Más allá de Tihuanaco, con su arquitectura geométrica de ángulos y rectas perfectas, hay en Perú otras zonas arqueológicas con construcciones más imposibles aún. Imposibles ya no por ser incompatibles con el estado de evolución de la civilización que las construyó, sino incluso para el estado actual del conocimiento.
Cuzco
La ciudad de Cuzco fue diagramada en forma de puma agazapado. Por cierto que, tanto para su diagramación como para su apreciación, es necesario hacerlo desde una perspectiva aérea. Es pensable que este simbolismo de animales sagrados como protectores de los seres humanos este en sintonía con los geoglifos de las pampas de Nazca.
En misma la ciudad de Cuzco, el cuerpo del puma, encontramos muros construidos con normes piedras, totalmente asimétricas, con curvas, ángulos y puntas, las cuales encajan perfectamente entre todas para conformar una pared maciza y homogénea sin la menor fisura, y sin la necesidad de uso de ningún mortero.
Las piedras encajan tan naturalmente como si hubiesen sido creadas como parte de un puzzle, como si hubiesen sido moldeadas en arcilla.
Hay una famosa piedra que tiene 12 lados, los cuales encajan con precisión milimétrica con 11 rocas adyacentes. Esta ahí, como si fuera lo más normal encontrarse con rocas que encastren entre sí de esa forma, o como si fuera esto necesario para construir una simple pared.
Para complicar más las cosas, se les ocurrió hacer juntas con formas curvas, y así tener que hacer un esfuerzo aún mayor para encastrar las rocas unas con otras. Se nota también, en el relieve, un abultamiento de la piedra, como si se hubiera inflado como un soufflé luego de colocarla en su lugar.
“Ñaupa Iglesia” en Pachar
“Ñaupa Iglesia” (Iglesia antigua), es el nombre moderno y apócrifo con el que se conoce esta hermosa y enigmática wak’a (adoratorio, templo) que se sitúa cerca del poblado de Pachar, distrito deOllantaytambo, a unos 60 Km del Cusco.
No se tiene certeza de su nombre verdadero pero de acuerdo a la información de los pobladores de la zona se le llama “Choqella”, “Choqe Illa” que significaría “Talismán de oro” y “Choqe Killa” (Luna de oro).
La wak’a es una gruta natural formada por enormes rocas que a manera de un techo a dos aguas delimita a la parte donde está una especie de “altar” de piedra, una hornacina o nicho tallado en una pared interior de roca y un muro de adobes con hornacinas.
Allí, en medio de ese espacio está la gran roca de granito esculpido con grandes símbolos escalonados y unas cámaras o espacios abiertos por delante y por arriba que semejan pequeños cubículos horadados en la roca que tal vez habrían servido para que los sacerdotes ocupen el lugar, de pie, para hacer sus ritos o quizá para depositar sus ofrendas u otros elementos de la parafernalia ceremonial.
Por su belleza y calidad de las talladuras es única en la región y por su importancia arqueoastronómica, simplemente extraordinaria.
Qenko
Qenko (o Kenko, palabra quechua que significa “laberinto” o “zig-zag”), está situado a 1,5 km al este deSacsayhuaman, y consiste en formaciones erosionadas de piedra caliza tallada con una variedad de escaleras y terrazas, canales en zigzag, y figuras de animales como puma, cóndor y una llama. También contiene cuevas, túneles, pasos y nichos.
Saywite
La piedra de Sayhuite o Saywite es un gran bloque de una sola pieza de granito de más o menos once metros de circunferencia, cuatro de diámetro y casi dos y medio de alto, tallado en su mitad superior con una serie de complejas y misteriosas figuras.
El monolito contiene más de doscientas figuras fitomorfas, zoomorfas, de accidentes geográficos y construcciones humanas talladas en un aparente desorden y aprovechando los relieves y depresiones naturales de la piedra. Se desconoce qué uso se le daba, pero estando en un centro ceremonial lo probable es que tuviera una significación religiosa, quizá una representación simbólica del universo o una especie de gigantesca paccha.
Otros, considerando que muchas figuras representan construcciones humanas, canales, escalinatas, estanques, proponen que la piedra de Sayhuite fue una especie de plano o croquis pétreo hecho por arquitectos incas para llevar el control de las obras hidráulicas que realizaban.
En el mismo complejo Saywite se encuentra otro bloque de granito en el que se ha tallado una suerte de boceto a escala de una serie de escalones llamado Rumihuasi. Es notable la perfección de los cortes, ángulos y rectas, como así también las proporciones de cada serie de escalones.
El ablandamiento de las piedras, la visión no ortodoxa
Gigantescas piedras encajadas como las piezas de un colosal puzle, enormes bloques de granito moldeados como si fuesen de barro, moles de cientos de toneladas enigmática e inexplicablemente transportados desde yacimientos lejanos, esculpidos y encajados con una perfección que ni una hoja de afeitar cabe entre ellos. ¿Cómo lo consiguieron?
¿Y si hubiera algo de verdad en las leyendas que señalan que los pueblos antiguos lograron ablandar la piedra?
¿Y si hubiera algo de verdad en las leyendas que señalan que los pueblos antiguos lograron ablandar la piedra?
Existe una leyenda entre muchos de los pueblos precolombinos, que dice que los dioses hicieron dos regalos a los indios nativos para que pudiesen construir colosales obras arquitectónicas. Dicho regalo se trataría de dos plantas con sorprendentes propiedades: la primera sería la hoja de coca, capaz de anestesiar el dolor y el agotamiento de los obreros para poder resistir el gigantesco esfuerzo físico que debió exigirles tan extraordinarias construcciones. La segunda sería otra planta que, mezclada con diversos componentes, convertiría las rocas más duras en ligeras pastas fácilmente manipulables.
En 1983, antes de fallecer, en una entrevista para un programa de televisión, el padre Jorge Lira, un sacerdote católico y uno de los más prestigiosos expertos en folklore andino, autor de numerosos libros y artículos, elaboró el que tal vez fue el primer diccionario del quechua al castellano, afirmaba haber descubierto la forma para reblandecer las piedras. Durante catorce años el padre Lira estudió la leyenda de los antiguos andinos y, finalmente, consiguió identificar el arbusto de la Jotcha como la planta que, tras ser mezclada y tratada con otros vegetales y sustancias, era capaz de convertir la piedra en barro. “Los antiguos indios dominaban la técnica de la masificación –afirmaba el padre Lira– reblandeciendo la piedra que reducían a una masa blanda que podían moldear con facilidad.”
El sacerdote realizó varios experimentos con el arbusto de la Jotcha y llegó a conseguir que una sólida roca se ablandase hasta casi licuarse. Sin embargo, no logró volver a endurecerla, por lo que consideró su experimento como un fracaso. Pero, a pesar de esa parcial decepción, el padre Lira si logró demostrar que la técnica del reblandecimiento era posible. Así se lograría explicar los sorprendentes ensamblajes de algunas de las colosales rocas que componen las murallas de Cuzco y otras fortalezas precolombinas.
Otro registro sobre el ablandamiento de piedras está dado por Brian Fawcett, el hijo menor de Percy Fawcett, quien transcribe un relato de su padre:
Hace algunos años, cuando trabajaba en el campamento minero de Cerro de Pasco, salí un domingo con algunos gringos para visitar unas antiguas tumbas incas o Pre-Incas. Nos llevamos comida, unas cuantas botellas de pisco y cerveza, y un peón – un cholo – para ayudar a cavar. Cuando nos pusimos a excavar encontramos una jarra de barro con un líquido en su interior.
“Apuesto a que es chicha!” dijo uno de los gringos, el más ruidoso. “Vamos a beberlo para ver qué tipo de cosas bebían los incas!”. “Probablemente nos envenenaríamos si lo hacemos”observó otro. “Vamos a dárselo de probar al peón!” agregó el borracho, y dirigiéndose al peón, le ordenó: “Toma un trago de esta chicha”.
El peón olió la jarra y con una expresión de miedo en el rostro se la devolvió al borracho diciendo “No, señor, esto no es chicha!” Dio media vuelta y cuando se quiso dar a la fuga lo atraparon entre varios y lo arrastraron de vuelta. El peón luchó para liberarse y en el fragor de la lucha rompieron el frasco, derramando su contenido sobre la roca. Finalmente el peón se liberó y escapó de los gringos.
Unos diez minutos más tarde, cuando me incliné para recoger los fragmentos de la jarra descubrí, con gran asombro, que la piedra sobre la cual se había derramado el líquido estaba blanda como el barro, para volver a recobrar su dureza habitual unos minutos más tarde. Fue como si la piedra se hubiese derretido como la cera bajo la influencia del calor.
Así se expresó el explorador Fawcett, que en adición a sus palabras están las piedras que se conservan en el Museo de Cochabamba, Bolivia, en las cuales hay impresas unas manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.