miércoles, 13 de noviembre de 2019

Las tumbas de la familia de Alejandro Magno en Vergina a punto de desvelar sus secretos después de 2.300 años



Fachada de la Tumba II en Vergina, posiblemente el lugar de descanso de Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno [Crédito: Alamy]
Los antropólogos y científicos de materiales que trabajan en las tumbas de Vergina, en el norte de Grecia, pueden estar a solo unos 'pasos forenses' de resolver uno de los grandes enigmas de la Historia: qué miembros de la familia de Alejandro Magno fueron enterrados en tales tumbas abovedadas subterráneas.

En noviembre de 1977, el profesor Manolis Andronikos y su equipo de arqueólogos desenterraron la primera de dos tumbas no saqueadas que contenían riquezas nunca antes vistas, incluidas armas y armaduras de elaboración exquisita. En la denominada Tumba II yacían los restos esqueléticos incinerados de lo que parecía ser un rey y una reina, mientras que la denominada Tumba III contenía los huesos de un 'príncipe'. El grupo de estructuras subterráneas también reveló un santuario y otras dos tumbas saqueadas decoradas con impresionantes pinturas murales. El hallazgo fue considerado el "descubrimiento arqueológico del siglo".
Foto: La Tumba II emergiendo de la tierra tras su excavación en 1977.
Foto: Arqueólogos removiendo la bóveda de la Tumba II a fin de penetrar en ella.
Los artefactos funerarios fueron datados entre mediados y finales del siglo IV a.C. (350 a 310 a. C.), corroborados por inscripciones, cerámica, metalurgia y el diseño macedonio de la tumba abovedada. Curiosamente, este periodo abarca los reinados de Filipo II (359-336 a.C.) y Alejandro III, el Magno (336-323 a. C.). El emblema único del 'Sol de Vergina' o 'Estrella de Vergina' de la dinastía real de los Argéadas estaba grabado en las tapas de los dos cofres de oro que contenían restos esqueléticos incinerados.
La segunda estructura no saqueada, la Tumba III, contenía los huesos cremados de un adolescente, probablemente un varón. El hijo de Alejandro Magno y de su esposa bactriana RoxanaAlejandro IV de Macedonia, fue ejecutado alrededor del año 310 a.C., durante su adolescencia, por un usurpador del trono, y los historiadores lo vincularon a dicha tumba. Pero opiniones en contrario han nublado esta identificación desde entonces.
El cofre de oro o ‘larnax’ que contenía los huesos masculinos en la cámara principal de la Tumba II con la real ‘Vergina Sun’ o el símbolo ‘estrella’con el símbolo solar o estrellado de Vergina.

Filipo II: un tesoro nacional
Manolis Andronikos creía que la Tumba II contenía los restos de Felipo II, el vigésimo cuarto monarca de la línea real de los Argéadas, y el primer rey en unir a la antigua Macedonia, por lo cual triplicó la masa terrestre bajo su dominio constituyendo el primer 'Imperio Europeo'. Sus reformas militares y su estado de gobierno pusieron a toda Grecia de rodillas, permitiendo a su hijo, Alejandro Magno, conquistar el Imperio Persa. Filipo fue un diplomático astuto y culto cuya corte polígama albergó a siete esposas.

En octubre del año 336 a C., Filipo II fue apuñalado hasta morir en la boda de su hija Cleopatra de Macedonia; fue un evento que sacudió al mundo y que anunció el reinado de Alejandro, el cual, impulsado por su linaje heroico, conquistó el Imperio Persa en once años, pero murió misteriosamente en Babilonia, y su cuerpo fue llevado a Egipto donde permaneció hasta la era romana tardía.
Foto: Este esqueleto masculino cremado puede pertenecer al padre de Alejandro Magno, Filipo II ... o su medio hermano, Filipo III Arrideo. Crédito de la imagen: Jonathan Musgrave, Universidad de Bristol.

Cómo desaparecieron las tumbas reales
La capital política de Macedonia fue trasladada de Aegae (la actual Vergina) a Pella un siglo antes de Filipo y Alejandro. Después de sus muertes, en la década de 270 a.C., invasores celtas galos saquearon el antiguo cementerio de Aegae. Cuando pasó el peligro, las tumbas reales aún no saqueadas fueron enterradas bajo un gran montículo de tierra para protegerlas de un mayor expolio por parte de algún monarca desconocido.

Cuando Roma derrotó a Macedonia en la batalla de Pidna en el año 168 a.C., tanto Aegae como Pella fueron parcialmente destruidas. Un deslizamiento de tierras cubrió gran parte de lo que quedó en Aegae en el siglo I d.C., y, a medida que la influencia de Roma se expandió, la importancia de las dos ciudades disminuyó. Cuando el imperio de Roma finalmente fue invadido, el nombre de la ciudad de piedra caída sobrevivió solo en la leyenda oral.
Lo que probablemente fue un terremoto causó el colapso de la parte superior del túmulo de tierra y destrozó las puertas de las tumbas de abajo, pero la robusta estructura de piedra permaneció oculta bajo el paisaje durante los siguientes dos mil años.
Plano de situación del santuario y las tumbas bajo el Gran Túmulo en Vergina.

Redescubriendo Aegae
Las excavaciones modernas comenzaron en la Grecia ocupada en 1855, al ser todavía parte del Imperio Otomano, pero no se encontró nada más que tumbas saqueadas y ruinas del período bizantino. Sin embargo, la escala intrigante de los cimientos de piedra sugirió que una ciudad sustancial alguna vez estuvo en las colinas que dominaban el golfo termal al suroeste de Tesalónica, el corazón de la antigua Macedonia.
Los pantanos de malaria obstaculizaron las excavaciones y los refugiados griegos que habían sido reasentados allí desde Anatolia, después de la Guerra greco-turca, no sabían nada de su historia. Los mismos utilizaron las antiguas piedras caídas de las ruinas anónimas para construir sus casas en el moderno pueblo de Vergina.

En 1968, el historiador inglés Nicholas Hammond propuso la idea "herética" de que las ruinas de Vergina en realidad se encontraban en el sitio de la antigua Aegae, el cementerio de los reyes de nación macedónica. Pocos acreditaron su teoría; prevaleció la creencia de que esta era la ciudad perdida de Valla o un palacio de verano de realeza desconocida.

En 1976, el profesor Andronikos y su equipo finalmente excavaron la antigua necrópolis, donde las tumbas habían sido volcadas y las lápidas destrozadas en la antigüedad. Esto se correlacionaba fuertemente con los textos antiguos que afirmaban que los celtas habían saqueado el cementerio de Aegae unos cincuenta años después de la muerte de Alejandro; el cementerio de los reyes de la nación finalmente se había encontrado.

Confusión sobre las identidades
Las edades de los fallecidos en la Tumba II se determinaron por el desgaste de los huesos: la cámara principal contenía a un hombre de mediana edad y la antecámara a una mujer mucho más joven. Esto redujo la lista de reyes y reinas a ambos extremos del reinado de Alejandro.
Pero una "simetría desafortunada" ha oscurecido el trasfondo del doble entierro de la Tumba II, dice el historiador con sede en Londres, David Grant (izquierda), quien ha colaborado con los científicos que estudian los restos óseos. Esto llevó a una 'batalla de los huesos' entre los historiadores, causando una grieta que ha dividido a la comunidad académica 'obsesionada' en probar sus identidades.
Los ocupantes de la Tumba II podrían ser el padre de Alejandro, Filipo II, y su última esposa adolescente, Cleopatra Eurídice de Macedonia, como creía Andronikos, o el hijo de Filipo II, el deficiente mental Filipo III Arrideo, el cual fue ejecutado veinte años después, cuando tenía una edad similar y una esposa igualmente joven. Las preguntas sobre el ritual o el suicidio forzado de su mujer hicieron levantar la cabeza, porque los reyes y las reinas rara vez morían juntos.

Filipo II fue un héroe nacional al que correspondía una tumba de tales características, y tenía siete esposas que conocemos. Pero la investigación de Grant señala 'el elefante' en la habitación: ninguna de las fuentes antiguas menciona a ninguna mujer enterrada con Filipo II en Aegae. "Lo que superficialmente parece ser una construcción en dos fases de la Tumba II, más las diferentes condiciones de cremación que sufrieron los huesos femeninos, sugieren que la mujer fue enterrada más tarde que el hombre en la segunda cámara aún vacía o incompleta".
Por otro lado, Filipo III Arrideo y su joven esposa Adea-Eurídice fueron ejecutados juntos por orden de la madre de Alejandro, Olimpia de Epiro, cuando recuperó el control político de la capital del estado. También asesinó a la última esposa de Filipo II, Cleopatra, junto con su hija recién nacida. Este "doble asesinato" de Filipo III Arrideo y Adea-Eurídice explica el "doble entierro" que se les dio después de que Olimpia fuera ejecutada, argumenta el equipo opositor de académicos.
La entrada al Museo Arqueológico subterráneo de Vergina.

Cuando Alejandro Magno murió en Babilonia en el 323 a.C., sus vestimentas reales, incluyendo su manto, cetro y armas ceremoniales, pasaron al recién coronado rey Filipo III Arrideo, al que escoltaron junto a Adea-Eurídice de regreso a Macedonia. Por lo tanto, se propuso que los artefactos de la Tumba II podrían ser las mismas armas propiedad de Alejandro, lo que explicaría los lujosos objetos enterrados con Arrideo.
Los argumentos giraron en torno a heridas evidentes o invisibles en los huesos masculinos, pinturas murales, frescos de la entrada e incluso saleros encontrados en el piso; pero era discutible si los veinte años de diferencia entre estos reyes podían discernirse interrogando a las tumbas de esta manera.
La pregunta que permanecía era: ¿quién fue enterrado en la adyacente y saqueada Tumba I? Debido a que los informes iniciales concluyeron que los restos dispersos encontrados eran de un hombre, una mujer y un bebé, estos debían ser de Filipo II, Cleopatra y su hija recién nacida. La lógica de este argumento ganó impulso en la comunidad académica.
Foto: Armadura, escudo y espada hallados en la tumba de Filipo II de Macedonia.© AP PHOTO / PETROS GIANNAKOURIS.
La misteriosa 'Amazonas' escita
En la tumba II, en la antecámara de la mujer, yacía un arma de gran misterio: un carcaj de flechas y arco chapado en oro como los que llevan los arqueros escitas a caballo. Excavaciones de tumbas en Rusia y Ucrania han demostrado la existencia de mujeres guerreras. El profesor Andronikos reflexionó que, por tanto, la mujer de la Tumba II tenía "inclinaciones amazónicas".

Otros fueron más escépticos. "Las armas eran para los hombres lo que las joyas eran para las mujeres", dice una placa en el museo subterráneo de Vergina. Muchos comentaristas creían que las armas de la antecámara pertenecían al hombre de al lado, como podría indicar su posición vertical contra la puerta divisoria. El enigma de la tumba permaneció sin resolver.
El padre de Alejandro hizo campaña contra los escitas en el río Danubio, pero Filipo II perdió todo el botín a su regreso, cuando casi fue asesinado en un ataque tracio y, por lo cual, cojeó para siempre. La mujer de la Tumba II podía ser, por lo tanto, una novia escita o una concubina capturada, postularon algunos comentaristas.
Grant no está convencido: "Los escitas no eran reconocidos como orfebres; las exquisitas joyas que encontramos en sus tumbas son obra de mano griega local, probablemente del Reino del Bósforo. Pero también había una próspera industria metalúrgica en Macedonia, donde se diseñaron armas y armaduras para Filipo II. La posible fabricación doméstica en la que se pudo haber incluido artículos ornamentales para los señores de la guerra escitas significa que la 'Amazonas' de Vergina podría haber nacido más cerca de casa".
El carcaj oro y grebas de la mujer hallada en la Tumba II apilados contra la puerta de la antecámara.
Análisis forense de 'La solución final'
En 2009, la 'batalla de los huesos' llegó a un punto muerto cuando los académicos que argumentaban sobre las identidades de las tumbas se quedaron sin municiones para el debate. El American Journal of Archaeology solicitó incluso una moratoria sobre los "documentos de Vergina" hasta que salieran a la luz nuevas pruebas, señalando que las posiciones de los arqueólogos se remontaban a rivalidades políticas de décadas anteriores.
Un impulso hacia adelante se reinició en 2010, cuando un equipo de antropólogos, dirigido por el profesor Theo Antikas (izquierda), y financiado por una modesta donación de la Universidad Aristóteles, en Tesalónica, comenzó una tarea de seis meses de catalogación de los huesos de la Tumba II; su innovador estudio duraría cinco años.

El equipo de Antikas encontró nuevas pruebas de edad incontrovertibles en huesos previamente no analizados, así como traumas no documentados, que redujeron aún más la lista de candidatos. La sínfisis púbica de la mujer determinaba que tendría 32 +/- 2 años al morir, descartando a Cleopatra, la esposa adolescente de Filipo II, y descontando también por completo a Arrideo y su esposa.
Disipando el caso por su 'sesgo de arqueología de género', fue una herida en la espinilla lo que se pasó por alto y que demostró que la armadura y las armas pertenecían a la mujer, puesto que las grebas de bronce dorado, de tamaño desigual, fueron diseñadas para adaptarse a su pierna deformada y acortada. De hecho, ella estaba siendo honrada como una guerrera en la muerte.
Las supuestas piernas esqueléticas de Cleopatra Eurídice de Macedonia, las cuales se hallaron con los restos del supuesto Filipo II. ANTONIS BARTSIOKAS.

El equipo de Antikas estaba compuesto por antropólogos y científicos de materiales, como se dijo. Sus hallazgos microscópicos adicionales, que incluyen manchas textiles, fragmentos de materiales compuestos y metales fundidos en los esqueletos incinerados, indicaban antiguos rituales funerarios, una máscara de muerte y una profunda creencia en el más allá.
El raro mineral de huntita blanco y la púrpura de Tiro se habían unido con clara de huevo en capas para crear una vívida imagen de un rito funerario místico-órfico desconocido que implicaba la creación de una máscara facial. El oro derretido en las vértebras superiores planteó la cuestión de si el hombre inicialmente llevaba una corona mientras las llamas lamían la pira funeraria, ya que la corona incompleta encontrada dentro de la tumba mostraba signos de intenso calor. Lo que también quedó claro en el estudio fue que los huesos del "rey" y la "reina" estuvieron sujetos a condiciones de cremación diferentes, lo que respaldaba la idea de que fueron incinerados en distintos momentos.
Incluso puede haber fragmentos de una cubierta de asbesto a prueba de fuego usada por el rey incinerado, tal como el naturalista romano Plinio afirmó que era práctica común de los antiguos reyes griegos para ayudar a separar los huesos del resto de escombros de la pira.
Los huesos de la pierna que supuestamente evidencian la 'terrible' herida en la rodilla que Felipe II pudo haber sufrido, mostrando la posición fusionada de la espinilla y el fémur con el orificio de perforación.  Crédito: PNAS

El equipo de Antikas realizó un descubrimiento final demoledor. Se encontraron restos esqueléticos "olvidados" y no analizados de la Tumba I almacenados debajo del laboratorio de Vergina; probablemente fueron dejados treinta y cinco años en la oscuridad tras el gran terremoto de Tesalónica del 20 de junio de 1978, cuando la preservación de las tumbas II y III fueron el centro de atención. Estos huesos adicionales de la Tumba I contenían los restos de al menos siete personas, aparte de los dos adultos y un bebé.
Los hallazgos del equipo se publicaron en una revista académica en 2015. Aunque obstaculizados por la falta de fondos y la falta de apoyo de aquellos que temían resultados no deseados, continuaron presionando para que se llevase a cabo un análisis forense de 'nueva generación': pruebas de ADN, datación por radiocarbono y análisis de isótopos estables de los huesos de las Tumbas II y III.
El permiso fue denegado en 2016, revela Grant. A cambio, se les permitió analizar los huesos dispersos encontrados en la Tumba I saqueada, pero sin proporcionar fondos para ello. Aunque estos huesos estuvieron expuestos en el suelo durante más de 2.000 años, su datación y ADN se pudo obtener con éxito, refutando aún más las teorías sobre su identidad. Además, los polémicos huesos de las piernas, que supuestamente evidenciaban la terrible herida en la rodilla que Filipo II pudo haber sufrido en Tracia, parecían ser 'intrusos', provenientes de una tumba completamente diferente. Los resultados aún no se han publicado y Grant dice que sorprenderán a todos.
Lo que ha quedado claro es que el gran túmulo de tierra en la antigua Aegae fue 'mordido' por saqueadores en más de una ocasión, y cuando la Tumba I fue expuesta se convirtió en un vertedero para los muertos.
Ahora, el nuevo libro de Grant, "Unearthing the Family of Alexander the Greatthe Remarkable Discovery of the Royal Tombs of Macedon", revela todo esto, y sin duda la presión estará sobre el Ministerio de Cultura griego para que adopte una nueva postura tendente a permitir el análisis de forenses sobresalientes en los huesos 'reales' de las tumbas no saqueadas.
Con las posibles identidades reducidas en gran medida por el estudio del equipo de Antikas, la obtención de ADN, la datación mediante radiocarbono y el análisis de isótopos estables del 'rey', la 'reina' y el 'príncipe' de la Tumba II, es posible resolver el rompecabezas de una vez por todas.








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