domingo, 9 de marzo de 2014

La nave de Toprakkale


Se trata de un extraño objeto, una pieza arqueológica de unos 3.000 años de antigüedad depositada en el Museo Arqueológico de Estambul en Turquía. La figura, de unos 23 centímetros de largo, 9,5 de alto y 8 de ancho.El artefacto es tan claro que no da lugar a dudas sobre lo que representa. La  inconfundible figura de un cohete con el extremo delantero en forma de cono, dotado de toberas de expulsión de gases en la parte posterior, y por si fuera poco con una cabina en la parte central en la que se emplazaba la figura de un tripulante o piloto al que sólo le faltaba la cabeza, probablemente perdida por algún golpe al ser la parte que más sobresalía de todo el conjunto. El piloto vestía un traje de una sola pieza con formas acanaladas y permanecía con las piernas dobladas sobre el pecho, apreciándose incluso que va equipado con botas.
¿Tecnología espacial hace miles de años?
¿Cómo es posible que hace tres mil años alguien representase un objeto de estas características?




Este objeto es tan evidente, tan preciso y claro que no requiere demasiadas explicaciones y quien dijo que los descubrimientos tienen que ser intrincados, retorcidos e indescifrables? .

Sobre el origen de éste objeto solo hay algunas menciones no muy fiables de su hallazgo a orillas del lago Van en proximidades del mítico monte Ararat, durante unas excavaciones en las ruinas de la antigua capital del Reino de Urartu, la ciudad de Tuspa, actualmente conocida como Toprakkale.

Con el título de “el caso del astronauta sin cabeza” Zecharia Sitchin, plasmaba en su libro Las Expediciones de Crónicas de la Tierra (edición en español, Ediciones Obelisco, S.L. – año 2.005) la extraña  historia de la Nave de Toprakkale.  Tras el rápido análisis que Sitchin pudo hacer del objeto y del que incluso consiguió hacer alguna fotografía pese a la prohibición inicial, bajo la condición de no aparecer el propio Sitchin retratado junto a la Nave de Toprakkale, el Dr. Alpay  Pasinli (Director Del Museo ) preguntó, que qué le había parecido el objeto?, a lo que Sitchin respondió:
“…Tiene el aspecto y da la sensación de estar hecho de algún material poroso, algún tipo de piedra de poco peso, pero no parece escayola. He estado buscando marcas de licuefacción, la costura ésa que aparece en la juntura de las dos mitades del molde, cuando se le quita; pero no hay costura alguna. Los surcos que se ven en el objeto forman parte del diseño. Si se hubiera hecho con escayola, y se hubiera pintado por fuera, se vería blanca la fractura donde estuvo la cabeza; sin embargo, ese color pardo amarillento lo cubre todo. Es el color natural de la piedra utilizada…”.
Para  Zecharias Sitchin, el objeto era autentico.
fuente--cronicas del tiempo--

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