La primera vez que tuve noción de la existencia de Paquimé fue a través de la pantalla de televisión, recuerdo haber quedado impactado ante las imágenes que veía, nunca pensé que alguna cultura en el norte de México hubiera sido tan importante como para dejar rastros arqueológicos de aquella proporción.
La primera vez que tuve noción de la existencia de Paquimé fue a través de la pantalla de televisión, recuerdo haber quedado impactado ante las imágenes que veía, nunca pensé que alguna cultura en el norte de México hubiera sido tan importante como para dejar rastros arqueológicos de aquella proporción. Me prometí que algún día la visitaría para presenciarla con mis propios ojos.
La zona arqueológica de Paquimé se localiza a cuatro horas de la ciudad de Chihuahua y a tres de Ciudad Juárez. El camino es largo pero amable a la vista, tal vez sea por eso o por las condiciones climáticas que se desatan todo tipos de conjeturas y circunstancias ¿Qué dio origen a la cultura? ¿De dónde pudieron llegar esos pobladores?, ¿Por qué se concentraron en ese lugar? ¿Y por qué desaparecieron?
Los investigadores aseguran que sus inicios datan del siglo 900 D.C. fruto de la migración de pobladores del sur de Estados Unidos, Mesoamérica y occidente. La interacción entre estas pequeñas aldeas fueron creando un conjunto político y social, cuya estructura otorgaba actividades a cada una de las clases; por ejemplo: la casa de la serpiente se dedicaba a construir y mantener en el buen funcionamiento de los servicios hidráulicos; la casa de las guacamayas se dedicaba a la crianza de aves que posteriormente serían sacrificadas en rituales religiosos.
El nombre en náhuatl de la zona arqueológica significa “Casas Grandes” muy adoc con el sitio puesto que se destacaba por sus estructuras de adobe con techos soportados con vigas, esto permitía la construcción de pisos superiores que llegaban a contar hasta cuatro niveles en algunos casos.
Hoy no es posible ver más que los restos de lo que pudo haber sido una ciudad muy bien diseñada; no obstante quedan vestigios de lo más intrigante de su construcción: la forma “T” de sus puertas, las cuales permitían pasar las piernas por una abertura estrecha haciendo el espacio más ancho a la altura de las manos. Nadie se ha puesto de acuerdo de la verdadera razón pero al parecer pudieron servir como medio de defensa o por cuestiones religiosas, eso sí, uno no puede quitarle los ojos de encima y tratar de imaginar a los habitantes pasando a través de ellas.
Los habitantes de Paquimé cultivaban frijol, maíz, calabaza, nopal entre otros. Se dedicaban a la caza de animales como ciervos y antílopes, también elaboraban textiles de gran calidad, manufacturaban productos de metal y artículos de joyería. Sin embargo, la más importante herencia son las vasijas de barro utilizadas como instrumentos ceremoniales o decorativos. Se han encontrado diseños con una gran muestra de rostros, partes del cuerpo o hasta de animales, un ejemplo de su gran desarrollo social e intelectual.
La población de Paquimé llego a alcanzar las tres mil personas por lo que el intercambio comercial resultaba de vital importancia. Se podría decir que la ciudad era un nodo entre las poblaciones de Mesoamérica y las demás culturas del norte de México y sur de Estados Unidos; debido a esto, se vio severamente dañada frente al cambio de las rutas comerciales, lo que significó el inicio de su decadencia.
Al ver una población débil sus enemigos aprovecharon e incendiaron la ciudad dando fin al que posiblemente fue el mejor ejemplo arqueológico de las culturas del norte.
Una visita a Paquimé resulta enigmática, asombrosa y reveladora, desgraciadamente al dejarla uno siempre se quedará con mas inquietudes y preguntas pero eso es lo que la convierte en un sitio digno de ser visitado una y otra vez.
articulo publicado en...https://elsouvenir.com/paquime-el-misterio-del-desierto/
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