Para los antiguos griegos, el ‘amor’ estaba categorizado en varias palabras distintas, representando cada una de ellas una forma diferente de pasión o sentimiento; algo considerablemente diferente de nuestra idea de generalizar todos los tipos y aspectos del amor en una sola palabra. Esta conocepción ejercía una poderosa influencia a la hora de trabajar con hechizos mágicos y amuletos, ya que el objetivo del ritual mágico debía centrarse en el tipo de amor o relación que la persona buscaba obtener o fortalecer.
Términos habituales para el amor
Los términos más habituales para el ‘amor’ en la antigua Grecia eran los siguientes:
- Ágape: amor desprendido e incondicional. Este era el amor que alcanzaba a todo el mundo, independientemente de si eran miembros de nuestra familia o extraños muy distantes. Es el amor que todo el mundo debería procurar sentir hacia otros seres humanos. Ágape fue traducido más tarde al latín como caritas, término del que procede nuestra palabra “caridad”.
- Fileo: un tipo de amor relacionado con la amistad y muy valorado por los antiguos griegos. Estaba ligado a una profunda amistad y camaradería, como las que comparten los guerreros que combaten juntos en el campo de batalla. También tenía que ver con las demostraciones de lealtad a los amigos, compartir emociones con ellos e incluso llegar al sacrificio. Fileo podía referirse asimismo al amor entre padres e hijos, aunque en ocasiones también podía emplearse ‘storgé’ para explicar este tipo de amor.
- Storgé: un tipo de amor familiar. Puede ser similar a fileo cuando se refiere al amor entre padres e hijos. Como idea general, storgé es el tipo de amor que nace de una familiaridad o dependencia, y a diferencia de fileo y eros, no está asociado a ningún tipo de cualidades personales del otro individuo.
- Eros: llamado así por el dios griego de la fertilidad, el término eros se empleaba habitualmente para aludir a lo que ágape y fileo no podían ser o representar, es decir, el amor sexual o carnal. Eros no siempre tenía unas connotaciones positivas, ya que era considerado algo peligroso, una forma irracional de amor que podía llegar a dominar a un individuo.
Hechizos mágicos para obtener ‘eros’
Para las gentes de la antigüedad, la magia también servía al propósito de explicar las relaciones entre causa y efecto utilizando ideas, analogías y simbolismo que la gente podía comprender. En su libro Ancient Greek Love Magic (“Magia de amor de la antigua Grecia”, editado en el año 2001), el Dr. Christopher Faraone explica los diferentes tipos de magia de amor y la importancia de la magia en la antigua Grecia.
Al igual que la mayor parte de los hechizos de la época romana relacionados con Eros, es habitual encontrar algunos de ellos en los que se ordenaba a espíritus que impidieran a la víctima femenina disfrutar de su vida cotidiana y pretendieran arrastrarla hasta el hombre que lanzaba el hechizo. Aunque el dios Eros se asocia principalmente a rituales y condiciones vinculadas al amor pasional, Pan podía también ser el origen de este repentino e incontrolable furor amoroso.
Eros Farnesio, estatua de mármol pompeyana
Muchos encantamientos de la antigua Grecia estaban diseñados para inducir la posesión del eros, y algunos de ellos eran muy cortos y sencillos. Estos hechizos se centraban en el deseo de la víctima de tal manera que fuese ilimitado tanto en el tiempo como en el espacio. Sin embargo, éste no es el caso del encantamiento griego más popular para obtener el eros, el hechizo ‘agogé’, que constaba de un procedimiento coherente: “dirigía” a la mujer inmediatamente desde la casa de su padre o marido hasta la de quien llevaba a cabo el hechizo, en un movimiento que imitaba de forma bastante obvia el traslado de una novia de la casa de sus padres a la de su marido, como bien explica el Dr. Faraone.
Probablemente los hechizos agogé (magia de eros) más populares de la antigua Grecia eran aquellos en los que la víctima femenina era “encendida” simbólicamente prendiendo fuego a figuritas junto con ciertas hierbas y especias.
Un segundo tipo de magia de eros, aunque no tan popular o violento como otros hechizos agogé, aparece a menudo en el contexto del cortejo y el matrimonio tradicionales: el lanzamiento o presentación de manzanas ‘encantadas’ u otros tipos de frutas similares. Los hechizos mágicos que empleaban manzanas y granadas se llevaban utilizando desde una época muy anterior, habiéndose encontrado escritos acerca de ellos que se remontan al siglo IX a. C. en colecciones cuneiformes de textos rituales neo-asirios.
Plato cerámico de figuras rojas en el que podemos ver a Eros representado como un apuesto joven alado que está realizando una ofrenda.
Hechizos de amor destinados a inspirar ‘fileo’
Los hombres no eran los únicos que hacían uso de la magia de amor en la antigua Grecia, aunque sí que es cierto que gozaban de cierto monopolio sobre los hechizos utilizados para inducir el eros, el deseo. Las mujeres eran igualmente aficionadas a lanzar hechizos mágicos, aunque el tipo de magia que empleaban y los contextos en los que los utilizaban eran considerablemente diferentes. Eran hechizos diseñados a menudo para conservar o recuperar fileo o agapé, inspirar cariño en un esposo, un amante o cualquier otra persona con quien la mujer que realizaba el ritual hubiera tenido contacto previamente.
Escena de pederastia en la palestra: un hombre y un joven se disponen a hacer el amor.
Aunque los hechizos de fileo en ocasiones tenían como objetivo despertar en la víctima el deseo sexual, las imágenes de loca pasión, ardiente y atormentada, se encontraban completamente ausentes en estos casos, y generalmente el resultado buscado en la magia de fileo eran la docilidad y la amabilidad. De hecho este tipo de magia se utilizaba a menudo para sanar una relación rota o disfuncional, o para proteger una aún existente pero frágil.
Este hecho encaja perfectamente con prácticas mágicas como el uso y la confección de amuletos, ungüentos y pociones, todos ellos sistemas muy populares en la magia de sanación. Sin embargo, no deberíamos idealizar los hechizos de fileo, ya que al igual que los hechizos de eros algunos de sus rituales estaban claramente diseñados para dominar y controlar a otros atándolos o debilitándolos. Esto queda claramente de manifiesto en los hechizos de fileo que utilizaban técnicas de amarre o narcóticos para controlar a sus víctimas masculinas. A veces algunos hombres desconfiaban de sus esposas y concubinas, sospechando que podían estar haciendo uso de hechizos mágicos para controlar y socavar su autonomía.
Hechizos de nudos, ungüentos faciales y amuletos
Una antigua práctica muy popular de hechizos mágicos en la región del Próximo Oriente era el atado de nudos, destinado a inhibir la furia del esposo. Estaba relacionado con otro tipo de hechizos mágicos de la tradición neo-asiria que a menudo implicaban el uso de cordeles con nudos o cuentas para potenciar el propio atractivo a los ojos de un superior.
Otras dos formas de hechizos, los anillos especiales y los ungüentos faciales, estaban también presentes en la tradición mágica de la antigua Grecia, y eran empleados para cuestiones similares. La evidencia demuestra que tanto griegos como asirios utilizaban anillos mágicos para aumentar su carisma personal, en especial ante sus reyes y señores.
‘Banquete de Platón’, óleo de Anselm Feuerbach.
Según el Dr. Faraone, las recetas griegas halladas en un manual de magia del siglo IV d. C. nos ofrecen ejemplos de piedras que se llevaban encima con intenciones mágicas: si un hombre portaba por ejemplo una piedra dendrita “será amado (egapemenos) y atendido por dioses y mortales y triunfará en todo aquello que desee”; o si un hombre llevaba un zafiro grabado con una imagen de Afrodita, “será encantador, famoso y saldrá victorioso en todo litigio.” Otra receta mágica griega tardía asegura que cuando el aerizon, un tipo especial de jaspe, se engarza en un pequeño anillo de oro, resulta “especialmente efectivo contra reyes y jefes,” una creencia que parece que ya conocía Plinio el Viejo más de tres siglos antes.
Parece ser que en la cultura de la antigua Grecia las mujeres utilizaban amuletos, ungüentos faciales y pociones con objetivos muy similares: incrementar el cariño o aplacar la furia de un esposo o autoridad masculina. Estos encantamientos de fileo estaban destinados a despertar respuestas emocionales y endocrinas en sus objetivos masculinos. Eran diferente de los hechizos agogé y los hechizos “de manzanas”, diseñados para inspirar la locura y la lujuria en sus víctimas femeninas.
Apuntando a un grupo más numeroso
Los amuletos de fileo a menudo estaban destinados a aumentar el encanto personal propio ante todo hombre y mujer, mientras que las pociones de amor al parecer estaban diseñadas para cambiar el estado de ánimo, la amabilidad y el afecto de la víctima hacia todo aquel que entrara en contacto con él o con ella. Se podían obtener diferentes efectos a fin de beneficiar a un grupo más numeroso de personas. Por ejemplo, si una esposa llevaba a cabo con éxito un hechizo de magia fileo sobre su furioso marido, también estaba realizando un servicio a la familia entera, y puede que incluso a todo el vecindario, como bien apunta el Dr. Faraone.
Pintura del bajo Rhin (1470-80) en la que aparecen elementos de magia de amor.
Las mayores diferencias entre las magias de eros y de fileo probablemente nacen de sus muy diferentes orígenes: la magia de eros, de las artes del maleficio, en las que la identidad precisa del objetivo es crucial; mientras que la magia de fileo proviene de las artes de sanación y protección, en las que la intención del hechizo mágico pretende tener un efecto tan difuso como sea posible. La magia de eros se llevaba a cabo habitualmente a distancia, y se centraba fuertemente en el nombre de una sola víctima, mientras que el efecto deseado de la magia de fileo resultaba extrañamente difuso.
Autor: Marina Sohma
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