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miércoles, 1 de enero de 2014

La piedra del sol

Pocos conocemos realmente el significado, origen y simbología de uno de los iconos más representativos del pueblo mexicano: la Piedra del Sol.
   
La Piedra del Sol es un disco monolítico de basalto con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y a los cultos solares. Es común e incorrectamente llamada Calendario Azteca.
 
La roca que da origen al monolito se remonta hacía el año cero, cuando es arrojada en forma de lava por el volcán Xitle. Proviene del sur de la Cuenca de México, tal vez de San Ángel o del sur de Xochimilco.
Fue labrada durante la época de esplendor de los Mexicas, alrededor de 1512, y las imágenes en su superficie se refieren a la cosmovisión de ese pueblo.
 
El monolito sintetizó el conocimiento astronómico que los antiguos mexicanos habían desarrollado hasta antes de la conquista española. La piedra fue localizada “circunstancialmente” a finales del siglo XVIII en el costado sur de la Plaza Mayor de la ciudad de México, donde había sido depositada con el relieve hacia abajo y cuidadosamente enterrada para no ser destruida por los evangelizadores españoles durante el periodo colonial. Según el arqueólogo Felipe Solís, “los sobrevivientes a la hecatombe protegieron su diseño con una capa de cenizas volcánicas o arena, con lo que la salvaron de una inminente destrucción.”
  

Pero la fecha exacta de su descubrimiento, el 17 de diciembre de 1790, pone en evidencia que su resurgimiento de las entrañas de la tierra fue un acontecimiento magistralmente planeado, ya que en esa fecha comenzaba el año trece carrizo. El símbolo colocado en la parte superior del Calendario Azteca.


Detalle del símbolo 13 carrizo.
    
La Piedra del Sol es uno de los monolitos más antiguos que se conserva de la cultura mexica. En el Templo Mayor de México-Tenochtitlan, probablemente ocupó un destacado lugar colocado sobre uno de los templos llamado Quauhxicalco. Antes del reciente descubrimiento del monolito de Tlaltecuhtli, dios-diosa de la tierra, con sus 4 por 3,57 metros de altura y que se encuentra actualmente en proceso de salvamento y restauración, se pensaba que la Piedra del Sol era el más grande en dimensiones.
  
Fue derribada o enterrada al consumarse la Conquista de México y permaneció así hasta su hallazgo en el Zócalo, la plaza mayor de Ciudad de México. En distintas épocas la piedra ha sido colocada en diversos sitios, entre ellos el exterior de la pared poniente de la catedral metropolitana. Actualmente se exhibe en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia, ubicado en el conjunto del Bosque de Chapultepec; y por el lugar que ocupa al interior de la sala, se le puede considerar la pieza más importante.



Probablemente en náhuatl fue llamada Ollin Tonatiuhtlan que significa "Tonatiuhtlan de Ollin" o "Sol de Movimiento". Esta manera de llamarle tiene relación con la forma en que, según la cosmogonía mexica, se espera que termine la era del Quinto Sol (la era actual). Se dice que "Ollin Tonatiuh" finalizará con una serie de enormes y devastadores terremotos.
 
El primer estudio sobre la Piedra del Sol lo hizo Antonio León y Gama en 1792. Desde entonces, se han realizado infinidad de estudios sobre el monolito.
Una de las preguntas constantes sobre esta escultura calendárica es si su posición era horizontal o vertical. Ahora se sabe que la posición de la Piedra del Sol debía ser horizontal y mostraba la imagen del relieve solar como en muchos otros monumentos de forma cilíndrica.
También se han hecho varias propuestas sobre el valor numérico de cada uno de los elementos presentes en el relieve, de tal manera que gracias a complicadas operaciones matemáticas, se supone que el monolito representa la suma de observaciones astronómicas y es el resultado de complicados cómputos calendáricos, aunque la información que existe sobre esta creación escultórica se encuentra bastante dispersa.
  
Ellos estructuraban sus calendarios con fines prácticos, como la agricultura y con fines astronómicos, los cuales en conjunto daban la pauta para la elaboración de sus complejos ritos que hasta hoy día están presentes, mezclados con el culto católico, producto del inevitable sincretismo cultural, constituyen una poderosa fuerza vital del México profundo.
   
La Piedra del Sol fue esculpida en piedra volcánica por Axayacatl, emperador azteca, que entre guerra y guerra pudo terminarla e inaugurarla en una solemne ceremonia poco antes de morir en el año de 1481.
En esta piedra también se sintetizó de manera magistral la concepción cosmogónica del tiempo cíclico que habían descubierto los antiguos habitantes, gracias a su profundo conocimiento de la astronomía. El Sol, los planetas Venus y la Tierra, con su satélite, la Luna, fueron los astros directamente implicados en este tejido astronómico grabado en el majestuoso monolito.
  
Vista por primera vez, la piedra es un gran círculo decorado con numerosos símbolos. Si nos acercamos para observar mejor la escultura es evidente visualizar las cinco eras cosmogónicas consignadas en los textos indígenas del siglo XVI y en los códices prehispánicos. La del quinto Sol, es la edad cósmica de mayor dimensión representada en este monolito.
Esta primera observación ya deja entrever que cada uno de los símbolos que se encuentran en esta piedra contiene un significado cronológico.


En una segunda observación, vemos en el primer anillo de la Piedra del Sol los veinte días con los que se formaba el calendario prehispánico, y esto es otra señal que nos manifiesta su asociación con el tonalpohualli, el calendario sagrado de los antiguos mexicanos.
  
La presencia de ocho rayos del Sol y el símbolo del año xihuitl, es un detonante que confirma, con toda seguridad, que en esta rueda hay periodos astronómicos vinculados a la sistematización del tiempo en un calendario, pues, ocho años corresponden a cinco revoluciones sinódicas de Venus, planeta muy observado por los pueblos del área mesoamericana, dado que estaba ligado a Quetzalcoatl, su héroe cultural.
  
En una nueva observación a la piedra veremos el símbolo 13-carrizo, uno de los elementos centrales de su diseño. Este símbolo y el nahui ollin, 4-movimiento, recuerdan uno de los mitos antiguos que asociaban a estas combinaciones con la formación del quinto Sol.
  
“El quinto Sol: Se llama Sol de Movimiento, porque se mueve, sigue su camino.
Y como andan diciendo los viejos, en él habrá movimientos de tierra, habrá hambre y así pereceremos.
En el año 13-Cañase dice que vino a existir, nació el Sol que ahora existe.
Entonces fue cuando iluminó, cuando amaneció, el Sol de movimiento que ahora existe.
4-Movimiento es su signo.
Es éste el quinto Sol que se cimentó, en él habrá movimientos de tierra, en él habrá hambres.”
 
 
LA IMAGEN CENTRAL
 
La deidad que se encuentra en el centro de su diseño ha provocado mucha polémica: hay quienes dicen que se trata del dios Tonatiuh, el dios del Sol, Xiuhtecuhtli, la deidad del centro del Universo, e incluso Huitzilopochtli. Hace unos años se planteó que esta imagen tiene que ver con el inframundo, con la tierra, o que es el Sol nocturno. Recientemente, se dijo que representa una versión peculiar de Tonatihu.
 
El dios central de la piedra se luce con sus dos manos, cada una con una pulsera; un ojo y ceja, porque nada se le puede ocultar. Además en cada mano, sus garras apresan un corazón humano, y su lengua está representada como un cuchillo de pedernal, expresando la necesidad de sacrificios para la continuidad del movimiento solar.
 
Además el disco central contiene los signos de los puntos cardinales colocados entre los signos de las Eras: el Norte, signo 1 PedernalSur, signo 1 LLuviaEste, con Xiuhuitzolli un signo heráldico, y Oeste, con el signo 7 Mono.
  
Los cuatro cuadrados que rodean la deidad central representan los anteriores cuatro soles que antecedieron al actual Quinto Sol.


PRIMER CÍRCULO
 
Alrededor de la imagen central de la Piedra del Sol, en el primer círculo, aparecen la representación de los cinco soles generadores del mundo: 4 jaguar (nahui océlotl), el primer Sol; 4 viento (nahui ehécatl), el segundo Sol; 4 lluvia de fuego (nahui quiáhuitlel tercer Sol; 4 agua (nahui atl), el cuarto Sol.
 
La corona la forman los pictogramas de los veinte días bautizados del calendario sagrado azteca, Tonalpohualli en sentido anti horario. Estos veinte días se iban combinando con trece números hasta que se formaba un año sagrado de doscientos sesenta días.
  
Estos son: Cipactli, Ehecatl, Calli, Cuetzpallin, Cóatl, Miquiztli, Mazatl, Tochtli, Atl, Itzcuintli, Ozomatli, Malinalli, Ácatl, Ocelotl, Cuauhtli, Cozcaquauhtli, Ollin, Tecpátl, Quiahuitl y Xochitl.

SEGUNDO CÍRCULO
 
La segunda corona contiene varias secciones cuadradas, en cada sección contiene cinco puntos que se cree que representan las semanas de cinco días. Hay también ocho ángulos que dividen la piedra en ocho partes. Estos representan los rayos solares colocados en dirección a los puntos cardinales.
 
TERCER CÍRCULO
 
En la parte más baja de la piedra, hay dos serpientes de fuego, Xiuhcoatl, que rodean y enmarcan la piedra y llevan al dios por el firmamento, uno frente a otra. Sus cuerpos están divididos en secciones que podrían símbolizar llamas y miembros de jaguar. Estas secciones podrían representar cincuenta y dos ciclos anuales: el siglo azteca consistió en 52 años, cada correspondencia entre el principio del año civil con el sagrado.
  
En la parte superior del monolito, un cuadrado tallado entre las colas de las serpientes representa la fecha "13 Acatl". Esto se supone que corresponde a 1479, el año en el que el calendario fue completado.
  
En los extremos del relieve, hay ocho agujeros equidistantes, representando diversas constelaciones.

LOS COLORES
 
Tras el análisis de muestras microscópicas de rastros de pintura de Piedra del Sol se sabe que este monolito estuvo cubierto (y no en toda la superficie) por los colores rojo y ocre, tonalidades que concuerdan con su simbolismo.
 
Actualmente, la Piedra del Sol puede visitarse en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, en la ciudad de México.

fuente--.treecreativity.com









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