Los humanos somos una de las especies más eróticas del mundo animal y se refleja en el arte
Canecillos con esculturas sexuales de la Colegiata de San Pedro de Cervatos (Cantabria)
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Los seres humanos, generalmente, copulamos con menos frecuencia que otras especies animales simplemente porque, desde tiempos remotos, nos enfrentamos a numerosas restricciones sexuales impuestas por la sociedad. No obstante, según el antropólogo Marvin Harris, “los humanos somos una de las especies más eróticas del mundo animal”. No sorprende, con esta afirmación, que el sexo sea uno de los temas más recurrente del arte de antiguas civilizaciones como la hindú, la griega o la romana, entre otras.
Sin embargo, es más extraño que aparezca abundante iconografía erótica esculpida en los canecillos, las metopas y los capiteles de las iglesias románicas. ¿Qué hacen ahí? Los investigadores actuales no se ponen de acuerdo en las causas y exponen tres hipótesis principales sobre la elección de esta temática. La primera explica que se trata de simples alegorías del pecadocarnal y, en muchos casos, de sus castigos correspondientes. La segunda afirma que representa la necesidad reproductora de la época y, por tanto, tienen como finalidad la estimulación de las relaciones sexuales para favorecer la procreación en una sociedad con elevada mortalidad infantil y una escasa esperanza de vida. La tercera revela, sencillamente, que la sociedad medieval es sexualmente más liberal de lo que creemos.
Sea cual sea la causa, el caso es que en España hay una gran densidad de iconografía sexual repartida por un gran número de iglesias románicas. Las zonas más destacadas son el sur de Cantabria, donde destaca la Colegiata de San Pedro de Cervatos; la zona nororiental de Palencia, donde sobresale San Cebrián de Mudá; y el norte de Burgos, donde se distingue Tejada y Valdenoceda. No obstante, la distribución geográfica es mucho más amplia y hay muestras también en iglesias de las provincias de Soria, Segovia y Burgos.
Las escenas sexuales que más se repiten en el arte románico son las figuras onanistas, los varones itifálicos, las mujeres mostrando su sexo y los coitos entre humanos o entre animales. Asimismo, también son frecuentes las representaciones de fiestas, de juglares o de bailes como, por ejemplo, las representaciones que el Maestro de San Juan de la Peña hace de sensuales bailarinas contorsionistas junto a sus músicos.
Por otro lado, es frecuentemente encontrar especialmente mutilados o erosionados los canecillos o los capiteles con figuras de contenido sexual. ¿Es consecuencia del deterioro normal de la roca o se debe a agresiones deliberadas de la población? Lo más probable es que existiera alguna tradición de lanzar piedras a ciertas representaciones iconográficas impúdicas como, incluso aún en la actualidad, recuerdan en ciertos pueblos las personas de edad más avanzada.
En conclusión, no es fácil discernir la complejidad del significado ni del simbolismo de la iconografía sexual del románico. Probablemente, nunca llegaremos a obtener una única interpretación segura de las causas que llevaron a estas creaciones. Lo único claro, en mi opinión, es que el románico sexual pretende penetrar en la mentalidad emocional de las gentes del medievo con unos fines moralizadores.
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