, se sabe que explotaban las ciénagas pantanosas para la utilización de la turba como combustible.Se piensa que los sacrificios rituales pudiesen ser una ofrenda a los dioses en agradecimiento por la obtención de la turba.
Esto aclararía el estado relajado del cuerpo del hombre de Tollund, quien quizás, podía haber ingerido ciertas drogas para morir plácidamente antes de ser colgado, fuese o no de libre elección su sacrificio El extraordinario estado de conservación de la momia se debe a la turba del pantano que emite pequeñas cantidades de ácido. Estos ácidos al mezclarse con los propios de la descomposición de los residuos vegetales, cuya combinación crea el ácido húmico (conocido también como ácido de los pantanos), hace imposible la proliferación de bacterias y por lo tanto la materia orgánica no se descompone. A estos factores hay que añadirles las bajas temperaturas de la zona, la humedad reinante y la escasez de oxígeno en el agua del pantanoAntes de que el cuerpo del hombre de Tollund pudiese ser expuesto en el museo tuvo que ser preparado a conciencia. Para empezar, dado el elevado coste de conservación que suponía preservar todo el cuerpo, se determinó conservar solo la cabeza, los dos pies y un dedo. Durante 6 meses se sumergió en un baño de agua, formalina y ácido acético. Después fue sumergido en alcohol de 30º y posteriormente de 99º. Finalmente se sumergió en Tolueno puro que iba siendo saturado con parafina hasta ser sustituido por cera caliente.
En el proceso el cuerpo menguó un 12% de su tamaño original y, el color oscuro que presenta la piel hoy día, es consecuencia de la limonita y los ácidos húmicos contenidos en el pantano. Pasado un año el cuerpo del hombre de Tollund pudo ser al fin expuesto en el museo de SilkeborgLa región de Jutlandia guarda aún bajo la húmeda turba de sus ciénagas pantanosas, la posibilidad de redescubrir retales de la historia a través de los cuerpos que la naturaleza ha momificado lentamente, esperando ser rescatados del olvido del tiempo y mostrarnos los detalles de un mundo atávico, desconocido, mágico y ancestral.
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