Según San Malaquías, después de Benedicto XVI sólo habrá un Papa más en la Iglesia Católica
La profecía de los Papas, atribuida a San Malaquías, anuncia que se acerca el final de la dinastía papal. El sucesor del Papa número 112 (Benedicto) podría ser el último.
Las profecías están escritas adjudicando a cada papa un lema. Muchos de los lemas proféticos parecen haberse cumplido y puede que también sea certera la última profecía que indica que únicamente uno o dos papas más ocuparán la silla de San Pedro.
Las llamadas profecías papales de San Malaquías se publicaron a finales del siglo XVI, con los nombres de los futuros papas y los lemas que los identificaban, aunque habían sido escritas en 1139, hace 800 años, por el irlandés San Malaquias.
El profeta dejó en Roma una lista de 113 títulos latinos, uno por cada Papa que reinaría a partir de su época Estos títulos predicen los nombres de los futuros Papas, su lugar de nacimiento, sus blasones o títulos o los hechos más importantes sucedidos bajo su papado. Tras el actual Papa, sólo queda un lema más en la lista.
La gloria del olivo
Según Malaquías, el sucesor de Juan Pablo II es “Gloria Olivae”, de la gloria del olivo u olivo glorioso. No es de extrañar entonces que el nuevo Papa sea benedictino y haya tomado el nombre de Benedicto ( la orden benedictina es conocida también como olivetana).
Petrus Romanus
Y llegamos al último lema de San Malaquías: “Petrus Romanus” o Pedro el Romano. Los interpretes no se ponen de acuerdo: algunos ven el fin del mundo en esta profecía; otros ven una referencia a una renovación espiritual de la iglesia.
En efecto, las profecías de San Malaquías finalizan con veinticinco palabras en latín que se han traducido de este modo:
“En la última persecución de la Santa Iglesia Romana se sentará Pedro Romano, que apacentará las ovejas entre muchas tribulaciones; pasadas estas cosas, la Ciudad de las Siete Colinas será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo”
Lo que está claro es que la profecía de San Malaquías prevé sólo dos nuevos papas a continuación del actual.
Un Papa huyendo de Roma
Además de San Malaquías, muchos otros han predecido el fin de las dinastías papales. En concreto, hay mucha literatura sobre el tema del Papa, huyendo o cautivo, pero siempre lejos de Roma. Nostradamus fue uno de ellos, pero hubo muchos más:
Jeane Dixon, que ya predijo una alianza entre EEUU y Rusia para luchar contra China, también dijo que hacia finales de siglo un Papa será herido. Y otro morirá asesinado hallándose lejos de Roma. A partir de tal hecho, la Iglesia tendrá un tipo de gobierno distinto al Papado. Lo mismo anticipa el tercer secreto de Fátima recientemente revelado.
Juan de Vatigueiro , en el siglo XIII, predijo que cuando el mundo se encuentre perturbado el Papa cambiará de residencia, y durante 25 meses no habrá ningún gobierno ni Papa en la Iglesia de Roma.
Juan de Rocapartida, 100 años después, profetizó que al acercarse el fin del mundo, el papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas circunstancias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos. El Papa sufrirá una cruel muerte en el exilio.
Nicolás de Fluh, en el siglo XV, previó que llegaría un tiempo en el que la Iglesia quedaría desolada, sin Pedro ni sus sucesores.
Helen Wallraf, vidente, declaró el siglo pasado que llegaría el día en que el Papa huya de Roma con la sola compañía de cuatro cardenales.
Anna Katerina Emmerick vio al Papa huyendo, débil y agotado por los muchos pesares y tribulaciones y al Vaticano quemado hasta los cimientos.
Don Bosco, mistico, advirtió al Papa Pío IX de que llegará un día en que una luz brillante resplandecerá en el cielo, en pleno fragor de una batalla. En ese instante, el Papa y sus servidores abandonarán el Vaticano pasando por una plaza cubierta de muertos y heridos. Todo el país sufrirá una gran pérdida de población y la tierra se agitará como arrasada por un huracán y caerá un fuerte pedrisco. Durante doscientos amaneceres, el papa y su séquito vagarán por tierras extranjeras.
Pio X tuvo una visión similar en 1909. Durante una audiencia, el Papa se desmayó y, al recobrar el conocimiento, dijo que llegaría un día en el que el Papa abandonará Roma y será transportado, enfermo, por encima de los cadáveres de sus cardenales.
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