Los propietarios elevaron el alquiler al triple y han impedido el acceso a los arqueólogos durante un año por falta de acuerdo con la Junta de Extremadura
Esta es la historia inexplicable de un premio de arqueología que despertó la más mezquina de las ambiciones: un poco de dinero. En noviembre de 2018, la Fundación Palarq distinguió con el primer premio Nacional de Arqueología y Paleontología al proyecto Construyendo Tarteso, que descubrió, entre otras cosas extraordinarias, en el yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) el primer sacrificio masivo del Mediterráneo y también la inhumación de un ser humano, muy rara en un tiempo en que a los muertos se les cremaba.
«Es la primera vez que Tarteso pasa del mito a la realidad arqueológica», celebró en su día Sebastián Celestino Pérez, arqueólogo responsable de este trabajo. Llevaban cuatro años excavando el lugar hasta el galardón, pero en 2019 no ha habido campaña. ¿Cómo es posible que el mejor yacimiento de la edad de Hierro en Europa se pare un año entero? No han desenterrado ni desenterrarán nada por un desacuerdo económico: el yacimiento más importante de España, paralizado por tan pedestre motivo.
Ambición del propietario
Los problemas comenzaron poco después de la gala de entrega del premio, celebrada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Entre los asistentes se encontraban los dueños del terreno donde estaba el yacimiento, que durante años lo habían arrendado a un precio razonable. «Sabían que era relativamente importante, porque salíamos mucho en prensa y a cada poco se acercaban colegas investigadores a ver la excavación. Pero fue entonces cuando vieron la verdadera dimensión que tenía el yacimiento y decidieron exigir más dinero», explica a ABC, Celestino Pérez. A partir de ahí comenzaron los problemas. Los dueños mostraron su interés por que declararan su terreno como Bien de Interés Cultural (BIC), para que la expropiación fuese más rentable, y se pusieron en contacto con la Junta de Extremadura para comunicárselo.
Sin acceso
Pero al mismo tiempo impidieron el acceso a los investigadores. Todo esto ocurrió en diciembre de 2018. Por su parte, la Junta trató de llegar a un acuerdo económico con ellos, por considerar esta la forma más rápida de resolver el entuerto. Así que cada una de las partes realizó su valoración de las tierras (5.400 metros cuadrados de yacimiento más otros 7.500 de área de protección). «Las discrepancias son muy elevadas. Los propietarios nos solicitan en torno a los 205.000 euros, y la Junta hizo una valoración que en ningún caso supera los 100.000... Tenemos que velar por el dinero de los contribuyentes», asevera Jesús Alonso Sánchez, secretario general de ciencia, tecnología, innovación y universidad de la Junta de Extremadura.
El último movimiento oficial fue ese: el envío de la valoración a los propietarios. «Está claro que la familia quiere sacar el máximo rendimiento, pero todavía no hemos tenido respuesta a la valoración. Ahora la pelota está en su tejado», continúa Alonso Sánchez. Pero la investigación ha quedado un año paralizada. «Está todo el mundo llamándonos, preguntándonos qué es lo que pasa. Y solo podemos decirles que tenemos varias puertas tapiadas, que no podemos entrar. Estamos ante una situación anómala, en la que tenemos dinero pero no podemos excavar», lamenta Celestino Pérez.
Hablamos, no lo olvidemos, de una excavación que está revelando detalles de esa gran civilización que floreció en la península ibérica entre los siglos VIII y IV a.C., y de la que no se tenían muchos conocimientos exactos, más allá de leyendas alimentadas por la mitología griega y romana asociadas a héroes milenarios. Ahí está el edificio protohistórico construido en tierra mejor conservado del Mediterráneo occidental, que nos revela las técnicas que empleaban para levantar sus ciudades. Y hay joyas escultóricas, como una estatua de mármol procedente de las Cícladas… «Para nosotros el yacimiento de Casas del Turuñuelo representa un patrimonio cultural y científico sin parangón», añade Alonso Sánchez.
Con la negociación paralizada, la otra vía por la que se está intentando resolver este embrollo es la declaración de estos terrenos como Bien de Interés Cultural. Para esto no hay plazos fijos porque siempre «depende». Y desde la administración son muy celosos con los detalles. «La Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura está elaborando los informes pertinentes para valorar la posible incoación del expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural», afirman en un muy burocrático comunicado tras la petición de información de ABC.
«Es un proceso más lento, que tiene perjuicios para la investigación, que no se reactivará hasta que no haya una declaración de BIC y una posterior expropiación», aclara Alonso Sánchez. ¿Y cuánto se puede estirar el asunto? «Es un yacimiento muy bien documentado, no sería cosa de años», avanza. Mientras tanto, los investigadores hacen lo que pueden, siempre a distancia, claro, alejados del terreno. Ultiman la reconstrucción 3D del yacimiento y, además, han concluido el análisis de los tejidos allí hallados, realizado en colaboración con el equipo del Proyecto Procon, de la Universidad de Cambridge.
La lana más antigua
Probablemente, sean los tejidos de lana y de sarga más antiguos que se conservan de España, según anunciaron en el artículo académico publicado tras el estudio. «Seguimos trabajando. Pero lo importante es la excavación y abrir el yacimiento al público. Habíamos calculado que lo conseguiríamos en tres años, pero eso excavando a un ritmo normal», remata Celestino Pérez.
El arqueólogo se lamenta porque llevan ya «un año perdido, y queremos que empiece cuanto antes». Eso sería en febrero próximo. «Hay gente detrás, técnicos, peones... que han perdido todo un año por algo ridículo». Con el dinero del premio sueñan con una campaña de 5 meses en 2020, el doble de lo normal «para ganar el tiempo perdido. No preocupa tanto el dinero como el tiempo». Hay que terminar la excavación de la persona inhumada (rarísimo ejemplo de enterramiento en una época de cremaciones) y ver la estructura total del edificio, la dimensión real que tiene. «Estamos en las puertas de un gran avance de conocimiento», añade.
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