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domingo, 10 de mayo de 2020
Mujeres, mestizos, amuletos: los arqueólogos rompen los mitos sobre la élite al inicio del imperio español
Excavaciones en Panamá la Vieja muestran el componente africano desde el principio del siglo XVI en el documental «Una arteria del imperio»
La ciencia es así, nuevos datos contradicen conocimientos que creíamos asentados. Un equipo de arqueólogos acaba de hallar nuevas evidencias que completan lo que sabíamos de los primeros años de la globalización. El relato simplón, comúnmente aceptado y cada vez más adorado por un discurso hegemónico que prefiere los clichés a la complejidad de las cosas, exigiría que en uno de los primeros templos cristianos de América, lleno de enterramientos, la estructura social fuese la canónica y arraigada, sobre todo en la visión de la leyenda negra: los europeos «racistas y crueles» formarían una élite cerrada, con sus hijos criollos en un escalón inmediato. Se supone que ellos ocuparían los sepulcros del interior del templo, como los hidalgos de rancio abolengo en España. Y en el exterior estarían las clases populares, los mestizos, los indígenas, los esclavos. Pero no, las evidencias forenses dicen otra cosa.
El proyecto «Una arteria del Imperio», liderado por Bethany Aram de la Universidad sevillana Pablo de Olavide, que fue presentado ayer en la colombiana Uninorte, pone al descubierto «un nuevo relato sobre el proceso de conquista y colonización del continente americano», según nos cuenta Juan Guillermo Martín, arqueólogo de Uninorte responsable de los trabajos de campo.
Esa globalización acaba de arrojar, después de un estudio internacional y multidisciplinar a los restos humanos excavados, una movilidad social, económica y espiritual difícil de casar con lo que aparece en los libros. El 60 por ciento de los enterramientos corresponde a mujeres jóvenes, negras, mestizas y europeas, según los análisis de isótopos de estroncio y oxígeno, acompañados del estudio del ADN. Hen encontrado cuerpos en diferentes disposiciones y enterrados junto a amuletos asociados a creencias africanas, entre las tumbas principales.
Los científicos adoran el asombro de los nuevos datos, les da vidilla, les reta a comprender mejor lo que antes se había dictaminado de otro modo con los datos disponibles. Y además les impulsa a encontrar otras evidencias que apoyen sus hallazgos. Y eso ha hecho el equipo de Bethany Aram en universidades españolas, colombianas, peruanas e italianas. «En ambos continentes nos han enseñado versiones monolíticas que no dan cuenta de la complejidad social de la primera globalización. Es evidente el impacto que tuvo este encuentro en ambas direcciones pero nos abre también una perspectiva distinta de la realidad de Panamá durante el siglo XVI que, seguramente, se puede extrapolar a otros lugares de América», remata Juan Guillermo Martín.
Para este arqueólogo también se ha documentado «la adaptación de los primero europeos en América a una nueva y variada gastronomía. No habría tortilla de patata sin su domesticación hace miles de años en la región Andina. De igual forma, la información arqueológica nos ofrece una idea distinta, del imaginario actual, en torno a la configuración social de la Panamá colonial». Según se relata en el documental «Una arteria del imperio», los europeos debieron amoldarse a los vegetales disponibles: maíz, yuca...
Protagonismo económicoa de la mujer mestiza
Otra de las sorpresas es la importancia del vector africano que la genética demuestra: «Cerca del 80% de la población era de origen africano y no toda ella esclavizada. Mucha de esa población con peso en la actividad económica de la ciudad. También destaca el papel de la mujer en la época. Pensamos siempre en eventos protagonizados por hombres y escritos por ellos. Pero el correlato arqueológico nos muestra una sociedad femenina, en donde la mujer, mayoritariamente de origen africano, cumple un rol determinante en la consolidación de esta ciudad».
Los casos que aparecen en el documental son elocuentes. Una esclava negra amancebada con un clérigo de la fábrica de la catedral acabó gobernando la casa, encargándose de las compras de material y con un papel notorio y público durante una etapa nada corta porque tuvo cinco vástagos con el cura. Se sabe por el proceso contra él que ha dejado legajos y testimonios en el Archivo de Indias, muestra de la importancia que ha tenido la colaboración entre la arqueología histórica, la bioarqueología y la investigación archivística bajo la coordinación de Bethany Aram. El clérigo fue condenado a liberarla.
Huracán en la carta de Pedrarias Dávila
Otro caso memorable es la aparición de una carta de Pedrarias Dávila en la que relata los efectos, hasta ahora desconocidos, de un huracán en 1522 que destruyó la primera iglesia y las casas de su entorno. Los arqueólogos, siguiendo las indicaciones dadas en el documento, han hallado y excavado los enterramientos que se conservan en los cimientos de esa primera sede y los resultados han confirmado todas sus nuevas teorías.
«Con este proyecto se superan viejos mitos, así como una visión eurocéntrica del tema. Desde la misma configuración del equipo de investigación, con científicos de España, Italia, Alemania, Panamá, Cuba y Colombia, conseguimos reescribir la historia y aportar datos concretos que se articulan además desde la historia, la arqueología, la genética, la bioarqueología y la paleobotánica. Estamos en mora de encarar nuevos proyectos de este tipo que reivindiquen el aporte americano al proceso de conquista y generen discursos desapasionados de una historia común».
He ahí la clave, sin los clichés ni los prejuicios de la leyenda negra. Una historia común. Los ricos mestizos, las acomodadas africanas en aquel Panamá que toleraba la movilidad racial y la relevancia económica muy lejos de la visión racista y violentísima negrolegendaria. «Panamá fue la garganta de Perú», se dice en el documental, por allí pasaron las riquezas, las manufacturas, los productos las personas y la plata. El paisaje cultural es global desde el momento en el que se conecta con América del Sur, Europa, México y, finalmente, Asia, gracias al galeón de Manila.
«Ha sido complicado lograr la coordinación de un equipo tan complejo, pero el resultado salta a la vista -comenta Juan Guillermo Martín-. Conseguimos adelantar jornadas de trabajo en línea, desde hace 5 años, ahora que nos parecen tan comunes. Discutir avances y resultados y generar espacios académicos de interacción en Panamá y Sevilla. Tuvimos que coordinar también permisos, de instituciones de España, Panamá y Perú. Al final todos entendieron el valor e importancia de este proyecto, facilitando su desarrollo», concluye.
El resultado ahora comenzará a ponerse a disposición de la sociedad. Las ciencias sociales la sirven y el estudio de la primera globalización guarda claves e inteligencia necesaria para entender la actual globalización bajo amenaza de pandemia. «Ahora mismo estamos escribiendo numerosos artículos científicos sobre distintos aspectos del proyecto pero sabíamos que teníamos una responsabilidad con la ciudadanía. ¿Para qué hacemos esto? Por eso Uninorte asumió la responsabilidad, de la mano de Alexander Pérez, de acompañar la investigación de manera audiovisual. Dirigió por Skype los equipos de la UPO, Pavía y la Universidad de Antioquia, para garantizar la calidad del documental».
Para el joven arqueólogo colombiano «es una pieza de calidad que logra sintetizar cinco años de arduo trabajo. Un producto que compite con las producciones de pseudoarqueología tan difundidas en canales que alguna vez fueron serios. Es el momento de presentar un proceso científico de forma amena pero con el rigor que se merece».
Ahora es responsabilidad de todos dar paso en nuestra mente al nuevo conocimiento, dinamitar los prejuicios y sentirnos orgullosos de este pasado común, que aún podrá ampliarse si trabajan juntos los científicos de muchos países. El pasado, cada vez, resulta más impredecible.
La Monarquía española estuvo allí
Por Manuel Lucena Giraldo
El excelente documental «Una arteria del imperio. Cuando el mundo se hizo global» cumple el requisito fundamental de toda producción científica de divulgación: ayuda a pensar. Nos deja, francamente, hechos un lío. En la medida en que los investigadores que lo sustentan, coordinados de manera magistral por la profesora Bethany Aram, de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, han sido capaces de probar mediante sofisticados análisis genéticos que los restos humanos hallados en el cementerio de la catedral de Panamá la Vieja, destruida a resultas del ataque alevoso del pirata inglés Morgan en 1671, tienen componente africano, la evidencia histórica se impone. Donde solo debía haber «mala gente» de la elite blanca (o sea, españoles rabiosos) resulta que aquello está lleno de mulatas se supone que ricas y de mestizos cargados de plata (del Perú).
Primera conclusión: ese imperio español que retratan tan estático y represor tenía una espectacular movilidad social. También geográfica. Otros análisis de laboratorio muestran que la pauta de alimentación incluía productos lejanos. Segunda conclusión: estaban conectados. Procede formular una hipótesis. La capacidad política, institucional, social, humana, tecnológica, detrás de las evidencias halladas, pertenecía a la monarquía de España. Si no lo tienen en cuenta, no van a entender nada. No se puede explicar la globalización sin la historia global de España. Por cierto, la única capaz de explicar el pasado común–y de abrir las puertas del futuro-.
Jesús García Calero
https://www.abc.es/cultura/abci-mujeres-mestizos-amuletos-arqueologos-rompen-mitos-sobre-elite-inicio-imperio-espanol-202005100152_noticia.html
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