lunes, 3 de agosto de 2020

Los últimos secretos de Stonehenge

ABC entrevista a Vincent Gaffey, uno de los arqueólogos que han hallado la estructura prehistórica más grande del Reino Unido, cerca de donde vivían los constructores de Stonehenge


Imagen del célebre monumento megalítico

Vincent Gaffney no necesita que quien le entrevista le haga las preguntas, porque cuando empieza a contar una historia las va respondiendo prácticamente todas de forma espontánea, una tras otra. A sus 62 años, habla con pasión juvenil sobre su trabajo. No es para menos: es uno de los pocos afortunados con acceso total al monumento de Stonehenge, uno de los más increíbles y a la vez enigmáticos del mundo, y hace solo unos meses hizo un descubrimiento histórico en sus cercanías que fue anunciado al mundo pocas semanas atrás.

Ubicado en el condado de Wiltshire, Inglaterra, y construido alrededor del 2500 antes de Cristo, «Stonehenge no son solo las piedras que todos conocemos, es un paisaje creado para ser observado desde lejos y en el que todo es importante», asegura en conversación con ABC. «Fue construido para impresionar». Y, aunque las mayores impresiones se las ha llevado él varias veces a lo largo de su dilatada carrera, y por diferentes motivos, la última pasará a la historia por tratarse, como él mismo lo califica, de «un hallazgo sin precedentes».

Durrington Walls

«Descubrimos un círculo de pozos, cada uno de diez metros o más de diámetro y al menos cinco metros de profundidad, alrededor del vecino prehistórico más grande de Stonehenge, el llamado superhenge en Durrington Walls», explica Gaffney. Durrington es «uno de los monumentos neolíticos más grandes» de Gran Bretaña y fue construido hace más de 4.500 años. Y está justo en el centro del gigantesco anillo, que tiene unos dos kilómetros de diámetro, y que forma parte de un extenso territorio repleto de restos históricos, así como de elementos simbólicos y rituales.

Gaffney es el coinvestigador principal del proyecto Stonehenge Hidden Landscapes (Paisajes ocultos de Stonehenge), una colaboración entre las Universidades de Birmingham, Viena, Bradford, St Andrews, Nottingham y Gante con el National Trust y el English Heritage, que tiene como objetivo «ubicar el sitio y su desarrollo a través del tiempo dentro de un contexto paisajístico», utilizando técnicas geofísicas «rápidas y precisas basadas en tierra», como la magnetometría, el radar de penetración en el suelo, el uso de GPS en tiempo real, la guía robótica y la inducción electromagnética. Gracias a esta investigación, «se ha desarrollado una estrategia rápida para mapear, visualizar e interpretar datos a escala de paisaje» y su intención es «descubrir más sobre Stonehenge mirándolo desde fuera».

Geofísica

Así, alrededor de 18 kilómetros cuadrados de paisaje alrededor de Stonehenge ahora se han estudiado a través de la geofísica. «Aunque pudiéramos excavar libremente, sería imposible comprender el sitio en su contexto total sin la tecnología que tenemos disponible actualmente», explica el arqueólogo, que considera que muchas veces «la ausencia de evidencia se ha convertido en la evidencia de la ausencia», algo que, a su parecer, es un planteamiento equivocado. Y este nuevo descubrimiento es la prueba.

Pero a veces hay que acoger perspectivas y herramientas nuevas para poder ver lo que está oculto. Gaffney y el resto del equipo, en el que está además su hermano Chris, dejaron de lado la arqueología típica. «A los arqueólogos nos encanta excavar agujeros», dice entre risas, y se pone serio de nuevo antes de agregar: «Pero eso hace que conozcamos muy, muy bien, una parte muy pequeña de lo que investigamos. Conocemos mucho de espacios reducidos; conocemos muy bien un 5%, pero el 95% es desconocido». Fue así como en 2007 empezaron a trabajar en geofísica a gran escala y el uso de magnetómetros se convirtió en un método esencial. «Formamos parte de un proyecto europeo para compartir equipos, montando lo que llamo un circo geofísico, que iba moviéndose por todas partes». Empezaron entonces a salir nuevos datos que luego tenían que ser trabajados, estructurados e interpretados. Y todo cambió.

Vincent Gaffney, trabajando en el proyecto
Vincent Gaffney, trabajando en el proyecto - ABC

«Estoy seguro de que en el Reino Unido, y probablemente en Europa, no hay nada como esto», dice Gaffney, que actualmente ejerce en la Cátedra de Arqueología del paisaje de la Universidad de Bradford. «Es, hasta el momento, la estructura prehistórica más grande que se ha encontrado en Gran Bretaña. Es enorme, espectacular, gigante», exclama con emoción. «Stonehenge es pequeño y para los muertos, y Durrington, en contraste, se cree que está asociado con los vivos», explica, en sintonía con las ideas de otros especialistas como Michael Parker Pearson, del University College London. Una señal de esto podría ser que «Stonehenge está construido con piedras, mientras que las estructuras de Durrington son de madera». Y ahora, además, está el círculo de pozos. «En el neolítico temprano todo era rectangular, mientras que en el tardío es circular», dice Gaffney, en un intento más de atar cabos y estructurar lo poco que se conoce.

«Y ahora me va a preguntar: ¿Y para qué sirve esto?», dice, para inmediatamente responder: «No lo sabemos, no sabemos cuál era el objetivo» de estas construcciones, que durante siglos han sido un misterio, y del anillo recientemente descubierto. La arqueología, como ciencia que estudia civilizaciones antiguas, no ofrece respuestas rápidas, ni declaraciones escritas en piedra, nunca mejor dicho. No obstante, el experto se aventura a proponer que quizá el enorme círculo servía para demarcar el perímetro de una zona a la que por algún motivo no se podía entrar. «Quizá una zona sagrada o incluso una aldea, donde podrían haber vivido quienes construyeron Stonehenge».

Otra de las conclusiones que sacó el equipo de Gaffney de este descubrimiento es que quienes compusieron el anillo sabían contar; de lo contrario no podrían haber hecho una estructura de tal envergadura. «Esta es la primera y sustancial evidencia de que sabían contar», afirma. Y explica: «Contar tiene significados distintos para distintas sociedades» y pone el ejemplo de hacerlo «por razones sociales». «No es como nosotros entendemos las matemáticas, tiene una importancia cosmológica, no propósitos abstractos». «No es un descubrimiento arqueológico normal», asegura. ¿Cómo le hizo sentir lo que encontraron? «No sé si hay una traducción en español», avisa, antes de elegir la palabra «Aghast». Y tiene razón, porque la traducción literal no es suficiente para expresar todo su contenido: una mezcla entre atónito, sorprendido, en shock, incluso espantado. «Todo al mismo tiempo», sostiene, con el brillo en los ojos que tienen esas personas tan llenas de curiosidad que, en lugar de usar sus descubrimientos como respuestas, los transforman en nuevas preguntas.





Ivannia SalazarIvannia Salazar

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