martes, 27 de noviembre de 2012

El Samarangana Soutradhara es una colección de antiguos manuscritos hindúes, escritos en una época perdida en el tiempo, hace millares de años. Nada menos que 230 páginas de esta colección son dedicadas a los sistemas de construcción de los “vimanas”, las naves que volaban millares de kilómetros a altísima velocidad. Según el Samar (otra colección), los vimanas funcionaban con la “potencia latente del mercurio caliente”. Habrían dos tipos de vimanas: los “surymandalas”, que alcanzaban las regiones del sistema solar, y los “nahasatramandalas” que viajaban hacia el Sol. La colección Drona Parva habla de un conflicto –aparentemente atómico– que habría sucedido alrededor del 12.000 a.C. Describe un “enorme proyectil llameante, quemando con fuego sin humareda, haciendo arder los bosques y matando millares de individuos”. Describe también el “arma de Agneya”: “Arremetiendo con dilacerantismo, ella arrastraba atrás de sí, en su corrida, un resplandor cegante
El guerrero Arjuna, entonces, “al aproximarse a las regiones invisibles para los mortales que recorrían la tierra, vio carros celestes, maravillosos, a millares. En aquel lugar no brilla el Sol, ni la Luna, no reluce el fuego, mas si en su propio brillo centellea, por la fuerza de hechos nobles, aquello que en la Tierra es visible en la fuerza de las estrellas, las cuales, por causa de la distancia inmensa, parecen como lámparas, no obstante son grandes cuerpos”. La mayoría de esos relatos dispensa comentarios, pues el lenguaje usado, de modo general, es claramente descriptivo, casi técnico. En ciertos párrafos, no existe el menor trazo de misticismo. Este que pasamos a reproducir fue escrito por Maarshi Baradvaja, un profeta de la era primitiva de la India, y traducido por la Academia Internacional para Pesquisa del Sánscrito, en el Estado de Misore, India. “...un aparato que se mueve por fuerza interna, como una ave, sobre la tierra, dentro del agua, o en el mar, es denominado ‘vimana’ (...) que es capaz de moverse en el cielo, de un lugar a otro... Es un vimana, así llamado por los sacerdotes de las ciencias. El secreto de la construcción de aparatos voladores que, no se quiebran, no pueden ser partidos, no juntan fuego y no pueden ser interpretados. El secreto de hacer aparatos en vuelo. El secreto de tornar invisibles aparatos en vuelo. El secreto de escuchar ruidos y conversaciones en aparatos enemigos en vuelo. El secreto de fijar imágenes del interior en aparatos enemigos en vuelo. El secreto de determinar la vuelta de aparatos enemigos en vuelo. El secreto de dejar seres sin sentido en aparatos enemigos en vuelo y de destruir los aparatos enemigos en vuelo.” Según Erich von Däniken (que tradujo este texto para los términos modernos), en otra parte de este relato del profeta Baradvaja, “se da la descripción exacta de 31 piezas principales que componen el aparato. Con precisión idéntica, se da instrucciones para el traje y la alimentación de los pilotos. Además, el texto contiene la especificación de los 16 metales diferentes, necesarios para la construcción del vehículo volador. No en tanto, el mundo actual conoce apenas tres de los metales especificados, quedando sin traducción, hasta ahora, lo demás
“Todos cuando parten de este mundo en viaje primero llegan a la Luna... La Luna es el portal de acceso al reino celeste, y quien sabe responder a sus preguntas está libre para proseguir viaje... (Rig Veda. 1° Adhyaya). Venerado sea Vayu, señor del espacio cósmico... Prepara una morada para mí, que soy el señor del sacrificio. Abre el portal del espacio celeste, del espacio cósmico, para que podamos contemplarlo a fin de obtener el dominio del espacio cósmico. Es para allá que queremos ir.” Es claro que todo eso puede tener apenas un sentido espíritual de liberación de las almas después de la muerte. Mas no se puede ignorar que se parece mucho un plano de vuelo. Y este trecho puede ser leído como un pedido de permisión de trabajo para una escala en la Luna, antes de un viaje al espacio exterior. Para finalizar, observemos este párrafo del Rig Veda, en que un venerable da la siguiente lección a su discípulo: “El espacio cósmico es mayor que la incandescencia, pues ambos se encuentran dentro del ámbito cósmico, el Sol y la Luna, como el relámpago, los astros y el fuego. En virtud del espacio cósmico, las personas llaman, ven y responden. En el espacio cósmico experimentan alegría. Nacemos en el espacio cósmico, nacemos para el espacio cósmico. ¡Tu deberás venerar el espacio cósmico! Quien venera el espacio cósmico alcanza reinos espaciales, reinos repletos de espacio luminoso, infinito, para dar pasos largos, y por donde el espacio cósmico se extiende él podrá pasear a voluntad

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