lunes, 3 de diciembre de 2012

CULTURA CHACHAPOYAS: LOS HOMBRES DE LA NIEBLA

Una de las culturas más enigmáticas del Amazonas precolombino es la Chachapoyas, una deformación fonética del nombre original de la misma, Sachapuyas, que significa "Los Hombres de la Niebla" ó "Los Habitantes de las Nubes". Eran de piel blanca, ojos claros y cabello rubio o pelirrojo, adoraban a una estrella ( Chuquiquincay ) y a los dioses que habitan en ella, y levantaban todas sus ciudades a varios miles de metros de altitud, en lugares casi inaccesibles, en una actitud defensiva a ultranza, que llevaban al extremo de matar a cualquier intruso que osara subir hasta ellos.
Jamás descendían de las alturas pues tenían la creencia de que abajo habitaban los descendientes de los demonios del inframundo, capaces de robarles el espíritu, y rendían un extraño culto a la muerte y a perdurar más allá de ella a través de la momificación.Adoraban a las culebras y su principal deidad era el Ave Cúntur ( el cóndor ) e invocaban a la Constelación de Leo como protección contra el ataque de animales salvajes. Su arte rupestre demuestra que eran una cultura milenaria en la región, posiblemente descendientes de razas y culturas ancestrales ( de quienes conservaron sus huellas genéticas ) que se pierden en la niebla de los tiempos, como los chachapoyas lo hacían en la niebla de las alturas.Dejaron como mudo testimonio de su enigmática cultura un importante número de monumentos de piedra, como la Fortaleza de Kuelap y El Gran Pajatén, estableciéndose su centro de desarrollo el Valle del río de Utcubamba ( "Tierra de Cuevas" ), extendiéndose hasta el sur del Río Abiseo, donde se levanta la Ciudadela de Gran Pajatén.
La impresionante fortaleza de Kuelap, la ciudad de la niebla, se encuentra a más de tres mil metros de altura en un lugar casi inexpugnable, lleno de traicionaeros y peligrosísimos precipicios y senderos de lodo.Una muralla de piedra de más de 20 metros de altura para cuya construcción se necesitó más del triple de piedras que para levantar la Gran Pirámide de Keops, rodea el énclave y el acceso se logra a través de dos muros enfrentados de unos tres metros de ancho que van estrechándose hasta poco menos de medio metro.
En su interior unas cuatrocientas casas y edificaciones ceremoniales en envidiable estado de conservación están cubiertas por vegetación. Una vez más acude a la mente ortodoxa el enigma de cómo se logró levantar allí semejante construcción, sin conocimiento de la rueda y la polea, y para defenderse de qué o de quién.
La magnitud de cualquier construcción defensiva revela siempre proporcionalmente el poder del enemigo que se espera, que en este caso, parecía ser enorme, aunque los historiadores no pueden explicar de quién o qué pudo tratarse, al no existir ningún indicio histórico que demuestre la existencia de un poderoso antagonista, ni restos arqueológicos que evidencien grandes batallas, ni siquiera una tradición oral que refiera a grandes enemigos de esta cultura
dentro de múltiples cavernas, se levantan unos extraños sarcófagos de trazas gigantescas que parecen observar eternamente el horizonte, en cuyo interior yacen los cuerpos de sacerdotes, nobles y reyes, y, cercanos a ellos, colgados de las barranqueras, cuerpos retorcidos de decenas de momias que parecen espantarse de su destino.El escritor Federico Kauffmann descubrió en su expedición realizada en 1984 una gruta cavada de ex profeso en Karajía que cobija los sarcófagos más conspicuos de todos cuantos fueron construídos por los antiguos chachapoyas, que, colocados verticalmente, con una cabeza-máscara cuyos rasgos hacen recordar a los de los Moais de la Isla de Pascua, y un cuerpo de contornos fálicos, alargado y cilíndrico, parecen ser fantasmagóricos custodios del lugar.

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