Una "acrópolis" es cualquier ciudadela o complejo construido en una colina alta. El nombre se traduce como 'Ciudad Alta', 'Ciudad en el Borde' o 'Ciudad en el Aire'... pero ninguna como ésta: la de Atenas.
Acrópolis hay varias, pero ninguna como la que se construyó en el lugar en el que los atenienses vencieron a un tirano y empezaron a crear la primera democracia del mundo.
En esa colina sagrada ubicada en el centro de Atenas, los hábiles arquitectos Calícrates e Ictino, bajo la dirección de Fidias -el mejor escultor de la Antigüedad, creador de la estatua de Zeus en Olimpia, una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo- hicieron realidad en el proyecto del general y estadista Pericles.
Sobre la devastación dejada por los persas se alzaron los hermosos y simbólicos monumentos que, a pesar de los azotes de la historia, aún podemos ver hoy en día. Aunque construidos con el exquisitamente blanco mármol pentélico, extraído a 16 kilómetros al noreste de Atenas, miles de obreros, artesanos y artistas lograron completar la increíble obra en solo cinco décadas del siglo V.
Un complejo de templos con un poderoso mensaje: el barbarismo había sido derrotado por la civilización, cuyo corazón latiente estaba en la acrópolis de Atenas.
Por todo lo que hizo por la ciudad, el historiador Tucídides llamó a Pericles "el primer ciudadano de Atenas".
Los propileos, las antiguas entradas a la Acrópolis, dirigían tu vista hacia abajo hasta que llegabas a la cima, para que, al levantarla, te sorprendiera uno de los edificios más importantes de la historia de la humanidad.
El Partenón
La primera impresión es que estás frente al epítome del orden y la simetría. Sin embargo, si lo miras más de cerca, es aún más impresionante.
Fue diseñado de una manera gloriosa y sinuosa: cada una de sus 46 columnas se curva y luego se estrecha casi imperceptiblemente hacia dentro a medida que se eleva.
Aunque las modificaciones son minúsculas, no hay verticales u horizontales verdaderas en el edificio, y por lo tanto no hay ángulos rectos. Esos refinamientos imparten una sensación de movilidad a las líneas 'rectas' y evitan que el edificio parezca una simple caja. Es ese truco arquitectónico el que le da al Partenón su gracia y su poder, y crea la ilusión de un templo alzándose eternamente hacia los cielos.
Precisamente proporcionada, maravillosamente construida sin mortero ni concreto, sino con abrazaderas de hierro revestidas con plomo para resistir la corrosión, la magnífica estructura es una asombrosa combinación de conocimientos técnicos y grandiosidad.
El pequeño gran vecino
Mientras que el Partenón es famoso por su simetría, su excéntrico vecino es el edificio más asimétrico de la antigua Grecia. Es un templo más pequeño y a menudo pasado por alto a pesar de que no es menos significativo. De hecho, es uno de los más importantes de la antigua Grecia.
Hoy en día lo conocemos como el Erecteón, pero en la época antigua era conocido sencillamente como "el edificio donde está la estatua de Atenea".
Lo intrigante es que no tiene frente, dorso ni lados claros; es más, sus cuatro lados se pueden ver como puntos focales, casi como si estuviéramos mirando cuatro edificios, no uno.
Parece una colección de diferentes pedazos de arquitectura arrumados sin pies ni cabeza. ¿Por qué lo diseñaron así?
Razones de gran peso
Las razones le serían familiares a los constructores de ayer y hoy en las tantas ciudades con capas de historia e identidad enterradas bajo sus suelos. En el caso de estos antiguos griegos, el terreno y la cultura imponían restricciones.
No sólo tenían que respetar las creencias propias y del resto de los ciudadanos, sino cuidarse de no provocar la furia de los dioses del Olimpo. Removiendo, con la ayuda de la tecnología de escaneo 3D, el Erecteón, es más fácil ver con qué estaban lidiando.
El terreno
El terreno sobre el que construyeron el Erecteón era muy ondulado. Del lado sur hacia el norte, hay una caída de al menos 3 metros, así que el emplazamiento mismo imponía restricciones.
El rayo
El nombre del templo hace honor a Erecteo, un mítico rey de Atenas. Se dice que murió ahí donde está el templo, cuando le cayó un rayo que tiró Zeus, el rey de los dioses.
No extraña que los antiguos arquitectos griegos dejaran el hueco en el techo y en el piso que dejó ese rayo tan divino que mató a Erecteo.
Pero esa no fue la única divinidad a la que tuvieron que tener en cuenta.
El olivo
El templo se yergue sobre un sitio crucial para la mitología ateniense: el lugar de combate entre los dioses por convertirse en la deidad patrona de la ciudad.
Poseidón, el dios del mar, y Atenea, la diosa de la sabiduría, se enfrentaron. Poseidón golpeó las rocas con su tridente y produjo agua marina de la nada. Atenea respondió plantando un olivo cerca del agua.
El rey de Atenas que estaba juzgando el duelo decidió que un árbol que producía aceitunas sería más útil para su pueblo que un pozo con agua de mar, así que declaró la victoria de Atenea.
Y ese olivo, un regalo de una diosa para los atenienses, impedía extender el templo.
El héroe
Hoy, un olivo plantado en 1917 marca el lugar en el que alguna vez estuvo el de la diosa. A su derecha se alcanzan a ver 3 de las 6 damas erguidas en un porche que sobresale en la fachada sur del templo.
Se trata del pórtico de las Cariátides y también fue construido sobre tierra sagrada.
Sería fácil pensar que las cariátides están ahí haciendo la vez de columnas que sostienen el entablamento, pero sus razones son otras: son las guardianas de algo mucho más importante. Debajo de sus pies, en las profundidades, está la mítica tumba del rey que fundó Atenas, Cécrope.
Así que la misión para toda la eternidad de esas bellas damas es hacerle ofrendas al legendario héroe.
Excéntrico pero ingenioso
Los monumentos de la Acrópolis se han convertido en símbolos de la ciudad que le dio al mundo la democracia, pero para los antiguos atenienses eran sitios sagrados para el culto religioso.
Un pequeño pedazo de tierra tocado por los dioses, rodeando un árbol plantado por Atenea y contiene la tumba de un legendario rey: tres lugares sagrados unidos alrededor de un templo central que contenía santuarios y reliquias de Atenea y muchos otros dioses.
Cuando tomas en cuenta todos estos factores, el templo se convierte en una solución ingeniosa a un problema.
El Erecteón deja de ser el vecino excéntrico del Partenón y pasa a ser un excelente ejemplo de lo que los atenienses podían lograr con sus conocimientos, tecnologías y creatividad.
Fuente: bbc.com
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