Se ha revelado por primera vez el verdadero rostro de un poderoso gobernante de la antigua civilización mochica de Perú conocido como el Señor de Sipán gracias a un proyecto intensivo de reconstrucción digital de su cara, llevado a cabo con la ayuda de expertos en antropología forense. Los restos del Señor de Sipán, que vivió hace unos 2.000 años, fueron descubiertos en 1987 en el conjunto de tumbas de Huaca Rajada, enterrados entre deslumbrantes tesoros sin igual en toda la región.
El análisis de sus galas y la iconografía de las representaciones artísticas halladas en su tumba sugieren que este hombre fue un guerrero-sacerdote mochica de alto rango y una preeminente autoridad del valle de Lambayeque. Este poderoso noble probablemente fuese visto por su pueblo como alguien con poderes divinos.
Los mochicas eran una civilización preinca que dominó la costa norte de lo que hoy es Perú hace aproximadamente unos 2.000 años. Construyeron enormes pirámides con millones de ladrillos de adobe y crearon una extensa red de acueductos que les permitía irrigar sus cultivos en una zona seca y desértica. Fueron también pioneros en diversas técnicas de trabajo de los metales, como la soldadura y el recubrimiento de oro, técnicas que les permitieron crear magníficas piezas y joyas extraordinariamente intrincadas.
Sabemos poco de la civilización mochica, ya que no nos dejaron textos escritos que nos hablen de sus creencias y costumbres. Sin embargo, el descubrimiento de detalladas pinturas en piezas cerámicas y los murales de las paredes de los templos, además de las elaboradas tumbas halladas en Huaca Rajada, han aportado información sobre su cultura y creencias. En el siguiente vídeo se puede ver una reconstrucción del conjunto de tumbas de Huaca Rajada:
La agencia peruana de noticias Andina informa de que diversos análisis de alta tecnología han permitido a los investigadores determinar que este sacerdote mochica tenía una edad de entre 45 y 55 años cuando murió, y que su estatura era de 1,67 metros.
Cicero Moraes, especialista en diseño gráfico en 3D por ordenador, ha colaborado en este proyecto con el dentista forense De Paulo Miamoto, quien realizó un análisis antropológico de los ancestros del sacerdote para disponer de más datos a la hora de recrear sus rasgos faciales.
“Presenta los típicos rasgos de ascendencia precolombina, y se parece a los indígenas sudamericanos originales que vivían aquí hace cientos de años,” apunta el Dr. Miamoto en declaraciones recogidas por Mail Online.
La tarea de reconstruir el rostro del Señor de Sipán ha supuesto un gran desafío, ya que su cráneo se encontraba fragmentado en 96 piezas, hecho pedazos por la presión de los sedimentos, y llevaba enterrado más de 2.000 años. Sin embargo, fue posible reconstruirlo encajando y pegando meticulosamente cada uno de estos fragmentos. Cicero Moraes tomó entonces cerca de 100 fotografías para trazar un mapa digital del cráneo. A continuación puede verse un vídeo del proceso de reconstrucción.
Cuando fue descubierto, el Señor de Sipán se encontraba engalanado con joyas y ornamentos de oro, plata y cobre, entre los que había un enorme tocado con forma de media luna decorado con un penacho de plumas, una máscara, varios pectorales confeccionados con cientos de piezas de concha, collares, pendientes, joyas para la nariz, un cetro de oro y plata, estandartes de tejido de algodón con bordados de metal dorado y dos placas de oro con forma de trapecio que los guerreros llevaban fijadas a la cara interior de sus ropas.
Los collares fueron confeccionados con cuentas de oro y plata con forma de maní (cacahuete), un importante alimento básico para los mochicas. Tenían diez granos de oro al lado derecho que simbolizaban la masculinidad y el dios del sol, mientras que a la izquierda estaban las cuentas de plata que representaban lo femenino y evocaban a la diosa de la luna.
Enterrados también con el Señor de Sipán se encontraron numerosos utensilios ceremoniales, como conchas marinas tropicales, sonajas de oro y plata, cuchillos, máscaras funerarias de oro, campanas de oro decoradas con imágenes de un dios decapitando a seres humanos, otros tres tocados y cientos de abalorios. En total fueron enterrados un total de 451 objetos de oro, plata, cobre, tejidos y plumas junto con el Señor de Sipán para acompañarle en su viaje al más allá.
Reconstrucción en la que se observa al Señor de Sipán ataviado con sus mejores galas y acompañado de su séquito.
Enterrados junto con el sacerdote guerrero había otros seis individuos: tres mujeres jóvenes vestidas con ropas ceremoniales a los pies y a la cabeza de su ataúd (posiblemente esposas o concubinas que al parecer habrían muerto algún tiempo después), dos hombres robustos con los pies amputados por los tobillos (posiblemente guerreros que fueron sacrificados para acompañar a su señor) y un niño de nueve o diez años de edad colocado a la cabeza de su ataúd. Se encontraron más tarde los restos de un tercer hombre sobre la techumbre de la cámara funeraria, depositados en un nicho que domina la cámara. Se hallaron también en la tumba los restos de un perro, quizás la mascota favorita del Señor de Sipán, y los de dos llamas, probablemente ofrendas funerarias.
Tumba del Señor de Sipán
El Dr. Walter Alva, director del Museo Tumbas Reales de Sipán, ha declarado a Mail Online que “la reconstrucción de los rasgos del Señor de Sipán y los análisis antropológicos forenses nos han permitido acercarnos al rostro de nuestros antepasados. […] También es un paso importante a la hora de humanizar y conocer mejor al Señor de Sipán mochica.”
Autor: April Holloway
http://www.ancient-origins.es/noticias-historia-arqueologia/el-se%C3%B1or-sip%C3%A1n-revelado-el-aut%C3%A9ntico-rostro-un-antiguo-sacerdote-mochica-003778?nopaging=1
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