martes, 7 de febrero de 2017

Nuevos estudios avalan la complejidad de las sociedades prehistóricas que usaban el cuarzo para elaborar sus herramientas


Puñal de hoja de cristal de roca y enmangue de marfil de Montelirio (Sevilla). M. A. Blanco; Grupo ATLAS, Universidad de Sevilla
El cuarzo, pese a ser uno de los minerales con mayor presencia en la corteza terrestre, ha sido considerado tradicionalmente por los arqueólogos como un recurso de escasa importancia, propio de sociedades arcaicas. En cambio, nuevos estudios, recogidos ahora en un monográfico que publica la prestigiosa revista Quaternary Internationaldemuestran la complejidad económica, tecnológica, social y simbólica, equiparable a la registrada en los grupos que habitaban otros territorios donde el sílex era un material frecuente, y al cuál se le ha dado más valor. Estos resultados pueden considerarse como una prueba evidente de la flexibilidad y capacidad de adaptación de las sociedades prehistóricas a los cambios y condicionantes de los diversos territorios.
El monográfico es fruto del trabajo de miembros del GEPN-AAT (Grupo de Estudos para a Prehistoria do Noroeste Ibérico- Arqueoloxía, Antigüidade e Territorio) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) e IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), que lo han editado conjuntamente.  El volumen reúne las contribuciones de varios especialistas nacionales e internacionales, cuyo contenido tiene su base en una sesión celebrada durante el XVII Congreso Internacional de la UISPP (Union International de Sciences Préhistoriques et Protohistoriques), en Burgos en 2014.
Durante millones de años y hasta la generalización de la metalurgia, hace apenas unos milenios, la fabricación de herramientas líticas fue un aspecto fundamental de la economía y tecnología de las sociedades prehistóricas. Es por ello que su estudio resulta de enorme importancia para que los arqueólogos puedan comprender y reconstruir las sociedades pasadas.
En ese sentido, la investigación se ha centrado tradicionalmente en aquellas herramientas realizadas en sílex (que, de hecho, es un tipo de cuarzo), dado que esta roca presenta una mejor calidad para la talla, lo que facilita la fabricación de piezas más complejas e, incluso, más atractivas desde un punto de vista estético. Sin embargo, en aquellos territorios en los que el sílex es una materia prima muy escasa (como puede ser la propia Galicia o el extremo Noreste de la Península Ibérica) los grupos prehistóricos tuvieron que recurrir a otros materiales, como el cuarzo.
Pese a ser uno de los minerales más comunes de la corteza terrestre, se había prestado muy poca atención al estudio de estos materiales, ya sea en su variedad más común, el cuarzo lechoso  (izquierda) o en su variedad más pura, el cristal de roca (derecha). Los investigadores lo han considerado tradicionalmente como un mero recurso de sustitución, de mala calidad, y que no permitía obtener la misma estandarización morfológica de las herramientas que en sus homólogos en sílex. Esta aproximación llevó a que, en algunos casos, se tachase de arcaicos a los grupos prehistóricos que fabricaban sus herramientas en cuarzo. No es de extrañar que haya sido precisamente en estas regiones con una mayor presencia del mencionado mineral, entre las que Galicia tiene cierta relevancia, desde las cuales se estén desarrollando trabajos cuyo objetivo es el de revisar estas consideraciones apriorísticas sobre el cuarzo.
El presente volumen reúne 16 contribuciones de numerosos especialistas nacionales e internacionales con el fin de ofrecer un panorama lo más completo posible sobre el papel que el cuarzo jugaba en las sociedades prehistóricas desde un punto de vista económico, tecnológico, funcional y simbólico. Estos trabajos abarcan un amplio marco cronológico y espacial, ofreciéndose casos de estudio de diversas regiones del planeta y desde el Paleolítico Inferior hasta la Edad del Bronce (Olduvai, Suecia, Nueva Zelanda, Foz Côa, etc.). 
Procesos de talla
Estas contribuciones ayudan a romper con los paradigmas tradicionales de la disciplina, dejando claro el gran conocimiento que estos grupos prehistóricos tenían sobre las características de este material y las posibilidades que les ofrecía, llegando a desarrollar procesos de talla específicos que posibilitaron la obtención de piezas de indudable valor estético y simbólico, como puede ser la daga en cristal de roca de Montelirio (Valencina de la Concepción, Sevilla). En estas obras el cuarzo se muestra, pues, como un recurso versátil.
En este sentido, además de mostrar propiedades mecánicas y funcionales equiparables a las de otros materiales de buena calidad, el cuarzo muestra ciertas propiedades específicas (forma prismática, propiedades piezo-eléctricas...) que lo dotaron de un valor simbólico y apotropaico para diferentes sociedades prehistóricas, como refleja la presencia de prismas y cristales de roca en numerosos ajuares megalíticos a lo largo de la fachada atlántica europea.












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