Angkor Wat es el templo más grande y también el mejor conservado de los que integran el asentamiento de Angkor. Está considerado como la mayor estructura religiosa jamás construida, y uno de los tesoros arqueológicos más importantes del mundo.
Ubicado 5,5 km al norte de la actual Siem Riep, en la provincia homónima de Camboya, Angkor Wat forma parte del complejo de templos construidos en la zona de Angkor.
La gigantesca ciudad –es la mayor urbe preindustrial del mundo, y llegó a tener una superficie de 3.000 kilómetros cuadrados– está salpicada por más de mil templos, lo que la convierte en uno de los enclaves sagrados de Asia.
Sin embargo, sus secretos más fascinantes, relacionados con la astronomía, no son visibles a simple vista. En primer lugar, Angkor Wat es una evocación en la tierra del monte Meru, centro del universo y residencia de las divinidades según la mitología hindú. Un simbolismo cósmico que adquiere forma con las cinco torres del santuario, que evocan los cinco picos de la montaña sagrada.
A otro nivel, las sorpresas son aún mayores.
En 1976, varios científicos estadounidenses daban a conocer, a través de las páginas de la publicación científica Science, unas conclusiones sorprendentes. Los sacerdotes-astrónomos camboyanos emplearon en la construcción del recinto una medida conocida como “codo camboyano”, cuya longitud equivale a 0,43545 metros. Tras examinar concienzudamente las dimensiones del templo, los investigadores descubrieron que los arqueólogos del templo habían codificado en ellas mensajes de naturaleza calendárica. Así, si observamos los muros exteriores del recinto descubrimos que tienen una longitud de doce veces 365,24 codos. Es decir, la duración exacta del año solar. Igualmente, los ejes norte-sur y este-oeste del recinto interior donde se eleva la torre central arroja una cifra casi idéntica: 365,37 codos, un número que vuelve a aludir al ciclo solar anual.
Si medimos la distancia existente entre distintos puntos que aparecen en el recorrido del eje este-oeste del edificio, encontramos varias cifras expresadas en codos: 1.728, 1.296, 864 y 432. Multiplicando por mil cada una de estas cifras, obtenemos exactamente la duración en años de los distintos periodos de tiempo de la mitología hindú: Krita Yuga, Treta Yuga, Dvapara Yuga y Kali Yuga.
En el equinoccio de primavera, un observador situado al comienzo del puente que conduce a Angkor Wat, observará con asombro que el Sol surge de madrugada justo sobre la torre central del conjunto. Tres días después, el fenómeno se repite si variamos unos metros nuestra posición. Curiosamente, la cultura temer celebraba el año nuevo en el equinoccio de primavera, y por espacio de tres días.
En este misma entrada oeste encontramos otros alineamientos destacados. El día del solsticio de verano, el Sol se eleva para el observador justo sobre la colina sagrada de Phnom Bok, a unos 17 kilómetros de Angkor Wat. Por el contrario, en el solsticio de invierno, el fenómeno se produce en dirección sudeste, y en este caso el Sol nace justo en el cercano templo de Prasat Kuk Bangro.
En Angkor Wat, Camboya, unas ruinas fechadas alrededor del S. XI d.C., pero construidas sobre templos de edad imprecisa, imitan en el cielo la constelación del Dragón y su orientación al norte.
Los muros de este templo contienen la franja más larga de bajorrelieves del mundo. Nos revelan tanto sobre Angkor wat como los jeroglíficos sobre Egipto.
Detalladas observaciones de los cielos llevadas a cabo por los astrónomos a lo largo de largos períodos de tiempo. Se representa un intrincado ciclo de las estrellas, denomidado precesión, un ciclo del tiempo que tan sólo podrían comprender unos observadores muy minuciosos, de hecho es una metáfora científica para expresar el modo en que la tierra gira sobre su eje en los cielos.
Si pudieramos acelerar el movimiento de las estrellas una noche, veríamos que las estrellas parecen girar sobre el extremo norte del cielo. Esto ocurre porque la tierra da una vuelta completa cada 24 horas, pero la posición del polo norte no es fija a causa de una pequeña fluctuación en la rotación de la tierra, el polo se desplaza, recorre un pequeño circulo alrededor de un punto fijo a lo largo de 26.000 años, o lo que es lo mismo, un grado cada 72 años. Este ciclo recibe el nombre de Precesión. Ahora podemos medirlo y lo que resulta increible es que los antiguos lo supieran medir entonces.
Sabemos que podían porque introdujeron cifras en clave relativas a las precesiones en las dimensiones y alineación de los templos.
El hecho de que en Angkor haya 72 templos no es ninguna concidencia, tampoco es una coincidencia que la calzada de Angkor Wat se encuentre exactamente tres cuartos de grado al Este, en términos de Precesión, tres cuartos de grado son 54 años y encontramos éste número repetido por todo Angkor.
Aquella inclinación avisaba a los constructores de Angkor del equinoccio de primavera con tres días de antelación. Solamente en el equinoccio, cuando el día y la noche tienen la misma duración, el sol se alinea al amanecer con la torre principal.
Los constructores de Angkor utilizaban cifras precesionales para conmemorar sus ideas más importantes.
La ubicación de los Templos de Angkor refleja la ubicación de las Estrellas de la constelación de Draco, del mismo modo que las Pirámides de Egipto lo hacen con la constelación de Orión.
El mismo aspecto en el cielo y en la tierra en el momento preciso.
Si hacemos coincidir la ubicación de los templos con la posición de la constelación, tenemos que retroceder en el tiempo hasta el año 10.500 AC. momento en el cual, casan a la perfección.
El Angkor que podemos observar hoy en día fue construido hace menos de mil años, pero la disposición de los templos sobre el terreno refleja la posición de la constelación de Draco en el 10.500 AC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.