Un antiguo rey, precedido por portaestandartes y escoltado por una nutrida comitiva de soldados, sirvientes con abanicos, bestias poderosas y deidades, proyecta su poder y su fuerza militar en elaboradas escenas grabadas en las paredes de roca del desierto egipcio.
Se cree que las escenas de arte rupestre del antiguo Nag el-Hamdulab, creadas hace unos 5.000 años, fueron realizadas por las manos de artistas profesionales cercanos a la corte real. Son las representaciones más antiguas conocidas de un faraón portando la “corona blanca”, símbolo del poder dinástico, y muestran la transición de las procesiones religiosas del Egipto predinástico a las visitas de un monarca triunfante decidido a recaudar sus impuestos.
Presentadas e interpretadas por primera vez por un equipo internacional de expertos en la revista Antiquity, constituyen la “fuente iconográfica más importante acerca de la época en la que se estaba formando el estado de Egipto”, expresada mediante símbolos de poder y rituales a lo largo de siete emplazamientos o “zonas” de la ribera occidental del Nilo.
Petroglifos de Nag el-Hamdulab (Egipto) en los que se pueden apreciar barcos y figuras humanas. Fotografía: University College de Londres.
Los autores del estudio, Stan Hendrickx y Maria Carmela Gatto, exploran el significado histórico de esta galería de arte rupestre perdida en las arenas del desierto, al oeste de Nag el-Hamdulab, a unos seis kilómetros de Asuán (Egipto).
Hendrickx, Darnell y Gatto datan la creación de las imágenes en la época inmediatamente anterior a Narmer, unificador de Egipto y fundador de la Primera Dinastía.
La Paleta de Narmer, datada en torno al 3100 a. C., contiene algunas de las más antiguas inscripciones jeroglíficas halladas jamás. Ilustra la unificación del Alto y el Bajo Egipto bajo el reinado del faraón Narmer. En ella, Narmer aparece empuñando una maza y portando la Corona Blanca sobre su cabeza, en una imagen muy similar a la de los petroglifos de Nag el-Hamdulab. (Public Domain)
El Descubrimiento de Símbolos Perdidos en el Desierto
El asiriólogo y lingüista británico Archibald H. Sayce se topó con parte de este complejo de arte rupestre a principios de la década de 1890, y registró su hallazgo mediante sencillos dibujos. Estos bocetos y las propias paredes de roca no serían examinados de nuevo hasta más de un siglo más tarde, en el año 2008, cuando el lugar fue redescubierto por un equipo de arqueólogos. Los viejos bocetos sumados a los paneles de grabados rupestres recientemente identificados, siete en total, constituyen una antigua galería de escenas y forman en conjunto un documento único que da fe de una celebración real y una recaudación de impuestos datada entre el 3200 a. C. y el 3100 a. C.
Los textos jeroglíficos que aparecen por debajo de las imágenes cuidadosamente picadas sobre las paredes de roca explican el objetivo de estas escenas. John Coleman Darnell, director del Instituto Egiptológico de Yale en Egipto y profesor de Egiptología, ha declarado a YaleNews que el ciclo de Nag el-Hamdulab constituye un hallazgo muy importante, ya que se trataría del primer complejo de imágenes de este tipo acompañado de anotaciones jeroglíficas que se conoce.
El equipo de investigadores internacionales, que incluye egiptólogos y arqueólogos de instituciones de América, Europa y Egipto, ha utilizado una avanzada tecnología de reconstrucción digital para analizar las imágenes y los textos.
A través de una serie de viñetas, los grabados rupestres de Nag el-Hamdulab representan un ciclo. Interpretando las imágenes, los arqueólogos creen que las escenas de caza, animales, barcos, guerra, soldados, prisioneros, y el rey anónimo que porta la Corona Blanca, son altamente simbólicas.
Aunque estas escenas se han estropeado mucho en los últimos años, los estilos y técnicas de los artistas son evidentes, y sugieren a los investigadores que todas las obras fueron creadas por solo uno o dos individuos, además de haber sido concebidas como un ‘gran proyecto’ global, y no añadidas poco a poco con el paso del tiempo.
El Gran Proyecto: El Poder del Rey
Las siete escenas independientes de Nag el-Hamdulab son altamente simbólicas, y culminan en un mensaje final que exalta el poder de la realeza en Egipto.
Antiquity informa de que en la escena de la zona 1 predominan los barcos. Junto a varios barcos de juncos, aparece una figura postrada y vestida con plumas—posiblemente un prisionero o un aliado extranjero. Tres prisioneros siguen a otra embarcación (se les representa con las manos atadas a su espalda y cuerdas en torno a sus cuellos.) En esta escena son los barcos los que simbolizan el poder y la fuerza militar, más que los seres humanos.
Los barcos y barcas de juncos se encuentran entre los tipos más antiguos de embarcaciones, y aparecen a menudo representados en el arte rupestre egipcio. ((WT-shared) Shoestring at wts wikivoyage Creative Commons)
Las zonas 2 a la 5 se encuentran muy próximas las unas a las otras, al abrigo de los barrancos situados al centro de la llanura de Nag el-Hamdulab.
Su primera escena es de temática militar, y en ella se pueden observar arqueros y prisioneros cerca de un barco sobre el que hay dos figuras de pie. Cada una de estas dos figuras algo más elevadas empuña una vara o báculo. No está claro quiénes son ni lo que representan.
Otro individuo singular aparece de pie entre arqueros. Uno de sus brazos se encuentra doblado tras su espalda, y el otro está “vuelto hacia arriba ante su pecho, de manera diferente a la de cualquier otra representación de Nag el-Hamdulab.” Un arquero solitario que empuña un arco de muy gran tamaño aparece delante del barco. Los arcos eran símbolos de poder y podían verse a menudo en el arte egipcio, incluso por sí solos, sin la presencia de un arquero.
Típica tinaja egipcia de cerámica predinástica con un barco dibujado. (CC BY-SA 1.0)
La segunda escena de la zona 2 nos muestra varios barcos con numerosos remeros y sus respectivos remos. Una antigua embarcación con forma de hoz presenta un elemento singular – está decorada con el estandarte de un toro. El rey porta la Corona Blanca o hedjet sobre su cabeza, la alta corona del Alto Egipto. Frente al rey se puede ver un perro, una deidad canina relacionada con la caza y la guerra, y su nombre, “Wepwawet”, que significa “el que abre caminos”, nombre referido a las toma de decisiones en la vida o a los caminos que se dirigen hacia la muerte o al inframundo.
Animales, Banquetes, Sacrificios y Bailarinas: Las Fiestas del Imperio Antiguo
La zona 3 ha sido destruida en su mayor parte, y la única información de que disponemos acerca de ella es gracias a los archivos fotográficos. En las dos escenas de esta zona la presencia de una embarcación sugiere una conexión con otras localizaciones, pero el rey aparece retratado aquí como un poderoso gobernante, más que como un referente religioso simbólico. Un hombre conduce a un toro salvaje o becerro, y tras ellos se observa la imagen de un cuchillo de gran tamaño, lo que sugiere que se trata de animales que van a ser sacrificados para ofrendas religiosas.
La zona 4 de este conjunto rupestre representa un banquete. La escena de este festín nos muestra a personajes elaborando bebidas y a una figura sentada, bebiendo a su vez. Aparece también representada con un tamaño algo mayor de lo normal lo que se cree que es una figura de origen nubio (por su característico arco), lo que quizás indica una importante presencia de nubios en la región de Asuán durante la época predinástica, tal y como señala el estudio.
Desgraciadamente, la zona 5 se encuentra muy estropeada, pero aún se pueden observar en ella las interesantes representaciones de una cabeza de toro y una bailarina. La bailarina luce una larga trenza, rematada por una forma oval que se cree que es una bola o disco con pesos habitual en los peinados de las bailarinas del Imperio Antiguo, lo que ayuda de forma muy efectiva a datar esta escena. El toro y la bailarina ponen de manifiesto los rituales de caza, sacrificio, banquetes, música y bailes del Imperio Antiguo.
En la zona 6 se puede contemplar una escena con reses dirigidas por humanos y perros. En este cuadro aislado situado al sur de Nag el-Hamdulab destacan los animales, tanto salvajes como domésticos. Los investigadores apuntan que la caza era una iconografía importante y habitual en la era predinástica; formaba parte del estilo de vida de la élite y no se practicaba necesariamente por una cuestión de supervivencia, sino más bien con ocasión de festividades o enterramientos importantes. Se cree que estas escenas de caza intentan representar la riqueza de algunos grupos de ganaderos locales, probablemente nubios.
Culminación: El Rey Divino Trae el Orden al Caos
La zona 7 está considerada como una de las más importantes de la serie, la culminación del ciclo. Compuesta por cuatro escenas, una de ellas mayor que el resto, estas imágenes grabadas en la roca representan muchos barcos en fila, siendo uno de ellos notablemente más alto que el resto. La obvia figura de un soberano aparece seguida de un sirviente que porta un abanico, y precedida por portaestandartes y un can. Este rey se encuentra de pie en un habitáculo decorado, lleva puesta la Corona Blanca y empuña un cetro. Está flanqueado por estandartes de halcones y cuernos de toro, símbolos reales. Por debajo de él se puede ver un santuario, o barco divino, elemento que dota a la escena de un contexto religioso. Cuatro hombres con barba tiran del barco divino con una cuerda. Esta procesión ritual está bajo la supervisión del rey, y representa de hecho el poder de la realeza.
En otras escenas se observan varios grupos de animales—reales y mitológicos—como perros, leones, avestruces, íbices y otros cuyas cabezas irradian extraños rayos.
Leemos en Antiquity que “El significado último de este conjunto es que la realeza, el ser humano, se aseguran el control, el triunfo del orden sobre el caos a un nivel cósmico, referido también en último extremo a la regeneración. El vínculo entre la zona 7 y el resto de zonas descritas anteriormente no se manifiesta solo a través de la imagen de la realeza, los barcos y la idea de las procesiones rituales, sino también por la pequeña—y desgraciadamente en un pobre estado de conservación—escena de caza cercana a la procesión del barco real.”
En este detalle de la Paleta de Narmer se puede apreciar claramente el uso de la Corona Blanca a principios del Período Dinástico. (CC BY-SA 3.0)
Los investigadores creen que todos estos singulares paneles tenían la intención de poner de manifiesto y exaltar el poder de los primeros faraones egipcios y sus grandes viajes destinados a recaudar impuestos. Las imágenes simbólicas describen claramente el domino de los reyes egipcios sobre sus súbditos y sobre el caos del mundo natural. Este conjunto de arte rupestre milenario arroja nueva luz sobre la época en la que se estaba formando un estado que se convertiría más tarde en lo que hoy conocemos como el antiguo Egipto.
Imagen de portada: petroglifo de un barco de junco picado sobre la superficie de la pared de roca, parte del ciclo de Nag el-Hamdulab, Egipto. Fotografía: Stan Hendrickx, John Coleman Darnell y Maria Carmela Gatto.
Autor: Liz Leafloor
Traducción: Rafa García
Fuente: Ancient Origins.es
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