El 24 de agosto del siglo I de esta era, una tremenda erupción del Vesubio enterró, bajo toneladas de rocas volcánicas y cenizas, varias ciudades romanas como Pompeya y Herculano. La tragedia, sin embargo, sirvió para conservar algunas de las maravillas del Imperio Romano, como los frescos de los palacios pompeyanos. En el siglo XVIII se descubrió también la llamada desde entonces Villa dei Papiri.
En la ladera del volcán, en una villa que había pertenecido al suegro de Julio César, se encontraron bajo metros de ceniza solidificada casi 1.800 rollos de papiro. Solo unos cuantos se han podido desenrollar. La gran mayoría han esperado carbonizados a que la tecnología permitiera leerlos sin destruirlos.
Es lo que, al menos en parte, han conseguido un grupo de investigadores italianos y franceses. La tarea no era sencilla. El papiro, el material vegetal del que están hechos los pergaminos, tuvo que soportar el castigo de una ola de fuego de unos 320º, ennegreciéndose y compactándose. Para complicarlo, los escribas usaban carbón vegetal para transcribir los textos. Así que, negro sobre negro.
Las letras y sílabas detectadas permiten determinar el estilo del escriba y apuntan a un texto filosófico
"La tinta a base de carbón no penetra en las fibras del papiro, sino que agarra sobre ellas", explican los investigadores en su trabajo, publicado por la revista Nature Communications. Y ese detalle ha sido clave para el éxito de su investigación. El texto escrito en un pergamino queda en relieve. Son solo unas pocas micras (la millonésima parte de un metro) pero suficientes para, con la tecnología apropiada, diferenciar entre el carbón de lo escrito y el carbón del papiro chamuscado.
Los investigadores del Istituto per la Microelettronica e Microsistemidel Consiglio Nazionale Delle Ricerche (CNR, una especie de CSIC italiano) contaron con la colaboración de colegas del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón, situado en Grenoble (Francia) para analizar el pergamino denominado PHerc.Paris. 4, uno de los dos rollos que Napoleón recibió como regalo del Reino de Nápoles en 1802.
En las instalaciones del sincrotón, los científicos pudieron escanear el pergamino usando una versión de la tomografía computarizada de rayos X (XCT). Muy usada en medicina, esta técnica de imagen se aprovecha de que los materiales muestran ratios diferentes de absorción de los rayos X. Pero aunque su contraste vale para diferenciar entre material duro (huesos) y blando (tejidos), no basta para distinguir un carbón de otro.
"La tinta del carboncillo y el papiro carbonizado tienen una composición muy similar y no pueden ser diferenciados usando la XCT", explica el investigador del CNR y principal autor de la investigación, Vito Mocella. Usaron otra técnica (XPCT, por sus siglas en inglés) que aprovecha las variaciones en la capacidad refractiva (es decir, el cambio de fase de los rayos X) entre las estructuras de un material compuesto que absorben casi igual. Consiguieron así lograr un aumento del contraste de la imagen suficiente para leer el pergamino sin desenrollarlo.
Con esas imágenes de rayos X, los investigadores pudieron localizar letras y hasta palabras en distintos puntos del pergamino. Escrito en griego, la lengua culta y de la filosofía de entonces, algunas de las letras son evidentes, en especial para el ojo experto. Otras sin embargo, pueden confundir su trazo con las líneas de las fibras del papiro.
"Después de varios ensayos, seleccionamos las muestras más legibles de las imágenes escaneadas", dice en una nota el investigador del CNRS francés y coautor del trabajo, Daniel Delattre. "No había lugar a más dudas, las curvas oscuras no podían ser confundidas con la red de fibras del papiro. ¡Podemos ver letras, deformadas y retorcidas letras griegas!", añade exultante.
Aunque las sílabas recuperadas desde el interior del pergamino aún no permiten leer su contenido, sí han dado varias pistas sobre él. Los científicos aprovecharon la lectura con la misma técnica de imagen los fragmentos del papiro PHerc.Paris. 1, uno de los que se intentaron desenrollar en los años 80 del siglo pasado y acabó destrozado, para hacer comparaciones entre ambos.
De esta manera, pudieron determinar con cierto grado de certeza que fueron escritos por el mismo escriba. El estilo de las letras de uno y otro es idéntico. En cuanto al contenido, aunque su apuesta es algo arriesgada, creen que es un texto filosófico. Su autor podría ser Filodemo de Gadara, un seguidor de las enseñanzas de Epicuro. Aunque todavía queda margen de mejora, los investigadores creen que se ha abierto la puerta a la mayor biblioteca de la antigüedad que, aún carbonizada, ha llegado hasta hoy.
articulo publicado en--http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/recuperan-textos-de-un-pergamino-calcinado-por-la-erupci-n-del#.VL_T-0eG9HU
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