En el sistema de creencias de los sumerios, Enki (conocido como Ea por acadios y babilonios) era considerado uno de los dioses más importantes. En un principio, Enki era adorado como dios del agua dulce, y ejercía como patrón de la ciudad de Eridu, que según creían los antiguos habitantes de Mesopotamia había sido la primera ciudad fundada en todo el mundo. Con el paso del tiempo, no obstante, la influencia de Enki se acrecentó, y acabó siendo considerado un dios con poder sobre muchos otros aspectos de la vida, entre ellos el engaño, la astucia, la magia, la creación, la fertilidad y la inteligencia.
Mitos sumerios, acadios y babilonios sobre la familia de Enki
Según los sumerios (y acadios), Enki era hijo de Anu, dios del cielo. Por otro lado, el poema babilonio Enuma Elish se refiere a Enki como hijo de Apsu, el océano primigenio de agua dulce bajo la tierra. Enki es también considerado hijo de Nammu, diosa madre primordial que dio a luz a los cielos y la Tierra. La esposa de Enki era Ninhursag, y entre sus hijos se cuentan Asarluhi, Enbilulu y el famoso Marduk.
El panteón sumerio.
Mucho de lo que sabemos hoy en día sobre Enki nos llega de las antiguas obras literarias de Mesopotamia que han sobrevivido al paso de los milenios. Hay toda una serie de mitos en los que Enki desempeña un papel predominante. Uno de los más famosos de ellos es el Enuma Elish, mito babilónico de la creación.
En el mito, Enki es uno de los hijos de Apsu y Tiamat, personificaciones del agua dulce y el agua salada respectivamente. Enki y sus hermanos empezaron muy pronto a hacer mucho ruido, lo que enfureció a Apsu al perturbar su sueño. Apsu decidió entonces destruir a sus hijos, pero su plan fue revelado a Enki por su madre Tiamat. En consecuencia, Enki decidió golpear primero, durmiendo a su padre y dándole muerte a continuación. Aunque el mito prosigue, Enki no vuelve a tener un papel protagonista en él, eclipsado por su hijo Marduk.
Relieve con una posible representación de Enki y Ziusudra.
Enki ayuda a la humanidad
Enki desempeña asimismo un papel protagonista en otro mito acadio/babilonio, el Atrahasis, versión mesopotámica del Gran Diluvio. En este mito, Enki es responsable de la creación de la humanidad, destinada a servir a los dioses. Esta raza de humanos se multiplicó rápidamente, y Enlil, jefe de los dioses, se irritó por el mucho ruido que hacían los humanos. De este modo, decidió reducir el número de humanos enviando catástrofes a la Tierra para provocar su muerte. En cada una de ellas, los humanos apelaban a Enki, esperando que les dijera qué hacer para poder sobrevivir. Finalmente, Enlil decide exterminar de una vez por todas a la humanidad con una gran inundación. Enki es incapaz de detener los planes de Enlil, por lo que decide bajar a la tierra para salvar al menos a un hombre bueno, Atrahasis. Enki ordena a Atrahasis construir un arca para poder escapar a la cólera de Enlil. El resto de la raza humana, no obstante, es destruida. Enlil sugiere entonces que el ser humano sea creado de nuevo, aunque las nuevas criaturas humanas serán menos fértiles, su vida será más corta y serán más vulnerables que sus predecesores.
Reproducción de un sello mesopotámico que representa al dios sumerio Enlil y a su esposa, la diosa Ninlil.
Enki, un engañador engañado
En algunos mitos, Enki es considerado padre de la diosa Inanna, otra importante deidad del panteón sumerio. Por ejemplo, en el famoso mito del Descenso de Inanna, Enki urde un plan para rescatar a su hija del Inframundo cuando Ereshkigal, hermana de Inanna, le da muerte. Enki envía entonces a unos demonios para engañar a Ereshkigal y conseguir que les dé el cadáver de Inanna, que ellos resucitarían a continuación.
En otro mito titulado Inanna y Enki, los dos dioses compiten para comprobar cuál de los dos es capaz de beber más. En el transcurso de este reto, Enki, completamente borracho, concede a su hija todos los Mes, es decir, los dones de la civilización. A la mañana siguiente, Enki se da cuenta de lo que ha hecho y envía a sus seguidores a recuperar los Mes. Inanna, no obstante, había conseguido regresar sana y salva a su ciudad, Uruk. Al percatarse de que había sido engañado, Enki no tiene otra opción que hacer las paces con Inanna y la ciudad de Uruk.
Relieve de la “Reina de la Noche”, una figura considerada por lo general como uno de los aspectos de la diosa Ishtar (la Inanna sumeria), diosa mesopotámica del amor sexual y de la guerra.
En los mitos ya mencionados, podría decirse que Enki es descrito como un dios sabio y benévolo que cuidaba de la humanidad. Por otro lado, también podemos decir de él que su fuerza residía en su astucia y sus dotes para el engaño. De cualquier manera, como bien demuestra el último mito del que hemos hablado, hasta el mejor engañador puede ser engañado en algunas ocasiones.
Autor: Wu Mingren
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