Identifican un probable nuevo asentamiento vikingo en Terranova

SE ENCUENTRA EN LA PUNTA SUROESTE DE TERRANOVA, A CASI 500 KILÓMETROS DEL ASENTAMIENTO CONOCIDO DE L'ANSE AUX MEADOWS 
Mucho se ha especulado sobre la llegada de los vikingos a Norteamérica y su presencia y penetración reales en el continente. Durante décadas, la única evidencia arqueológica la constituía el yacimiento arqueológico de L'Anse aux Meadows, ubicado en la punta septentrional de la isla de Terranova, en Canadá. Ahora, un nuevo yacimiento, Point Rosee, situado en la misma isla pero a más de 500 kilómetros al sur, da un vuelco al mapa de la presencia vikinga en la zona, abriendo nuevas perspectivas y mostrando que probablemente la diseminación vikinga por las nuevas tierras habría sido mayor de lo que pensábamos.








Un nuevo descubrimiento ha puesto de manifiesto que los vikingos puedieron haber viajado cientos de kilómetros más lejos adentrándose en América del Norte de lo que mostraban las evidencias arqueológicas conocidas hasta ahora.
Es sabido que llegaron al extremo oriental del continente hace más de 1.000 años, pero la magnitud de su exploración ha permanecido desconocida, limitada a los datos obtenidos en las excavaciones del asentamiento conocido de L'Anse aux Meadows.
Guiado por imágenes de satélite, un equipo científico dirigido por la arqueóloga Sarah Parcak, ha descubiertovestigios del segundo asentamiento vikingo conocido en América en un promontorio en Point Rosee, en el extremo suroccidental de la isla de Terranova (Canadá).
En 1960, un yacimiento situado en la punta más septentrional de Terranova en Canadá, L'Anse aux Meadows, fue identificado y estudiado, y los arqueólogos estaban convencidos de que se trataba de un asentamiento vikingo. La noticia demostraba la llegada a América desde Europa con anterioridad a los viajes de Colón. Pero ningún otro sitio había sido identificado, y la búsqueda se estancó, hasta ahora.
Sarah Parcak utiliza imágenes de satélite para buscar irregularidades en el suelo, potencialmente causadas por estructuras artificiales que se encuentran debajo. Ella ha utilizado esta técnica para encontrar yacimientos antiguos en Egipto y, en especial, la ubicación del gran faro en Portus cerca de Roma y varios otros edificios.
En el caso de los vikingos, esta clase de descubrimientos se complica porque sus construcciones eran preferentemente de madera y han desaparecido. Pero dejaron huella en el terreno.
El equipo escaneó con ese propósito las imágenes de satélite de toda la costa este de Estados Unidos y zonas en Canadá. Varios emplazamientos ofrecían posibilidades pero al final se optó por un promontorio, en la punta más occidental de Terranova, a más de 500 kilómetros hacia el sur y el oeste desde el único emplazamiento vikingo conocido en América del Norte.
Daba a dos bahías, ofreciendo protección a los buques de cualquier dirección del viento. Parcak vio rarezas en el suelo que destacaban patrones y decoloraciones que sugerían estructuras artificiales, hechas por el hombre, posiblemente incluso casas comunales.
Parcak pasó dos semanas con su equipo en la zona. En la excavación apareció una roca ennegrecida, testigo de temperaturas intensas. Bajo ella había trozos de carbón mezclado con hierro, que se creen vestigios de una antigua forja. Rozando esta estructura apareció una pared de turba del tipo construído por los colonos vikingos en el Atlántico Norte.
"Estoy absolutamente encantada," dice Parcak. "Por lo general, en la arqueología, sólo se consigue escribir una nota al pie de página en los libros de historia, pero lo que parece encntrarse en Punta Rosee puede ser el comienzo de un capítulo completamente nuevo".
"Este nuevo emplazamiento podría desvelar más secretos sobre los vikingos, si fueron los primeros europeos en 'ocupar' brevemente América del Norte, y revelan que se atrevieron a explorar mucho más lejos en el Nuevo Mundo de lo que pensábamos".
















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