Tiene casi 2.000 años de antigüedad y en el interior de sus muros se distinguen unos nichos que servían para la recepción de los pergaminos.
Los muros de los cimientos recientemente descubiertos tienen una anchura extraordinaria.
Desde finales del siglo XIX se tenía conocimiento de la existencia de los cimientos de un gran edificio romano en la Antoniterstrasse, a unos pasos de la Schildergasse, la conocida calle comercial de Colonia (Alemania). La zona quedó completamente arrasada durante los intensos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial (la majestuosa catedral de Colonia permaneció en pie) y posteriormente el solar se convirtió en un patio.
De abril a noviembre de 2017, los arqueólogos del Museo Romano-Germánico excavaron el sitio, de unos 2.000 m², antes de la construcción del futuro centro de la comunidad protestante de Colonia.
Las ruinas romanas por fin salieron a la luz y, según un comunicado del Museo Romano-Germánico del pasado 2 de agosto, corresponden a la biblioteca más antigua de Alemania, de mediados o de la segunda mitad del siglo II d.C. «El material cerámico más antiguo data del periodo de Trajano-Adriano y por eso concluimos que el edificio fue construido a mediados del siglo II d.C., posiblemente en la segunda mitad del siglo», explica Dirk Schmitz, el director de las excavaciones arqueológicas.
La zona de las excavaciones está ubicada en el antiguo centro de la ciudad, en la esquina suroeste del foro romano, el espacio público, que ocupaba unos 200 metros de largo y unos 200 metros de ancho.
Los muros de los cimientos recientemente descubiertos tienen una anchura extraordinaria, de casi 2 metros, y son de opus caementicium, el hormigón romano. Los cimientos se han conservado hasta una profundidad de 3,5 metros.
Pero… ¿cómo saben los arqueólogos que estas ruinas corresponden a una antigua biblioteca romana?
«Los muros fuertes, la gran estructura y su ubicación en el foro de la antigua ciudad romana nos indican que fue un edificio público y la organización del interior, con unos nichos aún visibles, nos han permitido concluir que fue una biblioteca», afirma Schmitz.
El arqueólogo, del Museo Romano-Germánico, se refiere a unos nichos o huecos practicados en los muros interiores a intervalos regulares; estos nichos, de 1,8 metros de anchura y unos 80 centímetros de profundidad, fueron concebidos para la recepción de los pergaminos. El diseño del edificio, con sus nichos interiores, coincide con el de las antiguas bibliotecas, especialmente la de Éfeso, en la actual Turquía.
La denominada Biblioteca de Celso es ligeramente más grande y tiene un ábside en el centro del espacio alargado, cuyo equivalente es el anexo que se observa en las ruinas romanas de Colonia y que probablemente alojaba una estatua de Minerva, la diosa de la sabiduría, una deidad que estaba presente en las bibliotecas, según las fuentes antiguas.
«La biblioteca de Éfeso es sólo un ejemplo, pero también un buen paralelo en el tiempo, pues fue completada en el siglo II d.C. Además, el anexo excavado en el edificio de Colonia es bastante comparable al ábside central de la Biblioteca de Celso», sostiene Schmitz.
La mayor parte de los cimientos se conservará en su lugar de origen y algunas partes de la antigua biblioteca serán visibles en el sótano del nuevo edificio.
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