domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Ablandaban la piedra Incas y Egipcios para construir sus colosales monumentos? ¿Fórmula Secreta?



Un viejo enigma arqueológico que tiene de cabeza a los científicos… ¿cómo consiguieron pueblos ancestrales como los incas encajar ciclópeos bloques pétreos en sus monumentales construcciones, con perfección insuperable? ¿Acaso eran artificiales, los prefabricaban o… como dicen algunas leyendas, conocieron una técnica secreta para “ablandarlas” y acomodarlas a voluntad, como si fueran de barro?

Gigantescas moles de piedra encajadas como las piezas de un colosal puzzle, enormes bloques de granito moldeados como si fuesen de barro, cientos de toneladas de piedra enigmática inexplicablemente transportados, esculpidos y encajados en distantes yacimientos arqueológicos.

A punto de entrar en el siglo XXI, la técnica del reblandecimiento de las piedras continúa siendo un misterio.

El autobús bordea la meseta de Gizéh para adentrarse mínimamente en el desierto. Cuando se detiene, los colaboradores del investigador Manuel José Delgado descienden del vehículo dispuestos a recorrer, a través de las dunas, la distancia que nos separa de la necrópolis que rodea las tres grandes pirámides de Gizéh.

A medida que ganan terreno, acercándose a la pirámide de Micerinos, los ojos de los expedicionarios escrutan cada centímetro de arena en busca de unas piedras muy concretas. Por fin, tras la intensa búsqueda, todo el equipo se reúne a la sombra de las pirámides-satélite de Micerinos a fin de examinar los resultados del rastreo.
Piramide de Micerinos

Varias piedras, de diferentes tamaños, son depositadas sobre una tela y Manuel Delgado las examina una a una.

Una sonrisa se dibuja en su rostro, bronceado por el sol del desierto egipcio que ha visitado en más de una veintena de ocasiones.

Con gesto triunfal, Delgado ha seleccionado 5 o 6 piedras de gran dureza pero que, incomprensiblemente, presentan formas redondeadas e, incluso, grabados. Se trata de piedras moldeadas artificialmente que, según Delgado, fueron reblandecidas y posteriormente endurecidas de nuevo mediante una milenaria técnica secreta, conocida tan sólo por algunos sacerdotes del enigmático Egipto faraónico…

¿UN ARBUSTO PARA LICUAR PIEDRAS?

En 1983, durante la grabación de la serie de RTVE El otro Perú (parte de los documentales La puerta del misterio, que hicieron famosos al doctor Jiménez del Oso en Iberoamérica), el conocido psiquiatra e investigador conseguía grabar una breve pero intensa entrevista con un sorprendente personaje antes de que éste falleciese. El padre Jorge Lira era un sacerdote católico y uno de los más prestigiosos expertos en folklore andino. Autor de numerosos libros y artículos, elaboró el que tal vez fue el primer erudito diccionario del quéchua al castellano.

Pero esa no era la razón por la que el doctor Jiménez del Oso se había desplazado hasta aquel pequeño pueblo cercano a Cuzco. El padre Lira afirmaba haber descubierto la forma para reblandecer las piedras…

Existe una leyenda entre muchos de los pueblos precolombinos, según la cual los dioses habrían hecho dos regalos a los indios nativos para que pudiesen construir colosales obras arquitectónicas como la fortaleza de Sacsayhuamán o Machu-Picchu.

Sacsayhuamán

Machu-Picchu

Según el padre Lira, dicho regalo se trataría en realidad de dos plantas con sorprendentes propiedades.

La hoja de Coca sería una de ellas, capaz de anestesiar el dolor y el agotamiento de los obreros, que podrían resistir así el gigantesco esfuerzo físico que debió exigirles tan extraordinarias construcciones.

La segunda sería otra planta que, mezclada con diversos componentes, convertiría las rocas más duras en ligeras pastas fácilmente manipulables.

Durante catorce años el padre Lira estudió la leyenda de los antiguos andinos y, finalmente, consiguió identificar el arbusto de la Jotcha como la planta que, tras ser mezclada y tratada con otros vegetales y sustancias, era capaz de convertir la piedra en barro.

“Los antiguos indios dominaban la técnica de la masificacion – afirma el padre Lira en uno de sus articulos –, reblandeciendo la piedra que reducían a una masa blanda que podían moldear con facilidad.”
El sacerdote realizó varios experimentos con el arbusto de la Jotcha y llegó a conseguir que una sólida roca se ablandase hasta casi licuarse. Sin embargo, no logró volver a endurecerla, por lo que consideró su experimento como un fracaso.

Pero, a pesar de ese parcial fracaso, el padre Lira si logró demostrar que la técnica del reblandecimiento es posible.

Asi se explicarían los sorprendentes ensamblajes de algunas de las colosales rocas que componen las murallas de Sacsayhuamán u otras fortalezas precolombinas.

Mientras, en Egipto, a miles de kilómetros de distancia, otros investigadores del pasado han realizado sorprendentes descubrimientos arqueológicos que también apuntan a la realidad de la técnica del reblandecimiento…
PAJARO PITIWE

Entre los mapuche corre una extraña leyenda, esta vez la del pájaro Pitiwe, un ave de curiosas costumbres. En el portal de divulgación de la obra del notable antropólogo argentino de origen mapuche, Aukanaw, este autor cuenta que en su territorio habita un pájaro carpintero que guarda un profundo secreto

A este pájaro los mapuche lo llaman P’chiu, Pitu o Pitiwe; también se le conoce por Pitio, Pito o Pitihue. Los aimaras del Altiplano lo llaman Yarakaka, y los quechuas: Akkakllu. Su nombre científico es Colaptus pitius, y la clasifican dentro del orden de las pisciformes, familia de las Picidae, que agrupa a unas 30 especies en Argentina, 4 en Chile y 2 en Perú, siendo una de éstas el Colaptes rupícola, una especie de pájaro carpintero adaptado a climas extremos y considerada como una variedad muy escasa y en peligro de extinción dentro del enorme contingente aviar de este país andino.

Los mapuche dicen que el Pitiwe es un pájaro muy inteligente pero también muy discreto en torno a su relación con cierta hierba que sólo él conoce y cuyas propiedades han intrigado a la arqueología desde hace mucho tiempo.

En Talagante (sur argentino) corre la volada de que, si una piedra le obstruye a un Pitiwe la entrada a su nido, que ha construido en el interior del tronco de un árbol o un hueco en una pared rocosa, éste irá a buscar una hierba y con ella frotará y destruirá la piedra disolviéndola con los jugos de la planta.

Diego de Rosales –cuenta Aukanaw—, en su obra: “Historia General del Reyno de Chile”, describiendo las plantas medicinales mapuche, habla de una hierba llamada Pito que es de las más raras encontradas en todo el mundo y tiene gran valor medicinal. Dice que esta planta, pequeña de tamaño y que crece pegada al suelo, recibe su nombre de un pajarito que los mapuche llaman Pito porque come la planta. Los españoles le dieron el nombre de Pájaro Carpintero. La planta pulverizada disuelve el hierro.
“Algunos presos han usado esta propiedad de la planta para huir de la prisión.

“Hay otros pájaros carpinteros, que llaman: Pito, del cuerpo de un tordo: son pintados de negro, blanco y burilado y de ellos se derivó a la yerba el nombre de yerba del Pitu, porque usan más de ella que los otros pájaros.

“Tienen el pico tan fuerte, que rompen, y barrenan cualquier árbol, así para sacar y comer los gusanos, que se crían en sus entrañas, como para edificar sus nidos, abriendo una concavidad, en que se alojan con toda su familia.

“Se han hecho célebres por la yerba, que con natural instinto hallaron, para que se quebrante, y desmenuce el hierro, en que se han hecho muchas experiencias, y adquirido su conocimiento con notable maña.

“Porque advirtiendo cuando sacan sus polluelos y salen a buscarles de comer, les cierran con una plancha de hierro la puerta del nido los que quieren hacer experiencia de la virtud de la yerba del Pito, y llegando el pájaro carpintero, y hallando cerrado el nido, y que sus polluelos pían dentro, y que no puede entrar, y al punto revuelve a buscar la yerba, que llaman: pitu, y refregando con ella la plancha, la rompen, y deshacen como si fuera de papel, que es de las raras virtudes, que se conocen de yerbas, y maravilloso el instinto de este pájaro

LA ALQUIMIA MINERAL

El doctor Joseph Davidovits es un famoso investigador, afincado en París, cuyos estudios sobre materiales geopliméricos están considerados como los más revolucionarios para la industria científica desde la invención de los plásticos. Profesor en la Universidad de Toronto (Canadá), es director del Instituto para la Aplicación de las Ciencias Arqueológicas (IAPAS) de la Universidad de Barri (Florida).

En 1988, el doctor Davidovits publicaba, en co-autoria con Marguie Morris, el libro The Pyramids: An Enigma Solved (Dorset Press, Nueva York, 7988), obra fundamental para comprender la técnica del reblandecimiento pétreo en el antiguo Egipto.

En ella, Davidovits expone numerosos ejemplos de construcciones de los faraones egipcios realizadas reblandeciendo la piedra, modelándola y posteriormente volviéndola a endurecer una vez era colocada en su emplazamiento definitivo.

Más aún, el doctor Davidovits rnuestra análisis microscópicos y de rayos X de piedras en cuyo interior han sido descubiertos cabellos, bolsas de aire, fibras textiles, etc.

¿Cómo es posible que en las piedras utilizadas para la construcción de la Gran Pirámide de Keops se encuentren cabellos humanos?

¿Cómo llegaron restos de fibras y tejidos al interior de esas rocas sólidas procedentes de la arquitectura faraónica?

Para el investigador Manuel Delgado la explicación es sencilla y apunta a que los antiguos egipcios sabían cómo convertir la roca más dura en una pastosa masa que, durante su manipulación, podría recoger restos de materiales o formar grumos, al igual que ocurre con la masa del pan o del dulce mientras es manipulada por los reposteros.

Lo cierto es que los restos microscópicos que Davidovits ha encontrado en el interior de mas de 20 rocas de esa época histórica pa- recen demostrar la existencia de dicha técnica. Pero existen otros muchos indicios que la corroboran, como las hendiduras artificiales de ciertos monumentos o los emplastes añadidos a algunas construcciones, mastabas e incluso pirámides.

Como si un alfarero corrigiese algún error en su obra, añadiendo trozos de barro sobre los defectos, así aparecen algunos trozos de roca ’incrustados” en huecos o aparentes fallos en ciertas necrópolis o monumentos faraónicos.

LAS FÓRMULAS DE LOS DIOSES

¿Como lo hacian?

Quizá la respuesta podamos encontrarla, como en el caso de otros enigmas del pasado, en antiguos textos jeroglíficos.
Tal vez la receta mágica, la fórmula secreta de esa alquimia mineral que supone la técnica del reblandecimiento de la piedra, se esconda en estelas o grabados jeroglificos.

Al menos, así lo afirman Davidovits o Manuel Delgado, quienes creen incluso haber descubierto el secreto en una pieza muy concreta: la Estela de Famine. En el texto The Pyramids: An Enigma Solved, Davidovits y Morris publican una traducción de la sorprendente estela, formada por más de 2.600 jeroglificos dispuestos en 32 columnas, donde se describen las fórmulas dictadas por el dios Jnum al faraón Zosher, autor de la famosa pirámide escalonada de Sakkara .

Sakkara

Descubierta en 1889 por Charles Wilbour en la isla de Sehel, a tres kilómetros de Assuan, la Estela de Famine es conocida también como la Estela Química de Jnum.

La razón de tan insólito nombre es muy sencilla: en ella, según Davidovits, se encuentra el recetario químico para la construcción de una especie de “piedra filosofaI” capaz de ablandar la roca.

El mismo Davidovits. al igual que ya lo había hecho el padre Jorge Lira en Perú. realizó experimentos de ablandamiento de la piedra basándose en los textos de la Estela de Famine. Y también como su colega peruano. el científico consiguió reblandecer rocas calizas. aunque igualmente tuvo problemas para volver a solidificarlas de forma homogénea.

Semejante técnica apunta a una forma de tecnología – en este caso química – que difícilmente encaja con nuestros conocimientos del pasado.

Ya la reina Hatshepsut, cuya esfinge se conserva actualmente en Memphis, dejó escrito en el obelisco más grande del templo de Karnac que “las generaciones futuras se preguntaran sobre la técnica e izado de este gran monolito”.

El secreto de dicha técnica, aplicada tanto en las construcciones inspiradas por esa soberana como en otros muchos monumentos faraónicos. está, en buena medida, basada en el reblandecimiento de la piedra.

Templo de Karnac

Obelisco del Templo de Karnac

Para Manuel Delqado, que además de Egipto también ha recorrido buena parte del continente americano, se han encontrado evidencias de la técnica del ablandamiento pétreo en México, Perú y otros países.

En opinión del conocido astroarqueólogo español las piedras ablandadas de la meseta de Nazca. de Machu- Picchu o de la Gran Pirámide demuestran una tecnoloqía avanzada que existió en el pasado más remoto. Atribuir esa tecnología – concluye Delgado – a una civilización anterior como la Atlántida, o a la presencia de extraterrestres, es una cuestión de opiniones.

Pero a estas alturas nadie puede negar las evidencias de que nuestra historia no es como nos la han contado..

ANOTEMOS OTRAS REFERENCIAS INTERESANTES

Existen en Bolivia, en el museo (de Arqueología – N. de VA) de Cochabamba, “piedras amasadas”. Es decir, rocas generalmente graníticas, en las que los inkas podían, por simple presión, imprimir la huella de sus manos o de sus pies, como si el granito hubiese sido tan blando como la manteca. (11)

Tales improntas se encuentran en los roquedales de las montañas del Perú y también en Tahití donde, según la tradición, el dios Hiro, había puesto su pie.

En la tradición Mapuche el Mareupuantü y los werken sagrados (mensajeros) han dejado sus huellas impresas en la piedra en muchos lugares, por ejemplo en la “Piedra Santa” (paraje El Morado, dpto. Ñorkín, Neuken); en el valle del río Uco (Mendoza), etc., etc. (…)

Otro fenómeno en correlación con el precedente es el de los enormes bloques de piedra que forman las murallas de las ciudades fortificadas de los inkas, principalmente Saksawaman, cerca de Cuzco.

Estos bloques están tan sabiamente tallados y ajustados entre sí, a veces con rebordes, que se ensamblan exactamente unos en otros, lo cual hace pensar que los constructores no tallaban la piedra, sino que la trataban químicamente para poderla amasar a continuación como arcilla.
IMPRESION DE UN OBJETO SOBRE PIEDRA ABLANDADA

En junio de 1967 se sabía que un sacerdote católico peruano, Jorge Lira, había descubierto el procedimiento de los inkas, que consistía en un zumo de una hierba capaz de convertir aquel duro material en sustancia maleable a voluntad.
Lira había efectuado con éxito experimentos macerando piedrecitas en el líquido extraído de la maravillosa planta, planta de la que todavía no se conoce el nombre.

En París hace ya algunos años atrás residía un mitómano, o farsante, llamado Beltrán García que empleaba el seudónimo “Gregori B.”, y decía ser descendiente de Garcilaso de la Vega y liderar la “religión del Sol Inca”. Este sujeto pasa por ser poseedor del secreto de la planta, pero con tres variedades de vegetales.

Son muy interesantes las aplicaciones que los antiguos mapuche solían darle a esta plantita, y especialmente por sus fines medicinales. La capacidad de poder ablandar temporalmente la materia ósea, tiene posibilidades insospechadas en el tratamientos de fracturas, especialmente craneanas, muy habituales en los combates precolombinos.

Un misterio que se devela deja de ser misterio y en consecuencia pierde su encanto, ya hemos dicho demasiado…

EXPLORACION FAWCETT
En éste libro, Percy Fawcett hace un pormenorizado memorial de sus aventuras por las selvas más remotas del mundo. Sus descubrimientos lo convencieron no sólo de la existencia de civilizaciones aún desconocidas en las profundidades de la floresta amazónica, sino también de un saber perdido y del hecho de que los incas no fueron los primeros en conocer la técnica de ablandar las piedras, ni tampoco los autores de muchas maravillas arquitectónicas que salpican toda la geografía andina. De este libro se han extraído algunos párrafos que son una verdadera sorpresa.
Los Incas heredaron las fortalezas y ciudades construidas por una raza anterior y las restauró de la ruina sin mucha dificultad –escribe convencido Fawcett, al recordar sus viajes por el Perú—. Ellos construyeron con piedra en las regiones dónde éste era el material más conveniente; en cambio, para el cinturón costero ellos usaron generalmente el adobe.

Los viejos constructores adoptaron las mismas e increíbles junturas que son características de los edificios megalíticos más viejos, pero los incas no hicieron ningún esfuerzo para usar la piedra grande, previamente amasada por sus predecesores. Y

o escuché que los incas heredaron esta técnica y encajaron sus piedras gracias a un líquido que ablandó las superficies a ser unidas a la consistencia de arcilla.”

“¡yo no lo creo!” – dijo un amigo que había sido miembro de la Expedición peruana de Yale que descubrió Machu Picchu en 1911— Yo he visto las canteras dónde estas piedras estaban cortadas -insistió-. Yo los he visto en todas las fases de preparación, y puedo asegurarlo, las superficies fueron trabajadas a mano y nada más!”
















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