miércoles, 28 de noviembre de 2012

Uluru o Ayers Rock Uluru, también conocido como Ayers Rock, es el segundo mayor monolito del mundo. Surge desde el corazón de la tierra seca del centro de Australia como un enorme centinela de las más antiguas tradiciones Se ubica a 400 kilómetros al suroeste de la ciudad de Alice Springs, casi en el centro geográfico de Australia y ejerce una gran fascinación sobre todo aquel que se acerca a él. Recorrer su perímetro (9,4 km) permite observar las distintas caras y accidentes de su superficie. Tiene una forma más o menos oval con 3,6 km de largo y 2 km de ancho, con una altura máxima de 348 metros. Su mayor esplendor se descubre en las salidas y puestas de sol, adquiriendo gran espectacularidad por los cambios de color e iluminación. Este gran bloque de piedra representa el eje del Tiempo del Sueño aborigen, la era en que todo comenzó, el principio de la historia de la cultura local. En 1873 el comisionado William Gosse exploraba el desierto australiano cuando descubrió una cadena de montículos rocosos al sur de Alice Springs. El más impresionante de todos fue un enorme monolito rojo, al que bautizó como Ayers Rock en honor del Primer Ministro australiano, sir Henry Ayers. Pero lo que el señor Gosse no sabía, es que la roca sagrada ya tenía su propio nombre dado por los aborígenes: Uluru. La zona contiene gran cantidad de cuevas y pinturas de los aborígenes y son lugares sagrados, muchos de ellos cerrados al público. Todas las marcas geofísicas en la mole de Uluru adquieren su significado a través de un relato, una fábula o una canción. En las mil grietas de la superficie de la roca, los aborígenes ven por ejemplo al lagarto Kandju, que llegó hasta aquí buscando su bumerang perdido. Cada centímetro del Uluru tiene un significado especial desde hace miles de años. “Las manchas de humedad de los lados eran sangre de los venenosos hombres-serpiente, derrotados en la famosa batalla del Tiempo del Sueño. Los orificios de la roca simbolizaban los ojos de un enemigo ya muerto; una saliente representaba la nariz de un antepasado sumido en profundo sueño; y cada cavidad en la base de la roca cumplía una determinada función en los rituales propios de los aborígenes.” Algunas zonas de la roca son sagradas y el pueblo Anangu pide que no se tomen fotografías ni se entren en ellas. Al recorrer su perímetro encontraremos carteles que piden respeto al turista. Sobre todo a aquellos que van dispuesto a escalar el Uluru. “El lugar que va a escalar es un símbolo sagrado para nosotros. No debería hacerlo. No es lo más importante. Lo realmente auténtico es detenerse y oír. Estar atento a todo lo que le rodea. Escuchar y comprender. ¿Por qué tenemos que decirle que se vaya de aquí y que no suba? Sólo deseamos que lo comprenda y nos comprenda. ¡No suba! Quizás ésto le haga sentir tristeza, pero es lo que debemos decirle. ¡Estamos obligados a decírselo! Y así a los turistas se les encenderá una luz y dirán… ¡Ahora lo veo claro! Este es el camino correcto. ¡No escalar Uluru!“ Y es aquí donde el ansia de ver y tocar se enfrenta a las creencias de un pueblo que viene custodiando al Uluru desde el principio de los tiemposEn el corazón de Australia, y en el corazón del 'dreamtime' de los Anangu, surge una inmensa mole, llamada Uluru y rebautizada 'Ayers Rock' por el hombre blanco. Esta página pretende al mismo tiempo desagraviar a los hombres y mujeres para los que esta Roca es sagrada, por nuestra profanación: la escalamos. A pesar de los ruegos de los pobladores aborígenes; sin duda, la tentación es demasiado fuerte para un naturalista. Esperamos desde aquí desagraviar a los antepasados del pueblo Anangu, los propietarios de la Roca, dando a conocer alguna de sus tradiciones respecto a Uluru. La cultura del pueblo Anangu se basa en las relaciones entre las gentes, las plantas y los animales, así como en las estructuras físicas del paisaje. Las complejas relaciones entre estos elementos y como mantenerlas se explican a partir de la tradición religiosa denominada Tjukurpa, conjunto de leyes tradicionales que explica la existencia de las cosas y las gentes, y que sirve además como guía en la vida cotidiana. Como las demás religiones del mundo, el Tjukurpa da respuesta a cuestiones importantes: ¿Como se creó el mundo ylos seres vivos, y por quién?. El Tjukurpa es la clave para comprender la vida pasada, presente y futura. Y este se expresa de manera muy real a través del paisaje, que transmite la sabiduría de los antepasados. El Amanecer La Tierra fue creada al principio del Tjukurpa, cuando los seres ancestrales crearon los hitos del paisaje y los seres que los habitan, incluyendo a los seres humanos. Los pormenores de las andanzas y viajes de los seres ancestrales se han transmitido a lo largo del tiempo en forma de relatos, canciones y ceremonias. Cuando el pueblo Anangu contempla la Tierra, y todas sus criaturas, contemplan la evidencia de la existencia real, todavía, de los seres ancestrales. Uluru, con sus variados rincones y vallejos, así como otros elementos del paisaje del desierto, nos continuan hablando del Tjukurpa. Lugares Espirituales Algunas de las actividades de los seres ancestrales, tienen un gran valor espiritual y sus huellas en el paisaje una especial consideración. Los Anangu, tradicionales custodios de estos valores, velan por la privacidad de algunos de estos sitios especiales. En ellos no se permite hacer fotografías ni penetrar. Algunas de estas localizaciones solo son adecuadas para que en ellas entren los hombres, mientras que otras son exclusivas para las mujeres. Hay conocimientos que se pueden compartir con los visitantes y otros que son exclusivos para los Anangu. Las sendas de los Mala y de Mutitjulu, son excelentes lugares para compartir y comprender la cultura tradicional de los Anangu, viajando con ellos no solo en el espacio sino en el tiempo hasta los hechos que permitieron la creación del mundo.

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